Mariposas en el estómago. Así es como me he sentido por unos segundos, mientras miraba unas caras expectantes y unos ojos brillantes. Un punto de inflexión, esta es la época que se les abre delante. Han acabado un ciclo y los horizontes se amplían. Vértigo, sudor frío, adrenalina, nervios. Pero también, pausa y un sentimiento difundido de felicidad.

Todo eso me han transmitido, colectivamente y en unos instantes, desde las filas ordenadas en un teatro, los rostros sonrientes y atentos de los universitarios que se gradúan este curso. He tenido el inmenso placer y el honor de participar como madrina de graduación en un acto formal y al mismo tiempo lleno de calidez. Padres orgullosos y amigos haciendo de claque, y las dos madrinas invitadas. Las instrucciones eran claras: sólo una intervención de 3 a 5 minutos. Es el día de los estudiantes, un día de culminación de esfuerzos e ilusiones, de frustraciones vencidas y de alegrías compartidas. Y como es su día, quieren escuchar los discursos de sus compañeros, y ver las fotos y vídeos de miles de pequeños momentos reducidos y destilados en cuatro imágenes, de fiestas y momentos robados al tiempo más que de momentos académicos. Risas, aplausos... el momento de entrega de los diplomas simbólicos. Tacones de plataforma bien altos, corbatas, vestidos largos, americanas y pantalones de pinzas... Todos hemos vivido momentos de estos y los protagonistas son nuestros hijos, sobrinos, ahijados, alumnos...

¿Qué les puedo decir? ¿Cómo resumir que ahora es el momento de las dudas y las decisiones? Que si estudiar un máster, que si buscar trabajo, que si tomarse un año sabático, que si trabajar ayudando en casa... Todo está por hacer, todo está por descubrir. El mundo es suyo. ¿Qué les puedo decir?

En momentos como estos, a una le gustaría ser tan brillante como Steve Jobs en uno de esos vídeos que circulan como padrino invitado de una fiesta de graduación de los Estados Unidos, o tener la capacidad oratoria de un Churchill, pero en tres minutos no da tiempo de mucha cosa, más que de ser sincera y de intentar transmitir aquellos consejos que yo creo que se pueden llevar en la "mochila de la vida".

"Nunca renuncies a tus sueños". No siempre se pueden conseguir, pero se tiene que intentar. Nada que realmente vale la pena en la vida sale gratis, por lo tanto, hay que luchar por encontrar la manera de hacerlos realidad. Sea tener un trabajo que nos llene, dedicarnos a la investigación, viajar y conocer otras culturas, crear una familia, escribir, pintar, bailar... Jóvenes y mayores, todos tenemos sueños, pero cuando uno es joven no tienes que renunciar antes de tiempo.

"Sé honesto contigo mismo y no intentes ser lo que no eres". Impostar un papel, intentar ser competitiva cuando eres una trabajadora en equipo, intentar obedecer órdenes cuando eres creativa y caótica, genera mucho descontento e infelicidad. Se trata de conocer bien tus puntos fuertes y hacerlos valer, y aceptar los puntos débiles para reforzarte. No hay nada que llene más en la vida que dedicarte a una tarea para la cual estás preparada, tienes recursos personales, ideas e ilusión.

"Sé íntegro". Ya sé que no es una calidad que sea muy nombrada y quizás no parece atractiva, pero es tan necesaria hoy en día. Ser una persona, sea donde sea, que la gente pueda confiar en ti. Puedes ser responsable, pero si no eres íntegro, ¿de qué sirve? Tienes que reconocer los méritos de los otros igual que quieres que reconozcan los tuyos. La palabra dada no tiene que ser devuelta. Integridad personal en el trabajo, en la investigación, en la vida diaria. Poder mirarse en el espejo cuando te levantas cada día. Dar lo mejor de ti y hacer las cosas lo mejor que puedas.

Sueños, honestidad contigo mismo e integridad con los otros. Equipaje de vida para un graduado universitario. Y para cualquiera de nosotros.