Las declaraciones del gobernador del Banco de España, Luis Maria Linde, advirtiendo de la posibilidad de que en Catalunya haya un corralito si los catalanes votan a favor de la independencia, han causado una gran sensación mediática. De entrada, las palabras fueron recibidas con miedo. Al fin y al cabo, a nadie le gusta pensar en la posibilidad de no poder sacar sus ahorros del banco.

Yo, nada más leer el titular, fui corriendo a escuchar sus palabras y entonces el miedo se transformó en ganas de reír. Me explico. Linde empezaba diciendo que estaba de acuerdo con la declaración de la Asociación de Banca Española donde se decía que si los catalanes votan a favor de la independencia, los bancos se marcharían de Catalunya. Por cierto, supongo que cuando los bancos dicen que se marcharán, no quieren decir que se llevarán las sucursales y los cajeros automáticos. Eso les comportaría perder el negocio de 7 millones de personas que mueven unos 200.000 millones de euros y no hay ningún banco en el mundo que sea tan solemnemente estúpido como para tirar un negocio de esta magnitud. Supongo que cuando dicen que se marcharán se refieren a trasladar la sede social a Madrid, lo que comportaría que, una vez Catalunya se independizara, los bancos como Caixabank y Banco Sabadell serían españoles.

En la segunda parte de sus declaraciones, Linde decía que si Catalunya quedara fuera de la Unión Europea (y lo puso en condicional: con un gran “SI”) entonces también quedaría automáticamente fuera del euro y los bancos catalanes no podrían pedir prestado al Banco Central Europeo. En el caso de que los clientes quisieran recuperar todo el dinero a la vez, entonces los bancos catalanes no tendrían suficientes euros y se verían forzados a hacer un corralito.

Digo que una vez escuchado eso me entraron ganas de reír porque, si os fijáis, las dos declaraciones, puestas una detrás de la otra, son cómicamente autodestructivas: si Catalunya vota sí a la independencia, los bancos catalanes trasladarán la sede a Madrid y pasarán a ser españoles. ¡Y como bancos españoles que serán, podrán pedir prestado al BCE y, en consecuencia, no hay ninguna posibilidad de que haya corralito! ¡Fijaos en que la lógica elemental nos dice que o bien los bancos catalanes se marchan o bien hay corralito, pero las dos cosas no! El gobernador del Banco de España, pues, no hablaba desde la lógica económica. Para acabar de hacerlo más divertido, cuando los periodistas le piden sobre la viabilidad de una Catalunya independiente, Linde empieza diciendo que hay muchos países en Europa que son más pequeños que Catalunya (lo que da a entender que él sabe que Catalunya será absolutamente viable)... pero de repente, se da cuenta de que su respuesta va hacia el “claro que es viable” y cambia de actitud y dice: “esa es una pregunta no interesante”. ¡Claramente aquel hombre estaba nervioso y no decía lo que realmente pensaba!

La tragedia de la España actual es que la calidad democrática ha degenerado a medida que el Gobierno del PP manipulaba una institución tras otra.

¿Cómo puede ser que un hombre supuestamente inteligente sea víctima de una inconsistencia tan flagrante? Pues aquí es cuando las ganas de reír se transforman en indignación: el Banco de España es una institución supuestamente independiente (digo supuestamente porque al gobernador lo designa el Gobierno y a Linde lo colocaron sus amigos del Partido Popular) que tiene que velar por la estabilidad del sistema financiero. Como garante de esta estabilidad, pues, es de una irresponsabilidad infinita hacer declaraciones como las que hizo Linde. Simplemente sugerir que existe la posibilidad de que haya un corralito puede generar un pánico bancario difícil de parar. En un país civilizado normal, comentarios como los que hizo Linde comportarían la dimisión inmediata del gobernador.

Pero “Spain is different” y este buen hombre no ha dimitido. Ni dimitirá. Entre otras cosas porque sus declaraciones sólo se entienden como resultado de la presión que le ha puesto el propio Gobierno. Las democracias liberales modernas no consisten sólo en que los ciudadanos voten una vez cada cuatro años. La clave de la democracia es que los ciudadanos de la calle tengamos mecanismos que nos protejan de los abusos del Estado. La tragedia de la España actual es que la calidad democrática ha ido degenerando progresivamente a medida que el Gobierno del PP manipulaba una institución tras otra con objetivos políticos y electorales. Así, hemos visto como la Policía Nacional española fabricaba “pruebas” falsas que incriminaban a Artur Mas y Xavier Trias justo antes de unas elecciones. Hemos visto como el Ministerio del Interior encubría a los policías que habían manipulado estas elecciones. Hemos visto como un presidente del Tribunal Constitucional era militante del PP y no lo dijo durante el proceso de nombramiento. Hemos visto como unos fiscales que han expresado su opinión han sido obligados a dimitir y como otros fiscales dimitían cuando veían que el Gobierno les obligaba a procesar al presidente de la Generalitat en contra de la opinión de los fiscales. Hemos visto como se obligaba a embajadores y cónsules españoles por todo el mundo a boicotear conferencias y presentaciones favorables a la independencia y a repartir la propaganda oficial del PP en referencia al proceso catalán. Y últimamente hemos visto como el Gobierno español está poniendo toda la presión del mundo en empresas, organizaciones profesionales, asociaciones de bancos e instituciones supuestamente independientes para que metan el miedo en el cuerpo de los votantes de Catalunya.

Es en este marco que tenemos que entender las desafortunadas declaraciones del señor Linde: son una demostración de la deriva antidemocrática y de la degeneración institucional en la que ha caído España, una España donde el Gobierno presiona a las instituciones independientes como el Banco de España y las instituciones independientes obedecen resignadamente.

Claro está que las prisas para explicar cuentos de brujas no permitieron que el señor Linde pensara con la cabeza y lo llevaron a cometer cómicos e infantiles errores de lógica económica que denotan que no hablaba desde la reflexión. Las prisas para contentar al amo nunca son buenas y a menudo acaban traicionando a quien habla sin pensar.