Subo la persiana. Nuevamente el día empieza en sol y acaba con gotitas. Y para la próxima semana anuncian lluvia. Por lo tanto, aviso a los millares de moscas que circulan por los alrededores de mí (humilde) domicilio: coged paraguas, vosotras que podéis.

Hoy la logística farmacéutica ha hecho que haya tenido que desplazarme. Eso me ha permitido comprobar que al mediodía por la autopista circulaban tantos pocos coches que en 20 kilómetros de recorrido los he podido contar y me han sobrado dedos. Eso sí, por las calles de BCN que no falten los ciclistas de las diversas empresas que traen comida a casa. Aquí me ha faltado dedos. Y usando los de los pies. Palomas, moscas y ciclistas son los animadores del paisaje. Y de vez en cuando alguien que, viéndolo, piensas: "este todavía no sabe qué está pasando". Me refiero a un señor sin guantes, ni mascarilla, ni de nada, sonándose con un pañuelo de tela que se ha guardado en el bolsillo o a los tres que iban dentro de un coche y que, por cierto, bajando por la calle Sardenya han cruzado en rojo los 12 carriles del cruce Aragó/Diagonal a 20 por hora.

Todavía hoy los medios siguen recomendando series y películas para entretenerse. Me sorprende que nadie aconseje seguir ruedas de prensa, porque mire que cada día hay para escoger. Mínimo tres. Servidor de usted hoy ha decidido disfrutar de la que ha empezado cinco minutos antes de las tres de la tarde y que nos han regalado las ministras de Hacienda y Trabajo. Espoiler: a las cuatro menos cuarto no he podido más y he cerrado la TV con el máximo de suavidad de la que he sido capaz para no aplastar el aparato contra la pared. A continuación, como he podido, me he desenganchado del cerebro aquella voz que no paraba de decir palabras y más palabras vacías e inconexas y que hablaba y hablaba sin decir nada. Y me he hecho una tortilla de paracetamol con "chocolatil", que es como llamaba al "gelocatil" una suegra que tuve.

Yo creo que para ser ministro de este Gobierno hicieron un casting consistente en ponerlos en un atril y les preguntaron qué hora era. Si después de cinco horas hablando todavía no habían dicho la hora, ¡nombrado! (¡o nombrada!).

Le han pedido a la ministra de Hacienda por lo que ayer ya no contestó Pedro "va dos semanas tarde" Sánchez: "Oiga, por qué este cambio de criterio del Gobierno sobre el confinamient?". Respuesta: "Observamos que el fin de semana había menos tráfico que entre semana y concluimos que teníamos que conseguir que entre semana hubiera el mismo tráfico que el fin de semana". O sea, comparando unos días con otros dijeron: "Calla, que si la gente va menos a trabajar, a ver si resulta que no yendo hay menos gente por la calle". ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Y seguidamente ha hecho un Mago Pop-Mag Lari-Enric Magoo y; nada por aquí, nada por allí; ha convertido las dos semanas de confinamiento en ocho días "porque Semana Santa no cuenta".

Pero no se vaya que la ministra nos ha regalado otros dos momentos memorables.

1/ Sobre el cierre de regiones con un alto grado de afectación, como hicieron en China y han hecho en Italia, ha dicho, textualmente: "No tiene ningún sentido que una parte del territorio haga una cosa diferente al otro porque la movilidad transmitiría también el virus". No, no señora, no. Si precisamente lo que les están diciendo es que una parte del territorio haga una cosa diferente para que no haya movilidad y no se transmita el virus en las zonas todavía no tan contaminadas. ¿A ver si al final es un problema de comprensión auditiva?

I 2/ Sobre el posible aretraso de los plazos de presentación de impuestos: "Yo creo que la página web de la Agencia Tributaria tiene toda la información disponible con respecto a cuáles son los plazos y cuáles son las obligaciones de todos los ciudadanos y las empresas". Ya, ya, pero no le han preguntado si la página web funciona. Y si funciona, qué cojones dice. Nos da igual que allí estén los plazos. Le han preguntado qué piensa hacer usted al respecto. HACER. ¡US-TED!. ¿TÚ, QUE HACER CON LA RENTA?

Pero como ella sabe mucho más, me ha vencido. Después de 50 minutos sin explicar ni una sola de las medidas y repetir todo el rato lo mismo, he reconocido mi derrota, el agotamiento de mis reservas de paciencia y he lanzado la toalla.

Pero me ha quedado dando vueltas una cosa por la cabeza. ¿La gente les pasará factura? ¿Es decir, esta gente lo pagarán políticamente? Y he decidido que mañana lo preguntaré a unas cuantas personas a ver qué piensan. Y después se lo explicaré a usted. Eso será mañana, el día en que en principio faltará un día menos para que eso acabe.