Tal día como hoy del año 1643, hace 378 años, el rey Felipe IV firmaba la destitución de Gaspar Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares y ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica desde 1624. Según las fuentes documentales, Olivares fue cesado a causa del fracaso de su política con respecto a Catalunya, le confiscaron buena parte de sus bienes (obtenidos de forma irregular), fue expulsado de la corte, y fue desterrado y confinado en su propiedad de Loeches (Castilla). Pocos meses después, se le conmutó la pena de confinamiento por la de prohibición de volver a Madrid.

La relación de Olivares y Catalunya estuvo siempre marcada por el conflicto permanente. El año 1627, en plena quiebra económica de la monarquía hispánica, causada por el despilfarro de recursos en las guerras europeas y por la escandalosa red de corrupción dirigida por las oligarquías cortesanas castellanas, intentó implantar la Unión de Armas, una pretendida armonización de la tributación que pagaban los estados del edificio político hispánico al poder central; y que, en el caso de Catalunya, calculó interesadamente multiplicando por dos la población catalana.

La negativa catalana a contribuir en aquel escandaloso espolio, desembocaría en la ocupación militar del Principado y la persecución y encarcelamiento de sus representantes políticos (1635-1640). Con el propósito de perpetuar aquella situación, declaró la guerra a la monarquía francesa y situó el frente de guerra en el Rosellón. Los robos, incendios, agresiones, violaciones, mutilaciones y asesinatos que, durante aquel periodo, perpetraron los Tercios de Castilla contra la población catalana encendieron la Revolución de los Segadores (1640) y precipitaron la proclamación de la I República catalana (1641).

Olivares, no tan solo no fue nunca capaz de redirigir el conflicto hacia un escenario de diálogo; sino que reaccionó con más violencia. Finalmente, los gobiernos de Catalunya y de la monarquía francesa (el gran rival continental de la monarquía española) firmaron una alianza que consumó la salida de Catalunya del edificio político hispánico. El año 1643, después de una serie de sangrantes derrotas militares hispánicas en territorio catalán, el partido "negociador" liderado por la reina Isabel de Francia (esposa de Felipe IV) propició su caída. Murió enfermo, pobre, y en el olvido en Toro en 1645.