Con un gran éxito de público y de crítica ha empezado el ciclo llamado "ahora hace un año que...", donde los puntos suspensivos son un comodín. Concretamente para poder añadir cualquier efeméride que tenga que ver con la COVID. Sí, porque a partir de hoy cada día estaremos celebrando que hace un año de alguna cosa. Del primer caso detectado, del primer muerto, de la anulación del Mobile, del anuncio del confinamiento, de la primera cola que hicimos para comprar papel de WC, del primer pan que cocimos con harina conseguida medio de contrabando, del primer vídeo que vimos con gente haciendo una maratón en el pasillo de su piso de 56 metros cuadrados, etc.

Pero, sobre todo, ahora hace un año que todos (y todas) hacíamos unas afirmaciones donde demostrábamos que no teníamos ni idea de nada. Pero de nada de nada. Más o menos como ahora, pero quizás hemos aprendido a ser un poquito más prudentes. Y disimulamos. Ojo, y sí, queda mucho "de denuncia de la verdad verdadera" hacer lo que mucha gente ha hecho hoy, que ha sido recuperar una crónica de aquellos días de Lorenzo Milà desde Milán y donde decía que tampoco había para tanto. Está muy bien señalar lo que decían algunos, que es lo que decía todo el mundo, incluidos los expertos, pero la hemeroteca es cruel con todo el mundo. Muchos de los que ahora aprovechan aquella conexión para pasado cuentas políticas contra TVE y entonces anunciaban una hecatombe, posteriormente se pasaron a las filas del negacionismo. Y haciendo ver que no.

Total, que ahora cada día iremos celebrando el cumpleaños del "ha venido para quedarse", el "todo irá bien" o el "seremos mejores porque aprenderemos la lección". Y un año después nada es como nos pensábamos que sería y 1/ ya veremos que se acaba quedando y quizás no será lo que nos gustaría, 2/ algunas cosas quizás irán muy bien pero la mayoría empeorarán: crisis económica y de modelo social, comprobar que la administración nos ha dejado desamparados, el aumento de las enfermedades mentales, los efectos que un año encerrados y sin socializarse tendrá en unas generaciones jóvenes y que ahora mismo no ven ningún futuro, etc., y 3/ no, como sociedad no seremos mejores, pero la paradoja es que individualmente sí. Y sobre eso último me querría extender un poquito.

Quién más quién menos ha perdido algun (o más de uno) ser amado y no ha podido ni despedirse de él, pero a cambio seguro que hemos recuperado a algún amigo que teníamos un poquito abandonado, a alguien de nuestro entorno le hemos dicho alguna cosa bonita que en otro momento nos habríamos ahorrado, nos hemos ayudado con vecinos con quien antes nos evitábamos cruzar para no tener que saludarlos, compramos en la tienda de nuestro vecino porque sabemos que sin él todo sería mucho peor y comemos en el restaurante de la esquina porque el dueño ahora es parte de lo que consideramos "nuestro".

Y paralelamente vemos cómo las vacunas se usan políticamente, los países las utilizan como propaganda de su "régimen" privado, las farmacéuticas las revenden a quien les paga más y los poderosos mercadean con ellas para mantener su estatus, por si las moscas. Por lo tanto, también ahora hará un año que... empezamos a darnos cuenta, todavía más, de que nosotros no somos de ese mundo. Ahora hará un año que el abismo entre "ellos" y "nosotros" cada vez es mayor. Y dentro un año diremos que entonces hará un año que todo eso que estamos viviendo se canalizará hacia alguna parte, que en este momento no sabemos cuál será. Porque ahora hará un año nos pensábamos que la COVID era como una gripe y vaya usted a saber dentro de un año por donde acabarà estallando colectivamente esto que se está cociendo individualmente. Y de momento en silencio. Y a fuego lento.