Es muy probable que todos hayamos oído decir: "eso son habas contadas", cuando se trata de un hecho que no tiene discusión, o datos fehacientes. Encontrar el origen de las frases hechas es curioso, pero no siempre es fácil. En este caso, parece que en el Cabildo de Cadiz, cuando querían celebrar votaciones secretas, daban habas y altramuces a los clérigos votantes. Las habas, de color más claro, contaban como sí, y los altramuces o habas negras contaban como no. El contaje de votos, número de habas contra altramuces, era claro y no llevaba a error. Habas contadas.

Las habas son leguminosas y, por lo tanto, son un alimento de elevado contenido proteico. En el Mediterráneo, todas las culturas han considerado las habas como alimento, aunque no han sido consideradas una comida muy delicada. Los faraones egipcios, por ejemplo, consideraban que era una comida de esclavos. Sin embargo, no todo el mundo puede comer habas, y los padres deberíamos ir con cuidado de no obligar a nuestros hijos de comerlas si se quejan de mal de barriga, o si antes no nos hemos asegurado de que les sientan bien. Justamente el día 28 de febrero será el día de las enfermedades raras, enfermedades causadas por mutaciones genéticas. Socialmente se considera que las enfermedades raras son muy minoritarias y afectan a un pequeño porcentaje de la sociedad, pero creo que hay que explicitar que las enfermedades raras no constituyen ningún estigma ni son siempre tan minoritarias. De hecho, hay enfermedades genéticas bastante frecuentes. El favismo, el nombre vulgar de la deficiencia en glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (o G6PDH, las siglas de esta enzima) es una de las enfermedades raras más frecuentes en el Mediterráneo y las regiones de África y Oriente situadas en las zonas tropicales y subtropicales, justamente donde, endémicamente, ha habido o todavía hay transmisión de malaria. Se calcula que en torno a 400 millones de personas presentan deficiencia en la enzima G6PDH. Así que hoy os explicaré un poco de medicina evolutiva, pero vamos por partes.

El síntoma clásico del favismo o deficiencia en G6PDH es una anemia hemolítica repentina, es decir, los eritrocitos o glóbulos rojos revientan y mueren tirando la hemoglobina en la sangre, que es eliminada por la orina. Por eso, la orina de los pacientes es oscura. Puede haber ictericia y agotamiento muscular. En algunos casos esta anemia progresa y puede comportar la muerte si no se hospitaliza al paciente y se estabiliza, por ejemplo, con transfusiones. ¿Cómo se ha producido esta anemia cuando, previamente, el paciente era asintomático? Desde la antigüedad se asoció el favismo al hecho de comer habas (de aquí el nombre de la enfermedad), pero también es causado por medicamentos. El gen que codifica para la enzima G6PDH está atado al cromosoma X, uno de los cromosomas sexuales. Por lo tanto, los hombres (XY) sólo tienen una copia, mientras que las mujeres (XX) tenemos dos copias. Los hombres pueden tener el gen mutado (y, por lo tanto, sufrirán la enfermedad) o el gen sin mutación. Las mujeres podemos tener una copia mutada y la otra no (portadoras en heterocigosis y, en general, no enfermas), tener las dos copias mutadas (entonces, sufriremos la enfermedad) o no tener ninguna mutada. La función de la proteína G6PDH es importante en el equilibrio celular antioxidante y en la producción de energía (por lo tanto, es muy relevante) y las mutaciones que causan deficiencia en la G6PDH suelen causar la producción de una proteína menos activa o más inestable, es decir, se produce, pero se estropea rápidamente. Aunque G6PDH es muy necesario en todas las células del cuerpo, las células que dependen absolutamente de esta enzima son los glóbulos rojos o eritrocitos. Como sabéis, los glóbulos rojos llevan el oxígeno a todas nuestras células y tienen que poder pasar por arterias, arteriolas y capilares sanguíneos extremadamente estrechos. Para poder circular y adaptarse a estos diámetros tan escasos, durante la maduración de los eritrocitos, estos pierden el núcleo (donde está el DNA) y también orgánulos, como los mitocondrios. En cambio, acumulan cantidades ingentes de hemoglobina, el complejo proteico que lleva el oxígeno y que le confiere el color rojo a la sangre. Los eritrocitos maduros no pueden vivir mucho tiempo (en torno a unos 112 días) porque como no contienen DNA, no tienen información genética para producir más proteínas, y como no tienen mitocondrias, dependen de métodos menos eficientes de producción de energía, manteniendo una homeostasis (equilibrio interno). Las habas (y algunos medicamentos, como la aspirina o el paracetamol) contienen compuestos altamente oxidantes. Si las copias del gen G6PDH no están mutadas, el eritrocito puede mantener perfectamente la homeostasis antioxidante. Pero si la copia o copias del gen están mutadas, la enzima G6PDH no puede hacer frente al exceso de oxidación. La hemoglobina no se termina correctamente, el glóbulo rojo revienta y muere. De aquí, la anemia hemolítica del favismo, que sólo se manifiesta cuando tomamos un exceso de compuestos oxidantes.

Pero entonces, ¿cómo es que tanta gente por todo el mundo tiene estas mutaciones? Pues porque confieren resistencia a la malaria. La malaria es causada por diferentes especies del género Plasmodium, como Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax (que causa una malaria con afectación todavía más grave). Estos parásitos penetran dentro de nuestro cuerpo gracias a la picadura de mosquitos que hacen de vectores, y pueden entrar dentro de nuestros eritrocitos, donde viven, encuentran alimento y se reproducen. Cuando los eritrocitos no funcionan correctamente, el parásito tampoco puede prosperar, y su capacidad reproductiva (e infectiva) queda muy limitada, incluso, los síntomas de la malaria son más ligeros y no implican el debilitamiento del huésped humano. El hombre lleva conviviendo con Plasmodium desde hace miles de años. Los mosquitos viven preferentemente en zonas con charcos de agua y calor, por lo tanto, en las regiones subtropicales y tropicales de la Tierra. Todas las poblaciones humanas que han sido en contacto con la malaria presentan evidencias de selección natural de variantes genéticas (mutaciones) que confieren resistencia a la enfermedad, y todas ellas afectan al funcionamiento de los hematíes. Muchas veces las mutaciones en homocigosis (dos copias mutadas de un gen) causan una enfermedad muy grave: anemia falciforme, alfa- o beta-talasemia, o menos grave, como el favismo. Pero las personas heterocigotas portadoras de las mutaciones en estos genes han sobrevivido mejor a la malaria y han dejado a más descendientes que sus congéneres sin ninguna mutación. Así se explica la altísima frecuencia de portadores de estas copias génicas mutadas en poblaciones concretas. Porque veis que este es un tema que todavía se investiga, justo se acaba de publicar un artículo que describe la elevada frecuencia del alelo (copia) mutado del gen G6PDH a la población pashto de Afganistán y que demuestra su efecto protector contra la malaria, con una reducción de hasta el 76% de síntomas graves en hombres y mujeres que llevan la mutación con respecto a los pacientes que no la presentan.

La misma combinación genética puede ser asintomática o causar una enfermedad, en función únicamente del contexto ambiental. Somos el producto de miles de años de evolución y para entender nuestra composición genética actual necesitamos conocer i comprender las enfermedades que seleccionaron los genes de nuestros antepasados.