Estoy absolutamente fascinado. La gente que empieza a sufrir el síndrome del apocalipsis zombi y asalta los supermercados para proveerse de productos, el primer estante que está arrasando es el del... ¡PAPEL HIGIÉNICO! Y si hace falta, con violencia. No, no se llevan leche, azúcar, arroz, aceite o patatas... vaya, aquello que toda la vida habíamos pensado que era lo necesario en caso de que el fin del mundo llamara a nuestra puerta. No, resulta que moriremos mucho todos (y todas), pero con la despensa llena de papel de WC. Interesante. Y dice mucho de la sociedad en la que vivimos. Nos pasamos la vida buscando un enchufe para cargar a la batería del móvil, pero cuando llega el cataclismo mundial, no sin nuestro papel higiénico.

Empezamos a tener claro que las próximas dos semanas veremos cosas nunca vistas todavía por nuestros ojos, y eso que venimos de juicios que nos tuvieron enganchados todas las horas del día durante meses, de barricadas en llamas en el paseo de Gracia de BCN, del huracán Glòria, de elecciones sin descanso y sin futuro, de aviones aterrizando de emergencia, de un Barça-Madrid amenazado por drones sospechosos, de terribles crisis de Gobierno que parecen la "medalla de la madre": hoy más fuerte que hoy pero menos que mañana, de plens apocalípticos en el Parlament y de todo tipo de rumores extendidos por gente de esta que lo sabe todo "porque mi cuñado conoce uno que está muy bien conectado y se lo han dicho".

Rumores como aquel segun el cual los bares de chinos que inundan nuestras vidas están cerrando por vacaciones "porque ellos saben alguna cosa que nosotros no sabemos". Y ha resultado que cuando los periodistas hemos ido a preguntar nos ha dicho que chapan porque no se fían de las medidas que estamos tomando aquí para controlar el coronavirus. Y esta será la otra, cuando pase todo veremos si lo que ya es una pandemia cambia nuestras vidas a nivel económico, laboral, sanitario y, sobre todo, de control social. Porque una gran pregunta ahora mismo es: ¿Existirá la tentación de aplicarnos el método chino, consistente en recortar nuestras libertades individuales en nombre de una seguridad colectiva que realmente es una dictadura? Y la segunda gran pregunta: ¿Estos ultraliberales que ahora piden ayuda al papá estado, volverán a su ideología cuando haya pasado todo? ¿Y cómo volverán?

Total, que si usted me pregunta: "¿Está preocupado"?, le diré que sí, que hay un par de cosas que me inquietan:

1/ Están suspendiendo y aplazando tantas actividades, tantos acontecimientos y tantas cosas de todo tipo que cuando dentro de un par de meses (aprox) volvamos a la normalidad, no daremos abasto. Entre los actos propios de aquel momento y todos los que arrastraremos de ahora, entonces sí que moriremos todos, pero agotados. Y 2/ Mientras estamos pendientes del coronavirus, ¿qué nos estarán colando sin darnos cuenta? Porque eso de aprovechar que la atención está totalmente centrada en una cuestión muy potente para despistarnos otros temas por la puerta de atrás, es de primero de cortina de humo. Por ejemplo, ¿recuerda todo aquello del Rey y las pequeñas y entrañables comisiones que cobraba y después repartía generosamente? Pues ha quedado enterrado por el virus. Y tiene pinta que seguirá enterrado durante un tiempo y que no será lo único.

Vienen días muy complicados. Por suerte, a algunos no les faltará el papel de WC.