Esta semana quizás haya oído hablar de los tanques. Los dichosos tanques que Zelenski quería que le enviasen sus socios y que, por el momento, ni llegan ni parece que vayan a llegar pronto. 

Ya en verano se acordará de que España iba a enviar a Ucrania los Leopard. Pero cuando Margarita Robles los vio, horrorizada, dijo que no podía enviar semejante amasijo de hierros a nadie. Que lo sentía mucho, pero que no, que estaban en unas condiciones lamentables. Así que dejó a Ucrania sin tanques

Alemania también dijo que entregaría tanques a Zelenski. Pero lo decía arrastrando los pies sin dejar muy claro de qué manera se materializaría su promesa. De hecho, cuando fue preguntado el responsable de la empresa encargada de producirlos, confirmó que tardaría muchos meses en tenerlos disponibles. Más de un año, de hecho. Parece ser que la dimisión de la ministra de Defensa, que se ha producido esta semana, bastante tiene que ver con el asunto de los dichosos tanques. El recién nombrado ha tenido que gestionar la difícil situación en la que Estados Unidos parece querer que Alemania salte al vacío y sea quien envíe los tanques que ellos no se atreven a enviar

Estados Unidos se niega a enviar armas de largo alcance, pues tiene miedo de enfadar a Putin.

Alemania, por su parte, ya ha dicho que, hasta que Estados Unidos no envíe los suyos, prefiere esperar

Y de Alemania dependen otros países del norte de Europa que necesitan el permiso de Berlín para poder enviar armas que han sido producidas allí

De hecho, estos días conocíamos también que Suiza tiene que dar luz verde a España, también a Alemania y Polonia para poder enviar armas producidas en su territorio. Y según parece, la postura neutral de Suiza podría seguir bloqueando el envío de armas por nuestra parte. 

El envío de tanques a Ucrania genera temor a sus aliados, puesto que Rusia ha anunciado que, de producirse, podría considerarlo como el paso sin retorno que supondría la entrada en la guerra, de facto, de terceros países

Los tanques no asustan a Rusia, pues ya ha advertido de que, de ser enviados, serían inmediatamente destruidos. Estados Unidos se niega a enviar armas de largo alcance, pues tiene miedo de enfadar a Putin

Quien está resultando destrozada es Europa, que se ha visto forzada a romper lazos con vecinos que hasta ahora eran amigos, y ha destrozado su economía de manera tozuda.

Ahí andan nuestros "líderes": jugando a "ayudar" a Ucrania mientras no quieren que Putin se enfade. Estados Unidos calienta el avispero, anima a Alemania a enviar tanques, consigue que Sunak lo haga, pero ellos se andan con cuidado. 

Y de mientras, tanto Biden como Sunak se dedican a comprar petróleo a Rusia, a pesar de haber establecido topes y sanciones. Lo hacen usando a la India como intermediaria, que ha pasado a comprar más barriles de petróleo ruso que en toda su historia, para que, a su vez, pase a manos norteamericanas y británicas. 

¿Alguien entiende algo? Porque si analizamos con cierta distancia lo que está ocurriendo, podemos darnos cuenta de que en esta aberrante situación, además de destruir Ucrania, de masacrar a su población, los que se están beneficiando son tanto los rusos como los norteamericanos. Quien está resultando destrozada es Europa, que se ha visto forzada a romper lazos con vecinos que hasta ahora eran amigos, y ha destrozado su economía de manera tozuda. 

Nadie nos ha preguntado en ningún momento si, como ciudadanos europeos, estamos de acuerdo con esta postura por parte de nuestras instituciones. Ni nuestros líderes nacionales nos han preguntado tampoco qué opinión nos merece que, con nuestros impuestos, se estén comprando armas que se usan para asesinar a personas inocentes, además de caer en el mercado del terrorismo internacional. ¿A quién le interesa todo esto? Por lo que se ve, a la industria armamentística, a los terroristas y a los diablos que justifican las muertes de la población

¿Nos ha preguntado alguien si apoyamos, como pueblo, esta guerra? No, evidentemente. Lo que han hecho ha sido decidir por nosotros, introducirnos en una guerra mundial, y mostrarnos a un Congreso de los Diputados absolutamente alienado por los intereses globalistas y de la OTAN

Ucrania no ha realizado un censo desde el año 2001, lo que es una clásica señal de una sociedad que le tiene miedo a la realidad.

