¿Qué debieron hablar a ciencia cierta en los encuentros entre juntaires y peperos este verano? Sin duda, más de lo que se nos dijo. Y mucho más que no han querido reconocer ambos. Al menos hasta la fecha. Sabemos que una de las exigencias juntaires era el reconocimiento de estadista para Puigdemont. Una de las obsesiones de Waterloo. La otra, obviamente, que el presidente Puigdemont pueda volver a Catalunya sin la amenaza de ser detenido y juzgado. De hecho, es exactamente esta cuestión la que ha hecho temblar a Waterloo delante de la obcecación de los jueces para implicarlos en unos sumarios que estos arreglan a discreción y arbitrariamente. Y de aquí a votar con PP y VOX contra la misma ley de amnistía que solo hace unas semanas consideraban inmejorable, desde Waterloo, reclamando ufanos la paternidad. Un acto, el cambio repentino de criterio, que solo se explica desde un egoísmo superlativo disfrazado de generosidad y firmeza. Seguimos engañando a la tropa, sin manías.

Juntaires y peperos se buscaron después de las elecciones. Con ganas. A la desesperada también. La existencia de VOX hacía inviable ningún tipo de recorrido conjunto a corto plazo. Pero, aun así, lo probaron, se sondearon y con posterioridad se perdonaron la vida. Feijóo reclamando respeto por Junts. Y estos sin hacer aspavientos por entenderse con el diablo si hace falta 'por Catalunya'. Siempre ha sido por Catalunya, todo, por la patria. Lírica aparte, en lenguaje más prosaico: sembrar ahora, para recoger más adelante. Por Catalunya, por supuesto.

Puigdemont, a la primera de cambio, cuando sus votos han contado, se ha tirado de cabeza, desatado, con todo, y a discreción, para protagonizar todo aquello que había reprobado. Ni más ni menos. Visto con perspectiva, después de seis años de comedia, sabe mal por toda aquella gente que había creído ciegamente en las consignas encendidas, aunque nunca confirmadas por los hechos.

Cuando Feijóo en plena campaña gallega confiesa a los periodistas la voluntad de indultar a Puigdemont, ¿es que intenta una voladura controlada, sabedor de que se puede filtrar aquello que debieron abordar en privado?

¿Qué debieron hablar, pues, para que ahora Puigdemont —fastidiado por la posición de los jueces en sintonía con el PP— amenace veladamente de hacer saber el contenido de aquello que hablaron? ¿Los juntaires grabaron todo el encuentro, y por eso amenazan con hacer público el contenido? También es bien posible que lo grabara el PP. Pero claro está que ahora mismo, en plena recta final de la campaña electoral gallega y con las elecciones vascas al caer, es el PP quien tiene más que perder.

Por eso, precisamente por eso, cuando Feijóo en plena campaña gallega confiesa a los periodistas la voluntad de indultar a Puigdemont, ¿es que intenta una voladura controlada, sabedor de que se puede filtrar aquello que debieron abordar en privado? Parece del todo plausible para evitar la sacudida que representaría que se supiera que toda la campaña incendiaria que han desatado contra la amnistía es el estallido de la frustración por haber vendido la piel del oso (el Perro en este caso) antes de haberlo cazado. Feijóo incluso siembra dudas, ahora, sobre la acusación de terrorismo, que es donde querrían cogerse determinados jueces para driblar la ley de amnistía. La de giros que veremos en la derecha.

En todo caso, estaría bien que unos y otros aclararan los hechos y el contenido de aquello que se dijeron y aquello que pretendían. 'Todo se sabrá' decía Puigdemont. 'Se sabrá' —si es que finalmente se sabe— gracias precisamente a la falta de escrúpulos del PP y al enfado y desconcierto de un mundo que parece haber descubierto repentinamente que todo es bastante más complejo que cuando se lo miraban desde la grada y denigraban los que estaban en la arena toreando el Miura.