Nick es un chico de 17 años de Wisconsin. Estudia en un instituto, hace deporte de vez en cuando y, hasta ahora, no ha tenido ningún problema especial de salud. Un día se levanta y avisa a sus padres de que no irá al colegio, tiene un poco de fiebre, vómito y diarrea, y los padres piensan que quizás tiene una gastroenteritis. El médico de cabecera le receta un antipirético, antibiótico y medicamentos para no vomitar. Pasan unos días y Nick no mejora. Se da cuenta de que tiene dificultades para respirar bien, parece que tenga un peso en el pecho. Presenta una tos seca y se siente muy débil. Los padres lo llevan de nuevo al médico, el cual observa que Nick continúa con fiebre, tiene taquicardia y niveles bajos de oxígeno en sangre, y lo deriva de urgencias al hospital. Le hacen un análisis de sangre, que detecta que tiene los glóbulos blancos por las nubes y le hacen placa de tórax que detecta una afectación aguda pulmonar. ¿Quizás es una neumonía? Hace una semana que toma antibióticos, pero se los cambian a unos más específicos para neumonía y lo ingresan en la UCI porque necesita oxígeno. Nick no mejora, de hecho, empeora cada día, lo tienen que intubar y conectarlo a un ventilador externo. Las placas de tórax muestran que cada vez el pulmón está más afectado. Ya hace tres días que está ingresado en el hospital y los médicos se preocupan. Todos los cultivos microbiológicos y de parásitos dan negativos, es una neumonía atípica, y los especialistas piensan que se puede tratar de una reacción inflamatoria aguda de los pulmones. Así que le sacan los antibióticos y le dan dosis elevadas de cortisona vía sanguínea, y el chico empieza a mejorar. En una semana desde que ha ingresado en el hospital ya puede volver a casa. Nick sólo es uno de los cinco chicos que entraron aquella semana con el mismo cuadro. ¿Cuál es la relación entre ellos?

La única característica común en todos ellos es que vapeaban, es decir, que fumaban cigarrillos electrónicos. En los estados de Illinois y Wisconsin, entre julio y agosto, hasta 53 pacientes llegaron a urgencias en un estado similar de salud al que os acabo de describir, gente joven sin ningún precedente de problemas de salud, con una reacción inflamatoria hiperaguda del pulmón, problemas gastrointestinales y fiebre. Todos ellos fumaban cigarrillos electrónicos de forma habitual. Se avisó al Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) por si se podía tratar de alguna epidemia o de algún componente específico de los cigarrillos electrónicos. Todavía se están estudiando las causas, pero a finales de agosto el número de afectados con síntomas similares era de 380 y a finales de septiembre ya son más de 580, repartidos entre más de 38 estados diferentes. Ocho personas no han superado la reacción hiperaguda y han muerto. Lo que es más grave es que afecta principalmente a la gente joven, ya que más de la mitad de las personas afectadas son menores de 25 años; con un 16%, menores de edad, y un 75% son chicos (sexo masculino).

Hay que insistir en el hecho de que los cigarrillos electrónicos son un problema para la salud pediátrica y no sabemos las consecuencias que tendrán en los adultos

¿Qué hay dentro de un cigarrillo electrónico que pueda causar esta reacción inflamatoria tan grave? En primer lugar, el cigarrillo electrónico es un aparato que recuerda a un cigarrillo, que funciona con una batería y vaporiza un grupo de sustancias en forma de aerosol. La gran mayoría de cartuchos para vapear llevan nicotina, están perfumados (con sabores tan variados como el mentol, la fresa o la sandía), llevan glicerina y otros compuestos, además de que muchas marcas incluyen derivados activos del cannabis (aunque los compuestos derivados de la marihuana, cannabinoides y opioides están prohibidos, se pueden comprar por internet y en el mercado negro). Aunque se asume que los cigarrillos electrónicos llevan menos productos tóxicos que los cigarrillos de tabaco convencionales (que contienen más de 7.000 productos químicos diferentes), contienen también un gran número de productos volátiles de los cuales se desconoce su efecto en la salud humana. En esta "epidemia" de casos no se ha podido encontrar, sin embargo, con que haya una única marca de cigarrillos electrónicos implicados, o un único producto. Aunque más de la mitad de los afectados admiten que vapean THC (tetrahidrocannabinol), hay otros que fuman cigarrillos sin estos productos, así que todavía no se ha podido establecer cuál es la causa, eso no quiere decir que las autoridades sanitarias no estén preocupadas, pues lo que realmente refleja es un cambio de costumbres de la sociedad americana, particularmente los adolescentes.

Un artículo de hace dos semanas en el New England Journal of Medicine, una de las revistas médicas más prestigiosas, justamente planteaba el incremento exponencial del consumo de los cigarrillos electrónicos entre los jóvenes americanos, en un análisis del 2017 al 2019, en un incremento de más del doble o del triple (según la franja de edad) de consumo entre estos dos años. En una muestra de más de 40.000 adolescentes (mediante encuestas en todo el país) entre los 12 y los 16 años, los investigadores muestran que un 40% de los adolescentes de 16 años y hasta un 20% de los de 12 años ha vapeado alguna vez. Si se tiene en cuenta a los que lo hacen diariamente, los números también son abrumadores, hasta el 12% entre los chicos y chicas de 16 años y el 2% de los que tienen 12 años. Y recordemos que, entre otros productos, los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, una de las drogas más adictivas y que, no lo olvidemos, alteran las conexiones neuronales de un cerebro en crecimiento. ¿Por qué les gusta fumar este tipo de cigarrillos? Pues en muchos casos porque juegan a parecer más mayores de lo que son, como muchos adolescentes. Los sabores de los cigarrillos los hacen más atractivos que el sabor del tabaco. Además, los padres no los riñen porque huelen a "tabaco" y porque se piensan que son mucho menos peligrosos para la salud. Pero ya vemos que no se sabe todavía. En estos momentos la CDC de los Estados Unidos está haciendo una investigación a fondo para determinar cuáles son las causas de las lesiones graves pulmonares que os he explicado. Está claro que tienen que actuar factores externos (por ejemplo, sufrir asma) que sean determinantes en algunos casos, ya que fuman muchos más jóvenes que pacientes con esta reacción tan exacerbada. Por otra parte, seguro que hay componentes genéticos que predisponen a desarrollar una reacción inflamatoria hiperaguda frente a algunos productos irritantes.

Hay que insistir en el hecho de que los cigarrillos electrónicos son un problema para la salud pediátrica (de los adolescentes) y no sabemos las consecuencias que tendrán en los adultos. Además, tendríamos que remarcar que, en muchos casos, la acción de fumar en la juventud va unido a un incremento descontrolado del consumo de cannabis y de marihuana, que también tiene unos efectos preocupantes en el desarrollo del cerebro, en algunos casos, con efectos psiquiátricos permanentes.

Tanto que nos pensamos que protegemos a nuestros hijos, pero, cuando no miramos, ellos juegan a ser mayores. A veces, estos juegos peligrosos tienen efectos inesperados sobre su salud.