Una de las películas que cuando era pequeña programaban en la televisión era una infumable parodia de un profesor universitario, químico de formación, pobre de espíritu y esmirriado, ridículo y de nulas habilidades sociales, con las gafas torcidas y los ojos bizcos, de quien se ríen todos sus alumnos, incluida la alumna imponente de quien está secretamente enamorado. Para solucionar esta situación insostenible, el profesor pensó en hacer una poción de amor maravillosa para que pudiera alcanzar su sueño, ser aceptado. Por si no lo habéis acertado o no la habéis visto, el título de la película, protagonizada por Jerry Lewis era El profesor chiflado (The Nutty Professor). Aquí ya tengo que avisar de que nunca me gustó esta historia y no me parecían nada graciosas las situaciones, pero debió tener mucho de éxito porque, incluso, hay una segunda versión más moderna.

La cuestión es que en esta película, como en muchas otras, los científicos o somos ineptos y objeto de risas y bromas, o que se nos ha ido la olla o, directamente, damos miedo y queremos destruir el mundo con nuestras "invenciones diabólicas". Sea como sea, el papel de la ciencia y del científico en nuestra sociedad es despreciado, denigrado o temido. Justamente esta semana ha coincidido que dos estudiantes de grado y de máster de universidades diferentes, para sus proyectos y trabajos de final de estudios, me han preguntado cuáles creo que son las acciones que tenemos que emprender para que la sociedad sea más receptiva hacia las noticias científicas. Mi respuesta ha sido que tenemos que cambiar como enseñamos la ciencia desde bien pequeños. Si me apuráis, desde la escuela no valoramos la ciencia, ni la enseñamos desde el conocimiento y la pasión a nuestros niños y jóvenes. Peor todavía, los "roles" que les transmitimos sobre los científicos son siempre negativos, como en la película que he mencionado. Un niño a quien le gustan los números o las matemáticas, o a quien le gusta observar insectos o las estrellas, o a quien le encanta la meteorología, los volcanes o los dinosaurios, o a quien le gusta el reto intelectual que supone solucionar un problema de física o de química, lo tildamos de "freaky". Quizás pensaréis que no hay para tanto y quizás tenéis razón. Pero seguramente todos sabremos nombrar cinco escritores o cinco artistas famosos y rompedores del siglo XX, pero dudo que la mayoría de nosotros sepa hilar cinco nombres de científicos famosos del mismo siglo, aparte de Einstein y Marie Curie.

Seguramente todos sabremos nombrar cinco escritores o cinco artistas del siglo XX, pero dudo que la mayoría de nosotros sepa hilar cinco nombres de científicos famosos del mismo siglo, aparte de Einstein y Marie Curie

Pues bien, precisamente de lo que os quiero convencer es que todos podemos ser científicos, ni que sea a ratos, y que la ciencia nos pertenece un poco a todos. Os quería hablar de acciones y actividades que nombramos como Ciencia Ciudadana. Ciencia en que las personas que podemos estar implicadas somos cualquiera de nosotros; de hecho, es ciencia que sólo tiene sentido si somos muchos de nosotros quienes ayudamos e intervenimos, aportando datos de calidad, como verdaderos científicos. Aunque hacía tiempo que quería hablar de ello, coincide en que esta semana la revista Science comenta una de estas acciones dentro de este fenómeno social, y pienso que os sorprenderé.

