Mientras algunos piensan que la historia de los denominados papeles de Bárcenas les puede pillar lejos, otros pensamos que no es así y que es un caso paradigmático sobre cómo han venido funcionando muchas cosas dentro del estado español y que llenan de razones a quienes creemos que se trata de una democracia imperfecta, bastante imperfecta.

Sí, sin duda, se trata de un caso de corrupción y a lo largo del procedimiento, y en su entorno, se han visto todo tipos de maniobras y actuaciones que llegan a poner los pelos de punta. Algunas, que no todas esas maniobras, están siendo investigadas, en estos momentos, dentro de lo que se ha denominado operación Kitchen, donde se investigan las operaciones ilegales que se hicieron, en contra de Luis Bárcenas y su familia, para hacerse con las pruebas que pudiese tener respecto a la financiación ilegal del Partido Popular.

Al menos eso es lo que se nos ha dicho hasta ahora, pero tengo la costumbre a mirar más allá de la esquina y me da la sensación de que la operación Kitchen que nos están vendiendo no pretendía hacerse solo con los denominados papeles de Bárcenas.

Un dispositivo y despliegue de las cloacas de esa intensidad no puede estar orientado a la ilícita consecución de unas notas manuscritas que hacen referencia a donativos ilegalmente entregados por diversos empresarios al PP y de cuya contabilidad era responsable Luis Bárcenas.

Ni siquiera se justifica todo lo hecho por hacerse con unas supuestas grabaciones de conversaciones entre Bárcenas y Rajoy o entre Bárcenas y el fallecido Álvaro Lapuerta, exgerente del PP… Me cuesta creerlo.

Seguramente, y con poco riesgo de equivocarme, lo que andaban buscando era algo mucho más relevante, mucho más gordo y mucho más comprometedor… Y, estoy seguro, el tiempo lo demostrará.

Seguramente descubriremos que Bárcenas no era más que el vértice a través del cual pasaban ingentes cantidades de dinero procedente de una corrupción sistémica que dista mucho de ser la reflejada en sus papeles

Un análisis riguroso de todas las cantidades que aparecen incorporadas en la contabilidad B del Partido Popular, como donaciones de grandes empresas constructoras, demostraría que son una suma irrisoria si la comparamos con el total de obra pública que esas mismas empresas y en esos mismos periodos de tiempo contrataron con el Estado gobernado, entonces, por el PP. Se podría decir que los papeles de Bárcenas no son más que la calderilla de algo mucho más grande: el 3% de toda esa obra pública contratada en igual periodo de tiempo.

Las ingentes cantidades de dinero público contratado por esas empresas y su encaje perfecto con la calderilla que aparece en los papeles Bárcenas, puestos en relación con el dinero que el extesorero tiene en Suiza, hacen pensar que, en ese país, o en cualquier otro, hay mucha más gente que tiene importantes cantidades de dinero procedentes de la concesión de tales contratos públicos.

No es lógico pensar que, ante miles de millones de euros contratados, las donaciones solo hayan servido para pagar una suerte de gastos varios y para que se enriqueciese Luis Bárcenas. Seguramente, y más temprano que tarde, descubriremos que Bárcenas no era más que el vértice a través del cual pasaban ingentes cantidades de dinero procedente de una corrupción sistémica que dista mucho de ser la reflejada en sus papeles.

Solo algo así, algo muy gordo y poco digerible, justificaría los esfuerzos desplegados en hacerse con las pruebas que Bárcenas tendría y que, como bien se va acreditando en la Kitchen, conllevó unas operaciones de cloacas que han tenido, además, que costar ingentes cantidades de dinero público, dinero de todos nosotros.

Solo algo así, algo muy gordo y poco digerible, justificaría que todo un magistrado de la Audiencia Nacional, como era entonces Enrique López, se hubiese prestado a hacer de intermediario entre Luis Bárcenas y la defensa del Partido Popular. Intermediario de no se sabe qué ni para qué, pero, sin duda, de nada bueno.

Aún recuerdo como Enrique López defendió con dientes y muelas su imparcialidad cuando le recusamos y como se negaba a apartarse de la sala que iba a enjuiciar la operación Gürtel. Nadie entendía que insistiera en mantenerse, a pesar de las sólidas evidencias de su falta de imparcialidad y conflicto de intereses para enjuiciar ese caso.

De los denominados papeles de Bárcenas ya lo sabemos todo o casi todo; lo que falta por saber es si contabilizaban toda la corrupción que existía o no eran más que la calderilla a partir de la cual se puede seguir la pista de cientos de millones destinados a corromper a un grupo político muy concreto

El problema de la corrupción es que se suele terminar sabiendo dónde comienza, pero casi nunca dónde acaba, pero, en el caso de los papeles de Bárcenas, cada día estamos más cerca de llegar hasta el final de un proceso que ni ha sido fácil ni nos lo han puesto fácil. Todo han sido trabas, incomprensiones, amenazas, difamaciones y zancadillas para que no se avanzase.

Si lo que me temo es cierto, y el vértice de todo era Bárcenas, no me extraña que le hayan montado una Kitchen ni que un magistrado de la Audiencia Nacional haya salido a hacer de intermediario.

Si lo que me temo es cierto, y el vértice de todo era Bárcenas, más temprano que tarde terminaremos sabiendo cuántos de los beneficiados en esos papeles de calderilla lo han sido también en ingentes cantidades y todas ellas fuera de España.

Si lo que me temo es cierto, y el vértice de todo era Bárcenas, no nos extrañe que descubramos que la red clientelar, la red de corrupción y los involucrados sean de toda clase y condición y que, al final, veremos cómo este caso termina siendo el que mejor refleje una insana costumbre como es la de robar.

En cualquier caso, de los denominados papeles de Bárcenas ya lo sabemos todo o casi todo. Lo que falta por saber es si los mismos contabilizaban toda la corrupción que existía o, por el contrario, no eran más que la calderilla a partir de la cual se puede seguir la pista de cientos de millones destinados a corromper a un grupo político muy concreto en una trama muy concreta, pero en la cual, al final, han terminado arrastrando hasta a jueces de alto copete.

Saber la verdad es un derecho que tenemos todos los ciudadanos, contárnosla es una prerrogativa que, por ahora, aún tiene Bárcenas si quiere, en cierta medida, beneficiarse de las ventajas que el Código Penal reconoce a quienes colaboran con la justicia.

En cualquier caso, para que sea creíble lo que Bárcenas cuente, tendrá que aportar pruebas, pruebas claras que permitan corroborar sus dichos. En definitiva, no nos vale que reconozca haber sido el vértice de todo, tendrá que probarlo… Y, esta vez, actuar de vértice de la verdad.