El caso Ábalos-Koldo no solo ha destapado lo que parece confirmarse ahora, añadiendo a Santos Cerdán, como una vía estructural de corrupción dentro del gobierno de Pedro Sánchez, sino que ha puesto una vez más sobre la mesa cuál es el papel que se reserva a las mujeres en la política de este país. No es la primera vez que un escándalo político tiene que ver también, o destapa, como es habitual en las élites en general, también en las élites políticas, el hecho de pagar por sexo; y en eso da igual que sean de derechas o de izquierdas. De hecho, en temas de patriarcado, todo es lo mismo; aunque en el caso de los hombres de los partidos de izquierdas tendría que abrirse toda otra reflexión que no se quiere hacer. No la hacen, cuando menos públicamente, ni las mismas mujeres de estos partidos, de modo que acaban siendo, evidentemente sin quererlo, cómplices de la situación.

La pregunta clave es: ¿puedes luchar, y/o plantear la igualdad entre hombres y mujeres si cuando te levantas de la mesa de negociación pagas para utilizar el cuerpo de una mujer? Ya habéis visto en las grabaciones, además, en qué términos hablan los protagonistas. A mí me parece que de ninguna de las maneras y, por lo tanto, estoy muy y muy harta de la farsa que hacen los partidos de izquierdas respecto del género y su importancia para la transformación social. Y a mí ya tampoco me sirve, excusar la situación porque, cuando menos, ¡en algo avanzamos!

Hay un montón de datos que sitúan a España al frente de los países consumidores de prostitución

De hecho, les sirve especialmente jugar, políticamente, con la igualdad entre los sexos a los hombres de izquierdas para ganar, en ciertas ocasiones, votos a la derecha; pero no veo yo que con este sustrato cultural se pueda adelantar de verdad, es decir, para cambiar las cosas. De hecho, no les conviene porque, si somos iguales, utilizarnos como objetos sexuales se les hace mucho más difícil. Además, ¿es que nos pensamos que este tipo de hombres, en su cerebro, hacen una distinción entre diferentes tipos de mujeres? Por otra parte, para mí, ni pertinente ni relevante, porque todas las mujeres, sin distinción, merecemos el mismo tipo de respeto; todas es todas. Respeto que no va más allá del que merece un hombre. A ver cuándo somos capaces de pensar en términos de personas y dejamos de dividir para mantener las categorías de dominación establecidas.

Para no afrontar el problema decimos que lo que pasa es minoritario, cuando se destapa hace mucho daño, y hay mucha incomodidad, pero el resumen acaba siendo que no se puede poner a todos los hombres en el mismo cesto. Eso es cierto, no todos los hombres pagan para practicar sexo, no me pondré con cuántos sueñan con hacerlo, pero las cifras oficiales de consumo de prostitución no nos dicen que eso sean casos aislados. Ni dentro ni fuera de la política. Hay un montón de datos sobre el tema que sitúan a España al frente de los países consumidores de prostitución; datos que también nos dicen que los consumidores son mayoritariamente hombres, cada vez más jóvenes y de todo tipo y característica social. Además, en el PIB recogemos la barbaridad de dinero que mueve este sector de negocio y, por lo tanto, entre una cosa y la otra, las cifras oficiales que sitúan en 3 de cada 10 hombres a los consumidores ya deja bien claro que hay demasiados que no dicen lo que de verdad hacen. De hecho, hace tiempo vi un estudio, que tengo que poder recuperar, en que la cifra era de 7 de cada 10 y, por lo tanto, hay todavía mucho a explorar con respecto a evidencias científicas en este campo. Para empezar, lo que importa es que tengamos claro que detrás de la cifra hay hombres de carne y hueso que conviven con nosotras, o en el trabajo, o en casa, o en el partido, o en el vecindario, o en la ONG, en todas partes, y que eso tiene un efecto en las relaciones y el trato que establecen con nosotras. No os creáis nunca que estas cosas se pueden separar; si no se tiene respeto hacia alguien, aunque solo sea una persona, y eso quiere decir también respeto hacia su cuerpo, quiere decir que no se tiene hacia nadie. Ahora, disimular, en este país, y más en todo aquello que tiene que ver con nosotras, las mujeres, sale gratis; cuando menos, ¡de momento!