Pues sí, ha sido un impacto. Porque los "trincus" son un referente para diversas generaciones y porque él es muy conocido entre la fauna periodística y mediática. Y ya se sabe, somos una fauna muuuy endogámica que nos encanta hablar de nosotros mismos, de lo que nos sucede y de lo que nos rodea. Pero sobre todo porque la historia tiene todos los elementos para un "Crims" de Carles Porta: conspiración familiar, dinero, celos, venganza, una pareja con mucha diferencia de edad y una mala perfecta para ser la típica mala perfecta. Pero, sobre todo, hay un elemento fun-da-men-tal: intuimos que hay una verdad escondida. O mejor dicho, nos gusta pensar que hay una verdad escondida. Y eso es lo que más nos atrae porque nos permite especular, uno de los deportes favoritos de los seres humanos.

Josep Maria Mainat, una persona que conoce mejor que nadie cómo funciona la trituradora mediática porque ha sido uno de los productores televisivos más importantes de Europa, ha optado por no hacer declaraciones y desaparecer. Su mujer/exmujer intentó asesinarlo y la noticia está destinada a ocupar horas y horas de TV. De aquella TV de entretenimiento que primero trata de este intento de asesinato con un montón de gente que no tiene nada que aportar, aparte de sus suposiciones, y seguidamente saca un esperpento humano destripando su propia vida en directo a cambio de unas migajas en forma de billetes de euro y una fama que dura lo que tardan en volver de publicidad.

Ante eso, Mainat sabe que la receta perfecta para afrontar su caso es, no ya no salir de casa, no, no. Se trata ni siquiera de asomar la cabeza por detrás de una cortina de la ventana. Claro, porque en la puerta de lo que fue su domicilio ya tiene plantados a un montón de cámaras de TV esperando el paso de una mosca para convertirla en un exclusiva mundial. La mosca. Es aquello de ver a un ciudadano-reportero (o una ciudadana-reportera) apretando el timbre de la casa a ver si obtiene respuesta o un montón de personas con micro persiguiendo a alguien que sale y pretende lanzar una bolsa de basura en el contenedor. Unos cámaras y unos reporteros, por cierto, que vaya usted a saber si a alguno de ellos alguna vez Mainat les ha pagado una nómina. Porque este mundo es muy pequeño y hoy trabajas aquí y mañana allí.

Pero en este caso él no es la pieza de caza mayor. No, no, aquí el elefante es ella. Los programas controlados por las grandes productoras del entretenimiento televisivo pagarían muchos millones por poder entrevistarla. Tantos que quizás ya no le haría falta la herencia por la cual, presuntamente, ha estado dispuesta a matar. Pero mientras ella no llega, si es que llega algún día, y si no llega no será por ganas de los fabricantes del espectáculo, siempre hay secundarios dispuestos a pelearse por las migajas.

Esta mañana, sin ir más lejos, en T5 hemos tenido un espectáculo transmitido en Twitter por la cuenta @donchalecos a través varios vídeos. Aquí tiene un par, por si quiere ponerse al día:

Efectivamente, una señora extraña haciendo cosas extrañas y explicando cosas extrañas justo delante de las cámaras. Todo tan extraño que por la tarde la Guardia Urbana de BCN (ojo, no los Mossos) ha acabado deteniéndola a ella y a un individuo que estaba dentro de la casa. El tema sólo ha empezado y todavía veremos cosas y personajes que ni imaginamos. Y la mayoría de consumidores estará pendiente de la cosa. Pero muchos harán aquello tan catalán de mirárselo en la soledad del WC, porque a los catalanes estas cosas no nos interesan nada. En público, claro. En público nos hacemos los ofendidos si alguien nos saca el tema. Ahora, en privado mojamos la producción anual del gremio de panaderos. La de toda Europa. Y como nos quedamos sin material, acabamos usando galletas. ¡De Santa Coloma de Farners, naturalmente! O al menos eso decimos...