¿A nadie le llama la atención que nadie esté cuestionando públicamente todo lo que está sucediendo? No hay protestas visibles, no hay espacios en los medios de comunicación que informen de la realidad, que no es otra que la guerra mundial en la que ya estamos inmersos. 

Y en mi opinión, la pandemia podría haber sido parte de ella. De ahí que poco o nada se permita saber sobre el papel que ha jugado el ministerio de Defensa norteamericano en los biolaboratorios que han estado experimentando con el SARS-COV2 en China y Ucrania, entre otros lugares. 

Hace unos días leía este interesante artículo de Alezandre Devecchio sobre Emmanuel Todd, antropólogo, historiador y ensayista afincado en Francia y autor de libros tan interesantes como La Tercera Guerra Mundial ya comenzó, que están siendo de los más vendidos y leídos en Japón.

El artículo, a su vez, recupera una entrevista realizada en Le Figaro, donde el pensador y analista plasma una serie de puntos que me han parecido importante compartir. 

Todd se pregunta por qué Ucrania no ha realizado un censo desde el año 2001, lo que considera una clásica señal de una sociedad que le tiene miedo a la realidad. Apunta el autor que el Kremlin falló en su cálculo inicial, en febrero de 2022, cuando pensó que esa sociedad en descomposición colapsaría al primer impacto, o que se dejaría caer en los brazos de Rusia. No sucedió ni una cosa ni la otra, y en este sentido, el autor explica que una sociedad en descomposición, si es alimentada por recursos financieros y militares del exterior, puede encontrar en la guerra un nuevo tipo de equilibrio

El objetivo de Rusia no es contar kilómetros cuadrados de control (o no solo eso), sino destrozar las economías de los socios de su enemigo. 

Todd, como muchos que seguimos la política internacional, reconoce que el principio de esta guerra le pilló por sorpresa. Como él, pensé que Putin no daría el paso de entrar en Ucrania como lo hizo. Y de hecho, todos los expertos a los que consulto y leo pensaban igual. 

El análisis de este antropólogo apunta al hecho de que nos encontramos ante una guerra mundial, que se lidia entre Estados Unidos y Rusia. Ninguno de los dos dará un paso atrás, según el autor, y solamente acabará cuando uno de los dos colapse. Vaticina que esto pueda producirse en un periodo de cinco años. Me parece importante tomar nota. 

Como también es destacable el hecho de que, según Todd, el objetivo de Rusia no es contar kilómetros cuadrados de control (o no solo eso), sino destrozar las economías de los socios de su enemigo. O sea, entre otras, la nuestra.  A la vista está lo que llevamos ya tres años sufriendo, pero la manipulación es de tal calibre, que entre el miedo, la angustia, la incertidumbre y la desinformación, buena parte de la sociedad comulga con lo que les manden sin preguntarse lo que realmente está pasando aquí. 

Puede que todo esto le resulte extraño, como si le afirmo que Ucrania está perdiendo la guerra. Quizás le resulte interesante escuchar este interesante análisis de César Vidal, donde explica una reveladora obra de Rickardshttps://go.ivoox.com/rf/101809262

Es importante informarse, puesto que estamos en guerra y nuestros líderes están hablando en nuestro nombre, están permitiendo que se mate en nuestro nombre, y, viendo la tendencia de los acontecimientos, no sé hasta qué punto serían capaces de aumentar la tensión de una guerra en la que podemos vernos cada vez más inmersos. El beneficio hemos de buscarlo en las industrias armamentísticas, en las farmacéuticas y en quienes se han reunido estos días en Davos. La población, ni la ucraniana, ni la rusa, ni nosotros, ni ninguno sale jamás beneficiado de una guerra. 

¿Qué tiene que pasar para que reaccionemos y nos plantemos a exigir que no nos arrastren a una guerra?