En el Reino Unido se ha formado un grupo de madres (y padres, pero de estos últimos hay pocos en el grupo) preocupados por responder científicamente preguntas que se hacen sobre los bebés y niños. El grupo Parenting Science Gang (PSG) tiene diferentes proyectos, y reúne a las madres/padres interesados, creando grupos específicos de medios sociales de elevada implantación (como Facebook). Una de las acciones consiste en analizar los componentes de la leche materna humana y cómo van cambiando a medida que los bebés van creciendo. La semana que viene, 160 madres lactantes, con bebés de 3 meses a niños de 4 años, irán al mismo centro de investigación de Londres, donde darán 25 ml de su leche para que sea analizada por tecnologías bioquímicas muy resolutivas, como es la espectrometría de masas. El proyecto es financiado por la Wellcome Trust (una de las fundaciones que más dinero aporta a la investigación en el Reino Unido), y liderado por una científica interesada en el cáncer de mama y un microbiólogo. Los datos servirán para responder preguntas de las cuales, hoy por hoy, no sabemos la respuesta, como por ejemplo, si es cierto que la leche de un niño más mayor tiene más componentes antimicrobios y podría servir para ayudar a alimentar a bebés que nacen pretérmino (antes de las 40 semanas). Las madres no sólo dan la leche sino que participan realmente en el estudio. Otra acción del PSG fue analizar si los pañales de ropa limpiados con diferentes tipos de detergentes, producían más o menos irritación en la piel de los bebés. O cuáles son las capas de ropa adecuadas necesarias para tapar a un bebé y mantener su temperatura correctamente, sobre todo cuando es transportado por medios de contacto con los padres (por ejemplo, con una mochilita o un pañuelo). Todas son cuestiones que nunca se han analizado de forma científica, pero que preocupan a las madres y padres. Los científicos los enseñan cómo obtener los datos, por qué es importante limitar las preguntas que se quieren responder, y por qué se necesita una cifra determinada de voluntarios y de datos para obtener significación estadística.

No hay que ser genios, sólo hay que estar interesados por lo que nos rodea. En eso consiste ser científico

Pero no hay que ir hasta el Reino Unido para encontrar otros ejemplos de Ciencia Ciudadana. Hay muchos proyectos muy cerca de nosotros y muy estimulantes, aunque yo sólo destacaré algunos. Esta semana se ha iniciado una campaña para involucrar niños, padres y maestros en el control de la calidad del aire de todos los barrios de Barcelona, orquestada por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) y el Ayuntamiento de Barcelona, xAire, patrocinado por una empresa de seguros y una consultoría, así como con la ayuda de numerosas instituciones, tiene como objetivo involucrar hasta 20 escuelas de educación primaria para recoger datos de todos los barrios de Barcelona mediante la instalación de 835 sensores. Otras acciones de Ciencia Ciudadana son a título más familiar, como por ejemplo, la diseñada y llevada a cabo por profesores de Ecología de la UB para recoger datos in situ sobre el estado del agua de ríos, arroyos, lagos y bolsas de agua dulce. El app RiuNet para móviles permite medir diferentes datos sobre la calidad hidrológica y ecológica de los ríos, haciendo fotos del estado del cauce, de las plantas, insectos y otros bichos y contestando a preguntas bien fáciles (ved el vídeo). Con todos estos datos, se pueden elaborar mapas del estado del "bienestar" de nuestros ríos, que a todos nos afecta, y mucho.

Incluso, podemos participar en acciones en que los datos se generan a título individual. Por ejemplo, esta semana también, un vídeo de un grupo de investigación de la Facultad de Física de la UB acaba de ganar el Silver Prize del Mobile World Congress Scholar Challenge (os recomiendo verlo), en que se presenta un plan de estudio de la movilidad de las personas y un análisis de los datos para poder inferir cómo nos movemos los humanos cuando nos encontramos en una situación que tiene muchos polos de atracción, por ejemplo, en una feria con diferentes stands. Estos datos que generamos nos permiten predecir cómo nos movemos dentro de espacios, distribuir de forma racional e inteligente los espacios y la movilidad entre estos con el fin de evitar los atascos o los huecos, en el fondo nos permite diseñar ciudades más "amables", a medida de nuestras necesidades.

Así que ya lo veis, no hay que ser genios, sólo hay que estar interesados por lo que nos rodea. En eso consiste ser científico, en interrogar la realidad, sugerir hipótesis, obtener datos, clasificarlas, interpretarlas, analizarlas, proponer leyes y hacer modelos que nos permitan predecir lo que puede pasar, prepararnos bien y, lo que todos queremos, vivir mejor. Y aquí, todos podemos ser científicos y, lo que es más importante, ¡pasárnoslo bien siéndolo!