Ahora sí que Catalunya está fracturada. Y esta vez de verdad. De la buena. Por una parte, la Catalunya de día, la excursionista, la que reivindica andando y cantando y con un inmenso lirio en la mano. Y por la otra, la Catalunya de noche, la encapuchada, la terrorista, la que quema contenedores y provocan que los ciudadanos no puedan reciclar.

El blanco y el negro. Un bando y el otro. De todo lo que sucede, hay como mínimo dos versiones. O dos maneras de verlo. Y a veces más y todo. Y ninguna de ellas es absolutamente cierta porque las verdades absolutas no existen. Pero ahora, o estás aquí o estás allí. Ahora las cosas son como nosotros decimos que son y no aceptamos que nadie nos diga lo contrario. Son así y punto. Porque quien se atreva a decir que mi blanco realmente es rojo es un imbécil y un __________ (ponga en este espacio el insulto que prefiera).

Blanco o negro radical y enviamos a la hoguera a quien afirme que estos días en las calles de las capitales catalanas hay una violencia como no se había visto nunca y la condenan (por cierto, estos que opinan desde casa, vayan a verlo. Pero no se lleven el sofá porque quizás les molesta) y a la vez dicen que hay actuaciones policiales propias de psicópatas que dentro del cráneo, donde debería estar el cerebro, tienen 150 gramos de mortadela de olivas. No, no, oiga, de eso nada. O blanco o negro. O aquí o allí.

Por cierto, interesante que sólo haya violencia en las cuatro capitales, porque... ¿no habíamos quedado que sobre todo BCN y Tarragona eran territorio tabarniano? ¿Cómo es que en la Tractòria que se inventó el unionismo xenófobo no pasa nada?

Blanco o negro radical para los que defienden que en un estado de derecho es inadmisible que aprovechando los incidentes peguen, disparen pelotas de goma y balas de foam y detengan a periodistas claramente acreditados porque el derecho a la información es sagrado en democracia y que defenderlo no es corporativismo. No, no, que los periodistas callen la puta boca porque todos son una pandilla de manipuladores que se piensan que son alguien.

Blanco o negro radical a los que intentan saber quiénes narices son estos jóvenes muy jóvenes, entre los cuales muchas chicas, que cada noche se enfrentan a la policía con una gran violencia. Etiquetarles como hijos de clase media acomodada, como anarquistas o como italianos y holandeses de gira borroka por Europa está muy bien para sacarse el tema de encima muy rápido y de manera fácil y simple. Pero, a ver si resultará que estos jóvenes son nuestros hijos y que hacen lo que hacen por una mezcla de circunstancias.

A ver si aquí se mezcla: 1/ ganas de aventura asociada a como cuando vas a cazar pokémons, 2/ la ausencia de miedo porque para las nuevas generaciones ya ha quedado superado para siempre aquel franquismo sociológico del "no te metas en problemas", 3/ el rechazo a un mundo que no les gusta nada y que piensan que pueden cambiar, 4/ pensar que si por no tirar ni un papel al suelo te pueden caer 100 años de prisión argumentando que eres un violento, pues ya puestos quemamos la papelera, ¿no?, 5/ la ingenuidad malcriada de quien no es consciente de los efectos de sus acciones ni de que en la realidad sólo hay una vida y no puedes conseguir otra. O muchas más mezclas.

Blanco o negro radical para quien dice que una parte del independentismo se ve con una cierta violencia, no para casarse, pero sí para ir a cenar de vez en cuando y después ir a su casa a rematar la noche en horizontal. Y que la otra parte es muy violenta. Y dice que estos violentos son unos 500. Hombre (y mujer), 500 de dos millones y medio es una parte, sí, pero es como comerte una viruta de jamón y decir que te has zampado una paleta de nueve kilos.

Y todo eso con los líderes en la prisión política o en el exilio, pero presos políticos y exilio no se puede decir porque es pecado. Y en una Espanya en plena campaña electoral, momento donde la insensatez va barata. Y con una campaña preelectoral en una Catalunya donde algunos ya proclaman cambios de mayorías. Y con un Estado que nunca se sentará a negociar ni de qué color pintamos el recibidor. Y con un gobierno catalán que se cae a trozos.

Todo tiene que ser blanco o negro. De día o de noche. El atardecer no motiva. Aquel momento en que lo sol se va y te tomarías un gin-tonic... pues no. O tónica o ginebra. Y si al final consigues que te sirvan un gin-tonic, te ponen pepino. Delirante.