De los cuatro acusados que han declarado hasta ahora, dos de ellos han contestado a la fiscalía y a la abogacía del Estado. Y después de oír las preguntas, los argumentos y comprobar las intenciones, un servidor ha llegado a una primera conclusión. Y esta conclusión se llama que creo que me he confundido. De juicio, y me he confundido en general.

Yo no entiendo del terma, pero había leído que este juicio iba de que la fiscalía y la abogacía del Estado tenían que demostrar que los acusados habían cometido los graves delitos de sedición y rebelión por los cuales son juzgados. Unos delitos tan graves, que, cuándo acabe el juicio, habrán justificado que 9 de las personas que se sientan en el banquillo hayan pasado un año y medio de su vida en prisión provisional.

Yo no entiendo del tema, pero creía que el trabajo de la fiscalía y de la abogacía del Estado en este juicio era sostener y probar las terribles acusaciones de terribles delitos que el juez Pablo Llarena incluyó en su instrucción basándose en un informes muy sólidos de los cuerpos de seguridad. Porque si no fueran sólidos no habrían servido para tener nueve personas un año y medio en la prisión sin haber sido juzgadas.

O sea, pobre de mí, mi confusión es total porque yo estaba convencido de que este juicio aportaría evidencias y demostraría la estructura acusatoria creada por el juez instructor Pablo Llarena. Porque yo creía que en los interrogatorios, la acusación y la abogacía del Estado aportarían evidencias y demostrarían la violencia y la cosa tumultuaria. Y resulta que no.

Segundo día de interrogatorio de los acusados y no hemos visto pruebas de violencia pero en cambio hemos visto presupuestos que han intentado ser colados como facturas pagadas para intentar demostrar una malversación, hemos visto tuits y titulares de prensa que se intentaban usar como prueba, documentos que eran leídos a medias y que leídos enteros decían una cosa totalmente distinta a la que se intentaba que dijeran, hemos visto documentos aportados por la fiscalía que no se han molestado en traducir y que parecía que el señor fiscal veía por primera vez en su vida, hemos visto como la fiscalía citaba documentos que no estaban preparados para poder ser vistos en el momento porque parece ser que no habían sido solicitados, hemos oído como se volvía a preguntar (en este caso a Jordi Turull) si era socio de Òmnium, que imagino ya debe ser como pertenecer a las SS... y hemos visto a la Abogada del Estado, la mítica señora Seoane, teniendo que oír como el juez le decía después de hacer una de sus preguntas Cantinflas: "Perdone, yo ya me he perdido".

Si no fuera porque de alguna manera están juzgando dos millones y medio de ciudadanos y a los acusados les piden penas no pequeñas, eso sería el espectáculo del Bombero Torero. Sería una película de Torrente. Sería Manolo el del Bombo sacándose paluegos de ternera jardinera de sus incisivos con un palillo usado mientras remueve una copa de 103 con una faria gallega.

Oiga, yo no entiendo del tema pero me habían dicho que estábamos hablando de SEDICIÓN y de REBELIÓN, unos delitos que no son robar una gallina. Son delitos suficientemente graves como para que alguien los tenga que demostrar. Y, sí, ya sé que los que saben de esto dicen que lo de la fiscalía y la abogacía quizás es una estrategia y que sacarán la artillería con los testigos. Pero los que no entendemos pensamos que si tienes material potente, lo sacas desde el primer minuto a los acusados para dejarlos en evidencia.

Y estamos desconcertados. Nosotros y el pobre Paco, el oficial del juzgado llamado así de manera oficial y que es el encargado de proyectar las pruebas documentales para que puedan ser vistas. Al pobre Paco le hacen bailar la cabeza pidiéndole papeles que él no sabía que tenía que tener a mano. Y los que entendemos del tema nos ponemos en su piel y exclamamos: #todossomospaco.