Cada conflicto genera su momento SEN-SA-CI-O-NAL. Y el enfrentamiento entre el taxi convencional y las empresas Uber y Cabify ya tiene el suyo. Y, quién nos lo tenía que decir, este momento lo protagoniza... ¡Albert Rivera!

El líder de Ciudadanos estaba en la estación de tren de Atocha de Madrid y se encontró a un grupo de taxistas en huelga que, rápidamente, le rodearon. Por aquello de regañarlo y tal. Y alguien grabó el momento. Y así ha sido como todos hemos podido oír los insultos que le dedicaron.

La medalla de oro y récord mundial absoluto y ya para siempre es, ex aequo, para "catalán de mierda" y "moderno". ¡BRU-TAL! ¡IN-SU-PE-RA-BLE! ¡GLO-RI-O-SO! ¡I-RI-DIS-CEN-TE! Estos dos insultos, tan diferentes pero a la vez complementarios, explican tanto que lo explican todo.

Pensemos en José María Aznar, por ejemplo. Un hombre que, sí, despierta grandes pasiones entre los suyos, pero que saca lo peor del peor de sus enemigos, que son millones. Y todos están muy en su contra. Pero mucho. Y estos enemigos muy enemigos le han dicho de todo. Y muy gordo. Se han metido con su altura, con su bigote, con su peinado, con su inglés o con sus abdominales. Pero nunca le han llamado "vallisolitano adoptivo de mierda" o "madrileño de mierda". Ni siquiera "español de mierda". Ni a Rajoy "gallego de mierda".

En cambio Rivera, líder de un partido que nació para lo que nació, ha acabado probando la cosecha que ha sembrado. De tanto ir repartiendo semillas de anticatalanismo y de criminalización de los catalanes, la mayoría de las veces mintiendo y el resto de veces exagerando hechos que nunca han sido como él explica, ha llegado un día en que el boomerang le ha vuelto (todo vuelve y los boomerangs más) y todavía ahora se lo está sacando del paladar, lugar donde se le empotró.

Albert Rivera nunca será presidente del Gobierno. Ni él ni ningún otro catalán. España nunca tendrá un presidente catalán. Ni que sea el más nacionalista de los españoles y se tatúe "amor de España" en las nalgas. Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible".

Pero la cosa no acabó aquí. Piensas que llamarle "catalán de mierda" a Albert Rivera es como el Barça ganándole la final de la Champions al Real Madrid por 10-0, en el Santiago Bernabéu y con Sergio Ramos expulsado después de hacerse 5 goles en propia portería y fallando 3 penaltis. Piensas que después de eso en la vida ya no hay nada más. Que ya no es necesario continuar porque es imposible superarlo. Que es el fin de la historia.

Pues resulta que no. ¡¡¡NOOOOOOO!!! Aparte de "catalán de mierda" a Rivera le llamaron... "MODERNO". Sí, sí, un taxista consideró que en medio de una orgía de improperios y descalificaciones, lo más ofensivo que podría decirle es "moderno". ¡¡¡Pa mear y no echar gota!!!

A partir de ahora, si a usted le piden un resumen-explicación de la huelga de taxis y de cuál es el trasfondo del conflicto, ya no hace falta que se esfuerce. Sólo recordando que un taxista le llamó "moderno" a Albert Rivera, ya podemos chapar la barraca. Tema muerto y enterrado para siempre.

¡¡¡Moderno!!! El insulto que condensa magistralmente quién vive todavía a principios del siglo XX y todavía no ha entendido que pronto superaremos el primer cuarto del siglo XXI y que ya no vamos en diligencia.