No sabemos en estos momentos si habrá acuerdo de presupuestos ERC-PSC, pero sí hay algo claro. Con presupuestos viejos o nuevos, el Govern de Pere Aragonès se encontrará con la insólita situación de tener que gobernar con unos presupuestos que no serán los suyos. Serán los de la oposición.

Tal y como han ido las cosas, para aprobar nuevos presupuestos, Aragonès deberá tragarse todas las demandas del PSC, que en la discrepancia fundamental —B-40, aeropuerto, Hard Rock, etc.— coinciden con las de Junts per Catalunya. Si no hay acuerdo, el Govern tendrá que trabajar con los presupuestos prorrogados, ¡pero ojo!, con las enmiendas que le impongan los grupos de la oposición.

Para aprobar nuevos presupuestos Aragonès deberá tragarse todas las demandas del PSC, y si no hay acuerdo, el Govern tendrá que trabajar con los presupuestos prorrogados, pero con las enmiendas que le impongan los grupos de la oposición

Esta semana, el PSC, Junts y otros grupos han validado el decreto de prórroga de los presupuestos viejos pero obligando al Govern —con el voto en contra de ERC— a tramitarlo como proyecto de ley. Lo que implica que la oposición podrá presentar enmiendas. Y no hace falta decir que cada grupo parlamentario presentará las que crea conveniente. Y lo más probable es que los grupos de la oposición presenten enmiendas al proyecto gubernamental susceptibles de ser aprobadas por mayoría alternativa. El Cuarto Cinturón es inexorable. Y seguro que también arrimarán el ascua a su sardina e introducirán enmiendas que impongan algún tipo de obligación al ejecutivo respecto a la ampliación del aeropuerto o el Hard Rock. Todo lo cual tiene asegurados los votos de PSC y JxCat, y seguramente de Ciudadanos y PP. Pero surgirán otras cuestiones como las reivindicaciones de los médicos que han hecho huelga, las reivindicaciones del tercer sector, las reclamaciones de los profesionales de la enseñanza y cualquier otra demanda de cualquier otro colectivo que pida un mayor apoyo institucional. Pueden ser enmiendas amparadas en el incremento de recursos procedentes de los presupuestos del Estado. Y una vez aprobadas, obligarán al Govern a ejecutarlas bajo la continua vigilancia de los grupos de la oposición en el Parlament, que, por lo visto hasta ahora, no parecen muy dispuestos a ponerle las cosas fáciles a Esquerra Republicana.

En circunstancias similares, en cualquier país de Europa Occidental lo que suelen hacer los gobiernos que no tienen mayoría y no pueden desarrollar su proyecto político es convocar elecciones, pero hace tiempo que los designios de la política en Catalunya son inescrutables. Pere Aragonès ya ha dicho que su objetivo, pese a estar en minoría, es agotar la legislatura, es decir, continuar como si nada y pese a quien pese hasta el 2025. Y, desde el punto de vista aritmético, lo puede hacer, porque así como la oposición le puede determinar las políticas, ningún grupo está en condiciones de presentarle una moción de censura con posibilidades de éxito. Si la presenta Junts, no contará con el apoyo del PSC ni de ningún otro grupo, y si la presenta el PSC, no tendrá el apoyo aritméticamente imprescindible de Junts.

Socialistas y republicanos están condenados a entenderse ahora para asegurarse un futuro compartido en el Govern de la Generalitat. Una posibilidad sería hacer un pacto de no agresión que incluya presupuestos... y un calendario electoral, pero esto último no se hace, si se hace no se dice y si se dice se niega rotundamente

Este es el doble problema que tiene el PSC. Los socialistas catalanes se ven ahora ganadores, pero necesitan que las elecciones catalanas se celebren antes que las generales. Sin embargo, tampoco pueden forzar a Aragonès más de la cuenta porque se pueden encontrar que, aun ganando los comicios, no puedan gobernar, como le ocurrió a Inés Arrimadas. Es difícil imaginar que ERC apoye a Salvador Illa como president si antes Illa ha forzado la caída de Aragonès.

Llegados a este punto, la conclusión es que socialistas y republicanos están condenados a entenderse ahora para asegurarse un futuro compartido en el Govern de la Generalitat. Una posibilidad sería hacer un pacto de no agresión que incluya presupuestos... y un calendario electoral, pero esto último no se hace, si se hace no se dice y si se dice se niega rotundamente.