Subo la persiana. Vuelve a hacer un día que ni hace sol ni tampoco no hace. Al final, a media tarde han acabado cayendo unas gotitas. Como van cayendo los cadáveres. Y cada vez más, a las cifras siempre impersonales les ponemos cara.

Mi amiga letrada me llama por Skype. Dice que prefiere verle la cara a la gente: "Ayer murió el hermano de una compañera de trabajo. También el padre de un antiguo compañero de escuela. La hermana de una amiga mía está en el UCI y una compañera de un curso que estoy haciendo tiene a su madre. Y la gente no dice nada. Nos resignamos. Nos estamos acostumbrando a la muerte y lo único que podemos hacer es esperar a que se pare una cosa que ni siquiera vemos".

Una amiga experta en análisis de datos me pasa cifras de búsqueda en Google. La palabra angustia triunfa en la franja de las tres de la madrugada. Y a la información me añade un comentario: "Cuando eso acabe, habrá tanta gente afectada que quizás será el momento para que las enfermedades mentales dejen de ser tabú". Otra amiga, funcionaria, me dice que uno de los trabajos con más futuro cuando esto acabe será el de abogado de familia experto en divorcios: "Los vecinos del piso de arriba se pelean cada mañana. Y como en la calle no hay ruido, los gritos se oyen mucho. Ayer ella le dijo: 'Vete, no te quiero volver a ver nunca más'. No sé si se ha marchado o no. Pero si lo ha hecho, ¿dónde debe haber ido?". Por cierto, ¿se ha dado cuenta de que "cuando esto acabe" es la frase? Eso sí que es el no futuro. El futuro que vendrá, pero no sabemos cuándo.

Y con este panorama, ¿a quién tenemos al frente del negocio? ¿Que a quién tenemos? Pues chico, tenemos mala suerte. En un mundo donde triunfan la mentira y la manipulación, porque la gente quiere ser engañada y manipulada por quien les dice lo que quieren oír, resulta que el señor Corona nos ha pillado en un momento donde ocupan cargos de mayor responsabilidad los más reputados profesionales de la mentira y la manipulación. Y lo peor de todo es que, además, son fervientes practicantes de la religión del Cuñadismo Extremo. Y no tienen ningún problema en demostrárnoslo cada día.

Boris Johnson, aquel que pretendía que se infectara todo el mundo para que la pandemia la regulara el propio virus, como si eso fueran "los mercados", decía el pasado día 3: "No he dejado de saludar a nadie. El otro día estuve en el hospital y le di la mano a varios pacientes de coronavirus". Pues venga, ya lo tiene. El virus. Él y vaya usted a saber cuánta gente más, gracias a él. ¡Felicidades a los premiados y Feliz Navidad a todo el mundo!

Y en el podio lo acompañan otros dos jinetes del apocalipsis caníbal: 1/ Jair Bolsonaro, quien ha conseguido tener en contra incluso a los militares de su país, con una frase top: "El brasileño no se contagia, porque es capaz de bucear en una alcantarilla" y 2/ Donald Trump, diciendo cosas que incluso provocarían el estupor entre los parroquianos de un after de polígono industrial frecuentado por gente que ha vulnerado todos los artículos del código penal.

Pues bien, estos y otros de su nivel son los que tienen que decidir cómo combatimos la crisis sanitaria, económica y social más bestia de la historia de la humanidad. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Podrían poner en su lugar a una ameba y tendríamos más racionalidad.

Y mientras, en España se ofenden porque la Europa rica les recuerda la fábula de la cigarra y la hormiga y les pregunta: "Oigan, en un momento de un cierto bienestar económico, ¿ustedes a qué se han dedicado?". Bien, pues a envolverse en la bandera, al "a por ellos", a gastarse 100 millones en apalear ciudadanos y no encontrar una puta urna, en hacer la vista gorda a los negocios ilegales de su rey emérito, a financiar a los partidos políticos repartiendo la construcción de obras innecesarias, a ir repitiendo elecciones y... ¿continúo o no hace falta?

Y dice la ministra Montero: "La Unión Europea no puede volver la espalda cuando la necesitan sus ciudadanos". No, claro, habíamos quedado en que "el virus no entiende de fronteras", pero lo primero que han hecho todos los estados (TODOS) ha sido poner fronteras. Todo el mundo ha actuado según sus intereses, al de al lado que le den y los nacionalistas son los otros. Y hablando de nacionalismos, Pedro "va una semana tarde" Sánchez decidió que era un buen momento para recentralizar España. Y también para hacer salir militares, el único estado del mundo que lo ha hecho. Y dijo: "Calla, aprovecharemos para hacer nosotros las compras de material sanitario y así podremos controlarlo". Problema: el Ministerio de Sanidad no existe porque tiene las funciones traspasadas a las autonomías. Por lo tanto, ni dispone de la infraestructura, ni de las personas, ni de los recursos, ni del conocimiento, ni de los contactos necesarios para hacer las cosas con rapidez y efectividad. Y, sobre todo, desconoce el mercado. Por lo tanto lo más probable es acabar comprando a proveedores que no son los adecuados. Y después pasa lo que pasa.

Y ya ha pasado otro día. Y mañana será el siguiente. Y la ilimitada capacidad de nuestros prohombres de provocar despropósitos diversos hará que sea diferente al de hoy. ¡Qué suerte tenemos! Si no, todo sería taaaan monótono...