La anormalidad sigue siendo normal. Sin problema. Y sobre todo, para según quien. Este fin de semana cuatro ejemplos más. Y no menores.

Hoy ha vuelto a aparecer en Verges un comando de estos que de vez en cuando se presentan en los sitios para pinchar decenas de ruedas de coches particulares, o para hacer lo que haga falta. Pobres, se debían aburrir. El comando, quiero decir. Justamente hoy que parecía que por fin había llegado la primavera y a aquella hora la gente normal se dedicaba a hacer el vermú, ellos a prohibir lo que los molesta. Esta vez ha sido de día, una novedad interesante, y el objetivo era arrancar esteladas de las farolas.

Algunos de los vecinos del pueblo no tenían la misma opinión que el comando y eran partidarios de que las esteladas se quedaran. Nada, ¿sabe aquello del espacio público y tal? Pues todavía estamos allí mismo para quien quiere imponer su opinión y decide unilateralmente lo que tiene que haber en la calle. Los Mossos han tenido que acabar haciendo acto de presencia y el comando se ha podido marchar. Espero que a tomar el solecito un rato, que es muy sano.

Ayer la cosa sucedió en el distrito de Sant Martí de BCN. Alguien disparó tres tiros a dos personas que repartían publicidad electoral de Junts per Catalunya. Eran balines, sí, y no balas, pero dependiendo de dónde impactan pueden tener el mismo efecto. Por suerte no pasó nada grave. Bien, más allá que dos personas pusieron su cuerpo justo en la trayectoria de los balines que disparó un amable ciudadano anónimo.

También ayer en la final de la Copa de la Reina de Fútbol entre el At de Madrid y la Real Sociedad jugada en Granada, los seguidores colchoneros saludaron el himno español, y nunca mejor dicho esto de saludar, con el brazo en alto como hacen los nazis, los fascistas, los franquistas, los que piden un taxi o lo que quieren que pare el autobús, sea urbano o de línea. El partido se jugó sin problemas y los fascistas volvieron tranquilamente a casa porque en España se pueden hacer saludos nazis sin problema.

Y el viernes era la Audiencia provincial de BCN la que ordenaba al juzgado de Vic que investigue por un delito de odio el individuo que en julio del año pasado entró en la plaza Major para destrozar con su vehículo las cruces amarillas que allí había instaladas. Nada, que el chico, según dice su abogado, tuvo un ataque de angustia y para sacárselo de encima decidió hacer al París-Dakar delante del Snack, el bar de referencia de la plaza.

No, y por el resto, todo bien. Todo normal. Todo en orden. La familia fantástica, el Barça fatal, parece que por fin haremos cambio de armario, hoy empezamos régimen para sacarnos los cuatro kilos que nos sobran y lucir tipito en la playa, y tal día hará un año. De todo. Y un abrazo muy cordial y en cadena.