Salvador Illa ha pedido a los partidos nacionalistas catalanes que aprendan de sus homólogos vascos. De hecho, echa de menos "el oficio político" —entre otras lindezas que agrandan la política, incluida la educación—, de los del norte en nuestro país. Salvador Illa se ha desahogado en esta idea, y en otras, en la conferencia-coloquio Catalunya, España, Europa, organizada por el diario El Correo en Bilbao. El tema de la educación me ha tocado bastante las narices, aunque no es el foco central de su discurso ni de este artículo, y entiendo que debe incluir, por ejemplo, la falta de buena educación que supone hablar solo en la propia lengua como harán los partidos catalanes en el Congreso en comparación con los vascos, que lo harán en las dos.

Volviendo al hilo, podríamos pensar que como el acto era en el País Vasco se ha excedido un poco en aquello de agradecer que lo hayan invitado, aparte de tener una evidente mala memoria; pero lo cierto es que del derecho y del revés Illa no para de dejar Catalunya y a la ciudadanía que no lo vota, pero sí vota a los partidos nacionalistas, a la altura del betún. De rebote, cierto, pero lo hace; eso sí, con la misma educación y discreción que reconoce y elogia de los partidos nacionalistas vascos. Partidos, por otra parte, de los cuales no siempre ha hablado tan bien y tampoco lo hará, probablemente, dentro de unos días. Pero siempre, y eso sí que es importante, en el fondo y en la forma, lo traiciona ser del grupo que acepta que sea nacionalista todo el mundo —incluso dentro del estado español—, excepto los y las catalanas en nombre de Catalunya. Incluso ahora —y aunque Coalición Canaria se ponga bien—, que, supuestamente, nos necesitan para volver a gobernar.

Si se diera el caso de que estuviera de acuerdo con él y llegara a dar por buenas sus palabras —como opinión propia no tengo nada que decir, como análisis político ya os digo que no las comparto—, no tendría más remedio que hacerle una pregunta: ¿este mismo análisis sirve para comparar las y los socialistas vascos y catalanes? Porque también veo de primeras, una retahíla de diferencias que dejan a los de casa, a los de Catalunya, muy mal parados.

Hay una cosa que envidio mucho del País Vasco, y es que los nacionalistas vascos nunca tienen que hacer el trabajo solos, ni lo que es más importante, teniendo al resto de partidos del territorio en contra, cuando piden mejoras para su ciudadanía. Sea del tipo que sea —muchas veces nosotros hemos sido la torna— el pacto con el que las han conseguido. No es que sea el paraíso, es sencillamente la normalidad democrática esperable, pero imposible en Catalunya. No he oído nunca a ningún partido político vasco, sea del tipo que sea, renegar de su concierto económico, de hecho, salen todos con uñas y dientes a defenderlo ante cualquier iniciativa —por otra parte, bien escasas y débiles— para desmontarlo o mínimamente alterarlo.

Por lo tanto, su planteamiento, el del Salvador Illa, lo que a mí me lleva a considerar es con qué buenas palabras puedo hablar yo de lo que el PSC en comparación con el Partido Socialista Vasco ha hecho y ha conseguido por Catalunya. No ya para tener mejores condiciones comparativas que las de otros territorios del Estado, sino —es mucho más triste— para conseguir que la ciudadanía de Catalunya no salga una y otra y otra vez más perjudicada con respecto a sus derechos, y no hablo de los políticos ni siquiera, sino, a secas, de los de bienestar y oportunidades de vida.