Donald Trump es tan falso como su peinado. Él, el presidente del país más poderoso del mundo con el permiso de China, ha conseguido que Twitter lo desmienta permanentemente porque la mayoría de las cosas que dice allí no son ciertas. Nunca se había visto que al presidente del país que lidera el bloque de los estados democráticos del planeta se le diga cada día públicamente varias veces en una red social que es un mentiroso. Y aún menos que, a pesar de ello, él persista en publicar falsedades. Sin ninguna manía. Ni arrepentimiento. Ni rectificación.

En una misma frase, Trump dice que ha ganado unas elecciones y que estas elecciones son fraudulentas y un pucherazo, poniendo así en duda el propio sistema democrático de su país. El mismo sistema que hace cuatro años le permitió ganar contra todo pronóstico y desmintiendo todas las encuestas. Y en la frase siguiente exige que paren el recuento de votos. Exactamente a partir del momento en que empieza a perderlo. Y todos sabemos que lo hace y lo dice porque no sabe perder. O mejor dicho, no soporta perder. Por eso él es el ejemplo perfecto del mundo de las dos realidades, o cuando la verdad no te gusta creas una propia. Y te instalas en ella. No, no, esto de Trump no son fake news, son mentiras de niño maleducado que no acepta que el mundo no sea como él quiere. El problema es que este adolescente de 74 años que no ha recibido una colleja a tiempo ha llegado a ser una de las personas con más poder del mundo.

Y sabiendo todo eso, al personaje a quien a un servidor se le acaban los adjetivos descalificativos negativos, lo han votado 68 millones de personas (¡SESENTA Y OCHO!). ¿Por qué? Pues mire, si tiene un momento oiga este enlace. Corresponde al programa Catalunya Migdia de Catalunya Radio de ayer miércoles día cuatro de noviembre en la franja de tres a cuatro de la tarde. Allí Geni Lozano, corresponsal de la emisora en Washington, en un momento dado cogió el micro y el análisis le salió a chorro. Primero pim y luego pam, fue diseccionando con precisión las causas que explican por qué Trump ha sido presidente y por qué lo votan más o menos la mitad de los electores. El resto de presentes, que también sabían de qué iba el tema, ayudaron a acabar de componer el retrato.

Por lo tanto, aquí básicamente suceden dos cosas: 1/ Si yo pienso que Trump es un imbécil integral y 68 millones de personas piensan que no, y todas ellas viven en los EE.UU. y yo no, es muy probable que quien esté equivocado sea un servidor de usted. O mejor dicho, puede ser que Trump sea muy imbécil y que muchos de sus votantes lo piensen, pero es su imbécil. Y existe la posibilidad de que si yo viviera allí, también fuera el mío. Y 2/ Tendemos a opinar tajantemente de cosas sobre las cuales queremos saber más que quién sabe realmente o bien las sufre. Y todo eso liga con lo que antes le comentaba de Geni Lozano.

Es cierto que a veces las cosas se ven mejor desde fuera, pero antes de descalificar lo que consideras más opuesto a ti, primero hay que intentar entenderlo. Y para ello hay que escuchar a los que saben. Porque en la vida las cosas no suceden solas sino que siempre hay una causa. Y en este caso son 68 millones de causas. Las causas de los que las padecen. Después te gustarán más o menos y estarás más o menos de acuerdo o no, pero sabiendo la realidad es más fácil cambiarla. O combatirla. A no ser que quieras ser como Trump y vivir en un mundo paralelo, que también es una opción.