Unas 7.000 personas congregó este domingo en el passeig de Colom de Barcelona la marcha de Societat Civil Catalana por el “seny” —o el “seni”, como dicen los políticos de Madrid como García-Margallo cuando se ponen a hablar de Cambó, etc.—. En el mismo escenario, el domingo pasado, la ANC reunió a cerca de 50.000, lo que da una idea de la magnitud del pinchazo de la convocatoria españolista. Y eso —o quizás debido a eso— que la marcha de SCC, tuvo entre sus estrellas principales a lo más granado del socialismo local, comediante e internacional: Miquel Iceta —acompañado de su fiel lugarteniente, Salvador Illa, todo un ejemplo de verbo inclusivo—, Rosa Maria Sardà —hermana del famoso periodista— y Manuel Valls, el exprimer ministro francés a quien sus compatriotas mandaron a casa en las presidenciales antes de que Macron, a quien se ofreció para lo que hiciese falta, se lo quitara de encima como aquel que se sacude un bicho de la manga de la chaqueta.

Los restos del naufragio socialista buscan cobijo a la sombra de las rojigualdas. Iceta, un dinosaurio superviviente de la vieja política, parece haberle cogido el gusto a manifestarse junto a sus enterradores: Ciutadans —aunque Arrimadas, el “enigma” Arrimadas, titulaba ayer en portada el dominical de El País, misteriosamente no estuvo en Colom— y el PP de García Albiol, a quien, por otra parte, resulta un chiste oír hablar de “mayorías” y “minorías” de catalanes. El PP, ya en tiempos de Vidal-Quadras, allá por los años noventa del siglo XX, empezó a horadar la potente base electoral socialista en el área metropolitana de Barcelona, territorio por donde ahora los “Ciutadans” campan a placer. Y el partido del “Si tú no vas ellos vuelven”, el de ese Miquel Iceta que, no hace mucho tiempo, llegó a proponer la solución canadiense con opción a independencia si los catalanes rechazaban una reforma constitucional en clave federal, desfila ahora por Barcelona del brazo de los promotores del 155. Y aún es capaz de mostrarse ofendido e indignado.

Iceta dice que quiere ya un Govern para que se pueda levantar el 155, pero no dice que el 155 se activó, en buena parte, gracias a él y sus amigos del PSOE, que lo apoyaron a pie juntillas en el Senado —con la única excepción, honrosa pero inútil, de José Montilla— y tras un patético intento de negociar su aplicación o hacerla menos dolorosa.

El socialismo náufrago no tendrá otra que incorporarse a los tripartitos municipales del 155 bajo bandera de Tabarnia

Es cuestión de (poco) tiempo que las últimas alcaldías en manos de los Balmon y otras figuras crepusculares del PSC metropolitano caigan ante el empuje de los naranjas en el imparable avance que vaticinan las últimas encuestas. Ante esa tesitura, el socialismo náufrago no tendrá otra que incorporarse a los tripartitos del 155 que se configurarán en los ayuntamientos del entorno de Barcelona bajo bandera de Tabarnia. Cs y el PP son sus nuevos compañeros de viaje y las manis compartidas de estos últimos meses forman parte del proceso de inmersión y ensayo de ese nuevo papel de segundones de "seni" en la caravana de la derecha posmoderna a fuer de neolerrouxista.

Y luego hay quien se pregunta y llora y teoriza por qué la socialdemocracia se ha hundido en Europa. Desde luego que su residualización acelerada tiene que ver con la primera parte del binomio, con lo social, con el abandono del pacto del bienestar. La socialdemocracia europea, también la catalana y la española, ha ido dejando en la cuneta a las clases medias y bajas precarizadas que la llevaron al poder. Pero también tiene que ver con la segunda parte: con el compromiso con la democracia. El problema del PSC no es que se le atragantó el procés: es que se ha puesto del lado de los que quieren que la democracia siga atada y bien atada. Dime con quién desfilas y te diré quién eres, Miquel Iceta.