Jaume Collboni no abandona el Ayuntamiento de la capital para, según ha dicho él mismo, dedicarse en cuerpo y alma a la campaña electoral, sino para que alguien hable de él. La cosa tiene cierta gracia porque, si el objetivo de todo era generar noticias y conversaciones, Jaume ha dispuesto prácticamente de cuatro años y de una posición nada menor en tanto que primer teniente de alcalde del consistorio. Y mira que hay horas, días y meses en todo este tiempo... pero en toda una legislatura al alcaldable socialista no le hemos conocido ningún discurso con la mínima entidad ni una iniciativa política alejada de la muleta moral del colauismo. Collboni es un político de Instagram, con una voracidad inaudita a la hora de buscar las croquetas en los openings deportivos y de retratarse con cantautores de la progresía española. Pero más allá de todo eso hay un silencio sepulcral, una persistente holgazanería.

Abandonar la mano derecha del trono a cuatro meses de unas elecciones y con el simple gesto de una llamada perdida a la alcaldesa, resulta una muestra de grosería y de irresponsabilidad política objetiva (ante todo hay que ser educado, Jaume: incluso con los comunistas). Pero impostar voluntad de desmarcarse del gobierno de la ciudad largándose a la francesa del Ayuntamiento, aun dejando todos los cargos electos del PSC (y percibiendo las respectivas nóminas), implica tener unos cascabeles duros como el mármol. Durante muchos años digerimos los relevos de los alcaldes socialistas a medio mandato con todo el estoicismo del mundo y una cierta alegría. Pero una cosa es aprovechar las rendijas legales del sistema para ir tirando (y promocionar a los candidatos desde la propia alcaldía) y otra, Jaume, es reírse de la gente como si fuera tonta. Si este es el PSC serio de Salvador Illa, que dios nos coja confesados.

Diría que todavía debe quedar alguien en los socialistas con una neurona en la cabeza como para ver que la desbandada de Collboni solo acabará beneficiando a Xavier Trias y Ada Colau

A partir de esta semana, Collboni iniciará una tourné maratoniana por los barrios de la ciudad y, si alguien le pregunta por las políticas colauistas que él ha ayudado a fundamentar, hará como los líderes procesistas cuando se les cuestionaban las decisiones funestas de los últimos lustros: "Mire, yo pasaba por allí". Viviremos escenas bien propias del surrealismo nacional, como el bueno de Jaume cagándose en la falta de seguridad que viven los barceloneses, todo eso mientras la sectorial de la policía barcelonesa todavía será comandada por un tal Albert Batlle, quinto teniente de alcalde de un partido que, por cosis de la vida, se llama PSC. Este triple salto moral resulta bien lógico si pensamos en el carácter frívolo de su candidato, pero diría que todavía debe quedar alguien en los socialistas con una neurona en la cabeza como para ver que la desbandada de Collboni solo acabará beneficiando a Xavier Trias y Ada Colau.

Barcelona afronta unas elecciones trascendentales con unos candidatos que viven y ejercen en falsete. Colau no quería repetir de alcaldesa y solo cedió después de cambiar el código ético de los Comuns en Barcelona, que como todo mandamiento moral es vinculante hasta que la jefa decide mearse encima de él. Xavier Trias se presenta solo para salvar el espacio político del pujolismo, rezando para que sus electores no lo asocien a la frivolidad y a la cueva de friquis que es Junts per Catalunya. Ernest Maragall, pobrecito mío, está tan descolocado por la aparición en escena del antiguo alcalde convergente que vive en silencio, como un monje de clausura. Y ahora Collboni, el último personaje de este vodevil, escapando de la administración colauera como si todo no fuera con él. Con esta peña y su capacidad de compromiso con Barcelona, hijos míos, ya me diréis si santa Eulalia puede respirar demasiado tranquila.

Pero bueno, incluso en la frivolidad se esconde una cierta grandeza. A partir de ahora, cuando menos, Jaume tendrá que trabajar un poco y dejarse ver por los barrios. Al fin y al cabo, da lo mismo lo que haga: el candidato del PSC en Barcelona se llama Pedro Sánchez.