Me jugué una cena. Y soy tan repelente que la he ganado. Hay que decir que jugaba a seguro. La apuesta era que daba igual que se demostrara que ningún diputado de Esquerra había escupido a Josep Borrell y que tanto daba que quedara acreditado que aquello no había sucedido. Habría políticos que irían diciendo que Esquerra escupe ministros y que, por lo tanto, los indepes son violentos y el bla, bla, bla.

¡Y, patapam! Albert Rivera, el hombre que construye realidades como quien construye sueños, se ha convertido en el aspersor del escupitajo. Intervención pública que hace, intervención pública donde triunfa el escupitajo que no fue. En Twitter ya ha aparecido un pequeño resumen de su último acto y Gabriel Rufián ya se ha encargado de difundirlo:

Albert Rivera se ha convertido en el señor "sinofuera". Porque la mayoría de lo que dice sería verdad "sinofuera" porque es mentira. Su discurso siempre está a punto de ser verdad, pero nunca acaba de serlo. No tiene suficiente con los hechos sino que necesita engordarlos.

Albert Rivera transita por el mundo con una mancha y va hinchando todo lo que pasa por delante de sus narices. Un condón se convierte en un globo monstruoso tan grande como el espacio comprendido entre Plutón y Mercurio.

Si llueve un poquito, para Rivera es un huracán que ha matado miles de personas entre terribles dolores y millones de familias se han ahogado juntas mientras intentaban salvarse de los indepes que saqueaban su casa y que les hundían la cabeza bajo el agua.

Si bajan las temperaturas, para Rivera es una ola siberiana nunca vista que ha provocado miles de muertos por congelación mientras los indepes abrían todas las neveras y congeladores para que todavía hiciera más frío y quemaban las mantas de todo el mundo que piensa como ellos.

Si alguien ve un reflejo en el cielo, para Rivera son millones de naves extraterrestres procedentes de Raticulín que, avisadas por los indepes, vienen a la Tierra a exterminar a quien no piense como ellos. Lo que piensen tanto tanto los indepes como los extraterrestres.

El señor Rivera "sinofuera" hace unas semanas va explicando que fueron a Altsasu y les tiraron piedras. Nadie ha podido probar que eso fuera cierto, pero tanto da. ¿Los gritaron? Sí. ¿Los insultaron? Sí. ¿Era eso lo que pretendían yendo precisamente a Altsasu a provocar? Sí. Por lo tanto tuvieron lo que fueron a buscar, pero de piedras ni una.

El señor Rivera "sinofuera" mostró en el Congreso de los Diputados un libro que él dijo que era de texto y que dijo que se usaba a las escuelas para adoctrinar sobre los Països Catalans. ¿Era un libro? Sí. ¿Tenía páginas? Sí. ¿Y fotos? Sí. ¿Y letras? Sí. ¿Y se hablaba de los Països Catalans? No. ¿Se hablaba del ámbito lingüístico? Sí. ¿Era un libro de texto? No. ¿Este libro está en las escuelas? No. ¿Era una enciclopedia editada por TV3 donde, de entre muchas otras cosas, se hablaba de los lugares donde se habla catalán? Sí.

Rivera 1

Rivera 2

A Albert Rivera, el señor "sinofuera", no tiene suficiente con la verdad que pasa ante sus narices para alimentar su discurso apocalíptico. Y necesita fabular, imaginar, suponer. En busca de la realidad que él querría que fuera. Y lo seguirá haciendo mientras haya gente que se lo crea. Sean supuestos gargajos, imaginarias piedras, libros que no son o la Guerra de los mundos.

Ah, por cierto, para la cena escogeré un lugar baratito donde no escupan, ni tiren piedras, ni nos ataquen las naves extraterrestres.