Subo la persiana. Está nublado, que no deja de ser una metáfora de la realidad. Por la tarde ha salido el sol tímidamente, cosa que es otra metáfora de cómo vemos ahora mismo nuestro futuro. Creo que usted y yo, si queremos autoengañarnos lo justo, empezamos a tener claro que el abril nos lo pasaremos más o menos como ahora. Y después... pues ya lo veremos. O sea, el sol saldrá, pero costará. Como hoy. Y esperemos que todo lo que ha llovido, después sea un estallido primaveral. Metáfora cursi, ¿pero me la acepta, verdad?

Ahora mismo nadie sabe cómo será nuestro futuro a un mes vista. Uno cuando digo "nuestro" quiero decir el de la humanidad. Y cuando digo "futuro" quiero decir el día a día, cosas tan sencillas como abrazarnos con nuestros padres, ir a tomar un gin-tonic o ver un partido de baloncesto de nuestros hijos un sábado por la mañana. Y después hay el otro futuro, el económico y el social. Empezamos a asumir que vienen tiempos convulsos que serán aprovechados por unos cuantos para vendernos mercancía averiada. Viene un mundo donde populistas baratitos pero hábiles y gurús de segunda mano intentarán aprovechar el desconcierto y los miedos en beneficio propio. Ya lo empezamos a ver en la red. La mentira jugará un papel fundamental y, sobre todo, su variante más perversa: generar el máximo de mierda y lo más espesa posible para tapar la verdad, de manera tal que llegar a ella sea un trabajo prácticamente imposible. Por complicado y agotador.

Uno de los temas de debate del día, con su verdad, su mentira y su demagogia, es el de la situación en las residencias de personas mayores. Y lamentablemente el debate político no se plantea como resolver o al menos arreglar la situación sino atacar el rival calificándolo de inepto, aprovechado o las dos cosas. Cuando hay tantos muertos, que sólo son una parte de los que habrá, me repugna mucho ver esta cuestión convertida en un debate partidista. Y que haya periodistas que se presten al juego, todavía más. Por lo tanto, intentaré hablar de las residencias, no del asqueroso uso político que algunos están haciendo.

Los que tenemos padres de una cierta edad y una cierta mala salud de hierro hemos visto como funcionan las residencias y también los centros sociosanitarios (los públicos y los que tienen parte pública y privada). De residencias, como de periodistas, hay de todo tipo. Muy buenas, buenas, correctas, pésimas y lamentables. Yo le hablaré de cosas que he visto con mis ojos.

Las residencias son un gran negocio para algunos inversores y empresas a quien las personas mayores les importan exactamente una mierda y que cuando los miran sólo ven billetes de 500€. Y la sociedad, y aquí estamos usted y yo y la administración, hemos cerrado los ojos ante esta situación. Y de todo eso, ahora viene donde estamos. Y hablo por mí, pero cuando he tenido mis padres en centros sociosanitarios públicos, he hecho lo posible para que la recuperación nos permitiera huir de allí lo más rápido posible, sobre todo en uno de los casos.

El precio mínimo de las residencias está en torno a los 2.500€. Los sueldos de la gente que trabaja en ellas no son especialmente espléndidos, por no decir que en algunos casos son el salario mínimo justito. Eso hace que en muchos casos el nivel profesional sea "escaso". Es la ley de la oferta y la demanda. Como son escasas las plantillas. Y cuando una sola persona (o un solo médico que sólo va unas horas) tiene que hacerse cargo de una planta con 50 o 60 internos, la atención es la que es. Si inspección de trabajo fuera a algunas residencias o sociosanitarios (sean privadas o públicos), estarían llenando actas hasta Navidad. Del 2030. Y si fueran los de sanidad, tampoco irían faltos de trabajo. Y ya no entro en la calidad de la comida, que es otro tema. Un servidor ha visto platos que todavía hoy no sé si el contenido era animal, vegetal o cosa.

Las residencias son el Port Aventura del coronavirus. Todos sus usuarios son población de riesgo extremo y no había que ser muy espabilado para saber que la pandemia las acabaría afectando. Y no levemente. Pero durante dos semanas no les ha llegado material de protección porque había muy poco e iba a los hospitales. Tampoco había tests, por lo tanto los trabajadores han entrado y han salido sin saber si estaban transmitiendo a los internos la enfermedad o no.

Y en las residencias ha empezado a morir gente. ¿De qué? Pues de lo de siempre y, además, de coronavirus. Pero no sabemos la cifra real porque 1/ No se los habían hecho test y por lo tanto no sabemos si estaban enfermos y 2/ Tal como está la situación, una vez muertos... mira... tira pa'alante y ya lo encontraremos. ¿Con mala fe? Quiero pensar que no. ¿Improvisación? Toda. ¿Descontrol? Total. El problema es que varias residencias explican que cuando moría alguien, allí no aparecía nadie porque todos los servicios estaban desbordados y ellos se quedaban con el muerto durante más de un día. Tema aparte que ante una muerte sospechosa de coronavirus, el personal hacía cuarentena por si acaso, y eso quería decir reducir todavía más las plantillas y dejar al resto de abuelos en precario. Sin que nadie ofreciera ninguna solución... porque no la hay.

La situación ha sido caótica. Aquí, en Madrid y en todas partes. Y aquí mandan unos, en Madrid otros y en el gobierno del estado hay otros. Y todos son tan culpables o no de la gestión. La cuestión es, ¿por qué no nos han dado cifras reales? Ojo, ¡nadie! ¿Para no asustarnos? ¡Pero si ya lo estamos del todo! ¿O creían que no se sabrían? Pero si es muy sencillo saberlas usando el método de cálculo Marc Castells, alcalde de Igualada: ¿cuántos muertos ha habido por término medio el mes de marzo de los últimos cinco años en las residencias catalanas (o madrileñas o de La Rioja)? X? Perfecto. ¿Cuántos ha habido este mes de marzo? Y. Perfecto, a Y se le resta X y ya tenemos la cifra de muertos por coronavirus. ¡Pintiparado!

De momento llevamos 10 mil muertos de un virus que "era como una gripe". Ahora que ya sabemos que no lo es y que morirá mucha gente, ¿qué tal si nos empiezan a tratar como adultos? Ah, y si son tan amables, las batallitas políticas de desgaste se las introducen por vía rectal. Y a poder ser, perpendicularmente. Ah, y a pesar de algunos, hoy nos vamos a dormir pensando que falta un día menos para volver a un futuro que no sabemos cómo será, ni sin quien, pero que será.