Ahora sí que se han cruzado todas las líneas rojas. Y también las moradas. Y nunca mejor dicho. Los comunes han decidido, creo que esta vez de una manera definitiva, destruir nuestras tradiciones navideñas más arraigadas. Las más nuestras. Las más de aquí. Las de casa. No las que nos imponen de lugares que no sabemos ni donde están. No, no, las tradiciones de toda la vida. Hasta ahora todo habían sido probaturas, simulacros, para ir midiendo el terreno y acabar dándonos la estocada definitiva. Esta de ahora.

Gracias a un tuit de Quim Monzó he conocido una noticia que han adelantado los compañeros (y las compañeras) de BTV, la televisión municipal deñ cap y casal y de la ciudad que un día fue de ferias, congresos y de hoteles abiertos. Es tan bestia (la noticia) que si está de pie, sientese por favor. Si está en un transporte público, toque aquello de la alarma y, de paso, rompa el cristal aquel que protege el martillito. Y después me explica si es muy dificil romperlo, que es una cosa que siempre me pregunto cuando lo veo. Si está leyendo eso mientras conduce, haga el favor de hablar también por el móvil, para acabar de vulnerar un poquito más el código de la circulación. Y si en este preciso instante está asesinando a alguien, porque resulta que usted es un sicario (o una sicaria), ¡esté por la labor, hoooombre! (o muuujer).

Resulta que... perdón, es que no sé como darle una noticia como esta y se me hace un nudo en la garganta... resulta que este año, la plaza de Sant Jaume de BCN... ¡¡¡NO TENDRÁ EL FAMOSO BELÉN!!! Estoy desolado. Y Barcelona y Catalunya también. Lógicamente. Pero, pero, pero... ¿pero quiénes se han creído que son? Pero, ¿como pueden hurtarnos la esencia de la Navidad?

Navidad es la lotería, los turrones, el amigo invisible, los canelones y poner a parir el pesebre de la Plaça Sant Jaume de BCN. Sin su presencia, ¿de qué hablarán ahora los tertulianos? ¿De qué discutiremos desde el día en que lo instalen hasta que lo desmonten? ¿Cómo llenarán los informativos y los diversos programas de TV y de radio el espacio que tenían previsto dedicarle al belén con aquellos reporteros preguntándole la opinión a la gente. La típica señora mayor encantada "con estas cosas modernas de los jóvenes, que no entiendo pero que me gustan mucho." Y aquel señor indignado con la "patochada que nos han puesto aquí estos sinvergüenzas ". ¿Y ahora de qué se quejarán los concejales de la oposición? Era uno de sus minutos de gloria del año que ahora les ha sido hurtado. El pesebre era el momento idóneo para que Manel Valls hiciera unas declaraciones desde París diciendo que BCN es poco cosmopolita. Y para que Josep Bou, y Costa, y Font, y Barceló, y Fontarnau, y Pujals, y Sendra, y Soler, y Berenguer, y Solà y Puigdesens se presentara allí delante con un pessebre-pastel elaborado en su obrador. ¡¡¡En plena pandemia, sólo nos faltaba eso!!! ¡Más tristeza a nuestra vida!

Aunque el teniente de alcalde de Cultura del ayuntamiento de BCN, Joan Subirats, ha explicado que la culpa de una ausencia que es inadmisible es, precisamente, de la pandemia. Porque "el belén generaba aglomeraciones significativas" que hay que evitar. Y el tipo se ha quedado tan ancho. ¿A ver, qué es primero poder discutir sobre el pesebre de la Plaça Sant Jaume de BCN o la salud? ¿Qué es primero, la famosa R o cumplir con la tradicional tradición de pelearnos por un pesebre representado por unas cajas llenas de objetos, o por unas sillas vacías sin ninguna figura, o por un butanero haciendo de pastorcillo, o por aquellas bolas de nieve transparentes?

¡¡¡Colau, eso no te lo perdonaré nunca!!! ¡¡¡NO HAY DERECHO!!!