Lo dijo repetidamente Mariano Rajoy cuando le planteaban hacer un referéndum como salida "dialogada" al conflicto político catalán: "Ni quiero ni puedo". Efectivamente, la estrategia del señor Maria-No a Todo Rajoy y del Estado era solucionar las cosas como las solucionaron en Euskadi. Mano dura, ni una sola concesión, represión total y prisión e inhabilitaciones para los jefes políticos. A ver si aprenden y escarmientan. La diferencia, pero, entre un lugar y otro, entre una situación y la otra, es alrededor de mil muertos y de 2.500 heridos.

O sea, a la hábil maniobra le faltaba un pequeeeño detalliiito. Nada, sin mucha importancia: la violencia. Por eso desde el primer momento, las diferentes piezas que juegan la partida en nombre del Estado siempre se han movido para relacionar procés y violencia. Los cuerpos policiales hablando en sus informes de conceptos como "tumultuario", de "tácticas propias de la delincuencia organizada", de "insurrección pública", de "resistencia colectiva a la autoridad legitima del Estado" o de "incesante acoso" a las autoridades judiciales y policiales. Y los jueces recogiendo estos argumentos y convirtiéndolos en autos judiciales que justifican encarcelamientos preventivos, inhabilitaciones y posteriores demandas de penas de 30 años.

Por eso ha sido tan desproporcionada la reacción de todos ellos (y ellas) a la respuesta alemana en el caso Puigdemont. Porque les desmonta la gran mentira por la base. Porque señala la connivencia entre poder político y judicial para crear una ficción ante la cual la otra parte está absolutamente indefensa y desprotegida.

Pero en sólo 4 días ellos (y ellas) ya han hecho el siguiente movimiento. Consiste en acusar a los CDR (Comités de Defensa de la República) de terrorismo. Lógico y normal. Si aplicas rebelión, sedición y todo lo que acaba en "ión" a quien incluso barre el suelo después de las manifestaciones de centenares de miles de personas, la evolución lógica es calificar de terrorista a quien levanta barreras de autopista y corta carreteras.

Y si no tuvieron pudor en usar a las víctimas del terrorismo para su propio beneficio político y económico, ¿por qué no tendrían que banalizar ahora su padecimiento, verdad? Empiezas sirviéndote del dolor de quien ha sufrido el horror y acabas ayudando a cruzar las abuelas por los pasos de peatones justo cuando pasa el autobús. Muy buena gente. Todos ellos. Y ellas.

Los CDR son ETA. Los CDR son Estado Islámico, Boko Haram, las FARC y son la Baader-Meinhof. Hombre, todos hemos visto a la gente más peligrosa de Estado Islámico cortando la AP7 a la entrada de Damasco y a los de Boko Haram abriendo las vallas de los peajes de las autopistas nigerianas en plena operación retorno. Terrible, sí.

Terrorismo, según el diccionario, es un "uso de la violencia y las armas como lucha política y social". Y, como todo el mundo sabe, los CDR van armados hasta las orejas. De hecho, en los registros hechos hoy en los domicilios de los detenidos por los cuerpos especiales de asalto, han encontrado submarinos nucleares, bombas atómicas y media libra de petardos. Ojo, pero de esos petardos que suenan fuerte, eh.

El problema es que estos (y estas) que ahora le ríen las gracias a un Estado que ha optado por acabar con el estado de derecho, un día querrán manifestarse para pedir un semáforo en un cruce o pena de muerte contra los catalanes y acabarán pasando el resto de su vida en una prisión como la del Expreso de Medianoche. Será una pena.