Últimamente, no estoy muy fino de ánimos ni juicio, y es por eso que ayer acabé leyendo en el digital Crítico una entrevista de Roger Palà a la presidenta del Consell de Govern de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (un cargo tan largo de nombres y pompa como corto de explicar: la comisaria política de Esquerra en los medios de la tribu), Rosa Romà. Avanzada la interviú, el periodista comunistoide preguntaba a la monarca si en TV3 se habla demasiado castellano (lengua a la cual la gente mínimamente leída llamamos español) y la protagonista contestó recordando que "la presencia del catalán en el entorno digital audiovisual es prácticamente inexistente (cosa que es mentira, aclaro) y, por lo tanto, tenemos la obligación de ofrecer el máximo de contenidos posibles en esta lengua." Romà añade que a menudo, "en muchos campos: en el científico, la salud, el tecnológico, el económico, hay cuestiones en que hay que encontrar la mirada de un experto externo", y acaba remachando: "siempre tenemos que tener aquel que mejor pueda explicar la noticia de la cual estamos hablando, en el idioma que sea."

De todo, querida Rosa, es precisamente este último sintagma el que me tiene francamente enamorado. Porque no os penséis que, con este "idioma que sea", Romà se esté refiriendo al amazig, al árabe, al bengalí o al urdu o a uno de los más de 300 idiomas que conviven en una ciudad como Barcelona y que son lengua materna de muchísimos conciudadanos del país. Todo lo contrario, Romà saca del armario el antiquísimo argumento colonialista según el cual hay aspectos donde nuestra querida lengua, para decirlo finamente, se queda corta de expertos. Si los redactores de TV3 no encuentran a un físico docto en galaxias que hable catalán, pues qué haremos, hijita mía, tendrán que buscar uno que charle en otra lengua. Si los sufridísimos guionistas de Catalunya Radio no son capaces de pescar a un experto en óperas de Vicent Martin i Soler que hable nuestra lengua, pues tócate los cojones y baila, que no habrá más tu tía que encontrar otros "en el idioma que sea." ¿Y cuál es, en la inmensísima mayoría de casos, este "idioma que sea"? ¡Alehop! ¡El español!

La idea según la cual nuestra lengua necesita un auxiliar de autoridad (que siempre, pero putamente siempre, acaba siendo el español) es, aparte de falsa, un tiro en el pie para su prestigio

La historia es suficientemente antigua, pero hay que repetirla a menudo a modo de advertencia. El catalán es una lengua utilizada por voces autorizadas en cualquier materia y, en caso de que algún trabajador de la Corpo no las encuentre, que se ejercite mejor navegando por Mr. Google. La idea según la cual nuestra lengua necesita un auxiliar de autoridad (que siempre, pero putamente siempre, acaba siendo el español) es, aparte de falsa, un tiro en el pie para su prestigio. De hecho, hay que recordar que TV3, incluso si nos situamos en el marco de la legalidad autonomista, solo tiene sentido como televisión en catalán. La tele pública no tiene que reflejar la realidad lingüística del país, como sostienen los cursis, sino producir contenidos audiovisuales e informativos en catalán y, cosa que a menudo se olvida, desde una óptica catalanocéntrica. Digo esto porque la castellanización de TV3 durante los últimos lustros no proviene solo de la presencia del español en sus estudios (ni del insufrible barcelonés catanyol que habla todo dios), sino de la españolización de muchos nuevos formatos audiovisuales que se hacen.

La lengua es un marco mental y la defensa de un imaginario. Ya tiene cachondeo, por ejemplo, que todo el mundo se haya hecho eco de la censura (espantosa) que ha sufrido el programa Zona Franca y que muy poca peña haya prestado atención a que la mayoría de trabajadores del programa, con respecto a su productora y su grupo de guionistas, tengan como referencia y objetivo de impacto la geografía mediática española y, en último término, la voluntad de acabar trabajando "en el idioma que sea." Al fin y al cabo, como veis, todos los consellers de la Corporación comparten el mismo imaginario político: los de la partidocracia española querrían que TV3 fuera una cadena más del Estado (o directamente chaparla) y los supuestamente independentistas, al fin y al cabo, acaban defendiendo un producto que todavía tiene que pedir disculpas por hacerse totalmente en catalán, y por eso, de vez en cuando, tiene que poner con calzador algún experto que se exprese "en el idioma que sea." Pero eso, supongo, ya lo sabíais de sobra. De hecho, la culpa la tengo yo, por leer y perder el tiempo con según qué entrevistas.