—¿Qué habría hecho cuando Vox no quiso condenar las amenazas a Pablo Iglesias?

—No estoy en eso. Tengo un proyecto de centroderecha alegre, que aspira a representar a liberales, conservadores y también socialdemócratas.

—¿Pero, qué habría hecho?

—Yo evito encontrarme en circos. Prefiero confrontar en las urnas.

Esto es parte de una entrevista que Lola García (La Vanguardia) le hizo el fin de semana a Isabel Díaz Ayuso. Y queda claro que podrían estar preguntándole hasta Navidad (del 2094) por las famosas amenazas y ella repetiría aquello de "manzanas traigo". ¿Cómo han cambiado las cosas, verdad, también en eso de la condena a la violencia? Los que han estado años exigiendo con maneras padrinescas que todo el mundo condenara la violencia exactamente como ellos querían que fuera condenada, ahora se esconden tras la socialdemocracia alegre y el circo.

La gran estafa intelectual que nos ha estado colocando mercancía caducada a precio de idea, ha chocado con su propia mentira. Ojo, pero no pasa nada. Porque aquí nunca pasa nada. Entonces lograron su objetivo. Y ahora también. No suframos más de los necesario. Como también cae a peso, y ante nuestras narices, aquello de los amigos de los amigos. ¿Se acuerda, verdad? Todos éramos los amigos de los amigos y, por lo tanto, no teníamos derecho ni al aire que respirábamos. Criminalización por esporas. Pero ahora le piden al alcalde de Madrid, a José Luis Martínez-Almeida, sobre pactar con Vox y él dice: "Vox es mejor que Bildu. Soy alcalde con un programa de gobierno con Vox y no ha pasado nada. Eso no es fascismo o democracia, sino 'sanchismo o libertad'". Que traducido quiere decir: "Pregúnteme lo que quiera que yo le contestaré lo que me dé la gana, pero hoy en día aún todo es ETA".

Los violentos siempre eran los otros. Y los que pensaban diferente eran sus cómplices. Y todavía ahora sacan la procesión del todo palante para aprovechar las escurriduras de aquella castración ideológica. Era como cuando aquello del "en ausencia de violencia se puede hablar de todo". Y el día que algunos quisieron ponerlo en práctica, resultó que los cabecillas eran unos golpistas que se pudrirán en prisión aplicándoles una ley tuneada a conveniencia. La suya. La de ellos. La de los de siempre. Y al resto les han aplicado el escarmiento por electrochoque de Estado a base de destrozar judicialmente la vida a personas individuales que eran inocentes. "Veis qué os pasará si protestáis. Va, pasad pa casa y no molestéis, ¡chusma!".

Ah, por cierto, los que manipulan y adoctrinan siempre son los otros, eh. Porque la realidad es un calcetín que se gira a base de golpes de cinismo. Al final el trilerismo político del auténtico populismo es hablar de alegría y de circos cuando les preguntan si condenan la violencia. ¿Ve la bolita? La mano de la manipulación es más rápida que la vista de la verdad. Y el contrario es el demonio al que hay que aniquilar. Y, como del mal es lo peor, si sufre violencia es porque se lo merece. Pero como, todavía, esto está mal visto decirlo, mientras llega el día en que nos dejaremos de eufemismos y podremos manifestarlo abiertamente, pues viva la centroderecha alegre y divertida y que pasen las majorettes.