Un Estado democrático y social es su Hacienda. Recaudar los impuestos que corresponden a cambio de hacer funcionar escuelas, hospitales, policía, trenes o infraestructuras. De hecho, los vascos son independientes, y ellos lo saben, porque recaudan todos los impuestos. Y todo lo que vivimos en Catalunya del 2010 al 2017 no se explica sin el hecho de no tener la llave de la caja. Y en esto estamos todavía. Es más, la Generalitat nació en 1359, bajo la presidencia de Berenguer de Cruïlles… para recaudar impuestos.

Por tanto, que la corrupción llegue a la Hacienda de un país es lo más grave que puede pasar. De todas las corrupciones habidas y por haber, de derechas y de izquierdas, de catalanas y españolas, la más escandalosa —presuntamente— es la de Cristóbal Montoro.

Ciertamente, parecía que el PP solo tenía que esperar sentado para ver pasar el cadáver de Pedro Sánchez. Hasta que ha llegado este caso… Algo que, por otra parte, ni debería alegrar al PSOE, ni debería alegrar a nadie. Porque, y todos los analistas coinciden, quien gana en todo ello es Vox. Aunque también deberíamos hacer la reflexión de que, con todas sus taras, al menos en una democracia el sistema puede descubrir estas trampas.

Empresas, bancos o particulares se habrían ahorrado el pago de impuestos a cambio de comisiones a una empresa consultora… del ministro de Hacienda

Y no menores. Estamos hablando de un ministro de Hacienda que se dedica, supuestamente, a traficar con leyes a cambio de comisiones. Eso sí, quien tira del hilo es un humilde juzgado de Tarragona y una fiscal honesta, que incluso fue expedientada por hacer su trabajo. Un escándalo que, de confirmarse, es, insisto, la mayor vergüenza para un Estado y para todos los ciudadanos que cumplen, de grado o no, siempre con Hacienda. Un caso, un escándalo, que tiene implicaciones que afectan a bancos, eléctricas o tabaqueras. Bancos que pagaron millones a una consultora, vinculada al ministro de Hacienda, en pleno rescate bancario. Eléctricas que pagaron millones en plena reforma del sector. Empresas, bancos o particulares que se habrían ahorrado el pago de impuestos a cambio de comisiones a una empresa consultora… del ministro de Hacienda. Una pésima noticia para España y para la credibilidad del Estado, y que ocupa menos espacio mediático del que merecería.

Un muy mal ejemplo que deja en nada aquello de Hacienda somos todo. El eslogan nació en 1978, en una campaña promovida desde el ministerio encabezado entonces por Francisco Fernández Ordóñez. En concreto era: "Ahora, Hacienda somos todos. No nos engañemos". Hasta entonces, había sido práctica habitual escaquearse. Se le atribuye su paternidad al creativo Stanley Bendelac, de la agencia Delvico, pero hay quien dice que fue el propio ministro quien dio la frase a Bendelac. De hecho, ya había convertido en famoso el lema "aquí paga hasta el rey". Y todavía hay quien dice que se lo inventó el sociólogo Aurelio Ayala Tomás, funcionario del ministerio. Aunque Ayala reconoce que la tomó de uno de los discursos de Juan Bravo Murillo, ministro de Hacienda en tres períodos diferentes entre 1849 y 1852.

Pero sea el funcionario, el ministro o el publicista, el eslogan hizo fortuna. Si quieren les doy otro. Gratis. Sí, usted ya se ha adelantado: Hacienda no somos todos. No nos engañemos.