Lo único que pueden hacer públicamente los sindicatos de Renfe y Adif —y las direcciones empresariales y los responsables políticos de los últimos muchos años— es salir a pedir perdón al pueblo de Catalunya. Ni huelgas ni puñetas, pedir perdón. Por su incompetencia, por su falta de responsabilidad, por su falta de sensibilidad con los usuarios y por su falta de implicación y de integración en el país en el que operan. Lo que deben hacer es pedir perdón por tanta ineficiencia. La ineficiencia en el transporte público es un lastre para la competitividad de un país. Es una barrera para la transición del coche al tren que requiere la emergencia climática. Es un grave obstáculo para dar garantías a la conciliación familiar.

Pero los sindicatos de Renfe y Adif no han pedido perdón. Han decidido anunciar una huelga política. Que al final se ha desconvocado por un acuerdo de última hora con el ministerio, de acuerdo. Pero lo relevante no es si se ha hecho o no, sino el anuncio. El anuncio de una huelga por un acuerdo que en detalle todavía no es público, por un posible traspaso que no existe y que si algo se ha dicho es que los trabajadores mantendrán sus condiciones. El anuncio es propio de aquel “quien pueda hacer, que haga”. Lo relevante es el anuncio, porque si se hace huelga no se notará. No porque no haya graves problemas de movilidad, que los habrá. Sino por la cotidianidad, por lo muy a menudo que los trenes van mal en Catalunya. Por cómo funcionaron ayer.

Lo único que pueden hacer públicamente los sindicatos de Renfe y Adif es salir a pedir perdón al pueblo de Catalunya. Ni huelgas ni puñetas, pedir perdón

Rodalies en Catalunya es un desastre. Se pongan como se pongan, traten de demostrar lo que quieran con los datos que quieran, no cambiarán esta percepción. La gran mayoría de la población catalana tiene el convencimiento de que esto no va. Hace tiempo. Tras muchos incumplimientos de promesas electoralistas; de muchos incumplimientos en la ejecución de presupuestos; de retrasos de décadas en inversiones anunciadas en varias ocasiones; de un semi-traspaso fallido. En Catalunya solo se cree en una solución: el traspaso completo de Rodalies a la Generalitat de Catalunya. Gestionarlas desde Catalunya y no desde Madrid. Oponerse a esto es no entender en qué país trabajas. De hecho, oponerse al traspaso de Rodalies es propio de una mentalidad de ocupante. Otra cosa es la reivindicación de los derechos laborales, a los que todo el mundo tiene derecho, ¡faltaría más! Pero este no ha sido el motivo del anuncio de convocatoria de huelga, que ya nos conocemos. Después de tanto malestar causado no puede hacerse según qué. Y menos si nos fijamos en el contraste que hay entre Renfe y Ferrocarrils de la Generalitat, que funcionan de primera. No se puede anunciar una huelga política en contra del bienestar de los ciudadanos para los que trabajas.

Han empezado mal, pero no todo son malas noticias. Para un político en primera línea es aconsejable que pueda pensar qué herencia deja con su gestión. Es decir, por qué será recordado una vez finalice su trabajo. El president Pere Aragonès parece tener claro que va agotándose el tiempo de la legislatura y que debe empezar a centrarse en obtener resultados. Rodalies y financiación, ha anunciado como objetivos después de una reunión extraordinaria del Govern. Y para liderar el posible traspaso, ha nombrado como comisionado a Pere Macias, apostando por su experiencia y renunciando al sectarismo político, ya que, pese a su perfil técnico, a nadie se le escapa que se trata de un exconvergente. No hay tiempo y se buscan resultados. A ello ayudaría, y mucho, si al menos en este ámbito se trabajaran las complicidades políticas y no la eterna división. Rodalies es un tema de país y es así como debería defenderse, dejando claro a los de las huelgas que han empezado mal.