La sentencia del TSJC contra Laura Borràs es desproporcionada e injusta. Más de cuatro años de cárcel y trece de inhabilitación por el presunto delito que se juzgaba es una pasada de frenada tan grande que incluso el propio tribunal pide el indulto. De nuevo, ningún tipo de sutilidad por parte del Estado a la hora de imponer su poder: van siempre a la destrucción total de lo que consideran el enemigo, es decir, el independentismo. De nuevo se confirma que ningún independentista tendrá un juicio justo. Ante esta sentencia, que no por esperada debe resultar asumible, Laura Borràs ha reaccionado rápido y con corrección institucional subrayando, con los cuadros principales del partido apoyándole, que se defenderá de un juicio político. Este posicionamiento es relevante porque más allá de la adhesión o no a la figura o al pensamiento de Borràs, están los hechos. Y los hechos dicen que esa sentencia es injusta y desproporcionada. Éste es el elemento clave y no ningún otro.

Y no todas las reacciones han ido en esa línea que, insisto, es la raíz de la cuestión. Empecemos por Esquerra: dos errores. El primero, de sus juventudes, que no tiene ninguna relevancia política pero que sabe mal que hagan el burro. El segundo, en la aproximación que hace el partido. Contando que no es una sentencia firme; que habrá recursos; y que el propio tribunal no está de acuerdo en la sentencia y pide su indulto; salir a decir que queda probado el delito es forzado. Por su parte, el president Aragonès ha ido a la siguiente pantalla —no ha sido el único— y ha pedido que se resuelva rápidamente quién debe ocupar la presidencia del Parlament, cuestión muy relevante, pero tampoco se ha centrado en los hechos. Omitir los hechos cuando se trata de una injusticia es una mala praxis que el independentismo hace a menudo por cálculo partidista. Blanquea las pasadas de frenada del Estado y las justifica para dañar al otro, obviando que el próximo puede ser él mismo.

Omitir los hechos cuando se trata de una injusticia es una mala praxis que el independentismo hace a menudo por cálculo partidista

Junts se ha solidarizado con Laura Borràs, como no podía ser de otra forma y más ante la magnitud de la decisión del Tribunal. De Xavier Trias a Jordi Turull cerrada de filas general junto a la presidenta del partido y denuncia del hecho. La parte más Laurista del entorno de Junts, por boca del president Quim Torra, ha hecho como Pere Aragonès y se ha apresurado a posicionarse sobre el ámbito institucional, esta vez, para decir todo lo contrario que president de la Generalitat. Las instituciones no son un tema menor y menos en un país a medio hacer como el nuestro. Además, lo que ocurra a partir de ahora será la próxima guerra entre los independentistas. Será en el corto plazo, de preparación del escenario de las elecciones municipales. Y aquí, Junts puede tener problemas, puesto que lo que defiende una parte del partido o entornos cercanos es contrario a lo que piensa parte de un electorado que puede recuperar en las próximas municipales si se siguen haciendo bien las cosas como hasta ahora.

Discusiones internas a dos meses de unas elecciones nunca son recomendables. Por eso ERC presiona —parece que sus encuestas no van cómo habían previsto— y la ANC también, con la idea de una lista propia. La justicia vuelve a estrechar el camino. Porque estresar más la situación institucional de un Parlamento en horas bajas puede parecer poco recomendable, pero aceptar la inhabilitación implica que Junts se queda sin candidata a las próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Y por encima de todo esto, o al menos junto a todo esto, hay una pregunta relevante: ¿qué quiere la gente? Pues que la cosa funcione y que no hagamos el ridículo. Pero también que no se humille a los líderes, que no se ceda terreno y que no haya peleas partidistas. Fácil, eh.