A la primera mitad del siglo XX, hubo un largo debate entre los neurólogos y psiquiatras sobre lo que se denominó la dementia pugilistica, es decir, se observó que muchos boxeadores profesionales sufrían demencia en edades relativamente jóvenes. Se asumía que los golpes repetidos en la cabeza, muy frecuentes en la práctica del boxeo favorecería la aparición precoz de microictus u otros procesos neurodegenerativos, que favorecerían la sintomatología neurológica. Un ejemplo podría ser la afectación de Muhammad Ali, un reconocido campeón del mundo de boxeo, que presentó una afectación neurológica prematura de la enfermedad de Parkinson.

Los estudios de la época no tenían herramientas suficientes para analizar en profundidad si el deporte con un elevado contacto físico, que implica traumatismos o movimientos de zarandeo de la cabeza muy intensos, podrían comportar lesiones neurológicas a largo plazo. Este debate se reavivó cuando a inicios de nuestro siglo, se observó que entre los jugadores retirados de la Liga Nacional de Fútbol Americano (claramente un deporte de contacto físico muy intenso) también había más casos de demencia o neurodegeneración prematura, que se asoció a una encefalopatía traumática crónica (chronic traumatic encephalopathy, o CTE). Aquí hay que hacer la reflexión que no estamos hablando de traumatismos craneoencefálicos graves que se producen esporádicamente en un partido concreto y que requieran visita médica u hospitalización, sino que estamos refiriéndonos a los golpes continuos y persistentes en la práctica del juego, que producirían procesos de inflamación neurológica crónica. Se ha discutido si esta entidad clínica existe o es una casualidad que los jugadores retirados de boxeo y de fútbol americano presenten más casos de demencia prematura que el resto de la población, pero las autopsias postmortem de los cerebros de algunos de estos jugadores demuestran una acumulación de agregados de una proteína tóxica en el cerebro, la proteína tau-fosforilada, que se encuentra también en los cerebros de las personas afectadas de la enfermedad de Alzhéimer y de demencia fronto-temporal.

Como os podéis imaginar, esta no es una cuestión trivial. ¿Es esta acumulación casual? Se han analizado muestras de cerebros postmortem de jugadores retirados de fútbol americano y comparados con jugadores retirados de béisbol y la conclusión es que claramente hay un incremento de casos de neurodegeneración y de mortalidad avanzada entre los jugadores de fútbol americano que reciben golpes en la cabeza, pero que este incremento no es muy grande, pero sí indicativo. Bien, me podréis decir, pero estos son deportes que en nuestro país no se practican de forma muy generalizada y, por lo tanto, lo podemos mirar a una cierta distancia.

Pues bien, acaba de publicarse un artículo que realiza un análisis retrospectivo de la afectación de demencia en jugadores de fútbol retirados, con datos registrados en Escocia. Estamos hablando de fútbol como el que se juega en nuestras regiones. Los investigadores examinan los registros epidemiológicos de la sanidad pública escocesa, con los datos de 7.676 jugadores profesionales retirados y más de 23.000 individuos controles (comparaciones ponderadas por el mismo sexo, misma edad y extracción social) con respecto a la causa de la muerte y si habían recibido medicación para tratar enfermedades neurodegenerativas y demencia. Los resultados son buenos y malos al mismo tiempo. Por el lado de las buenas noticias, la causa de la muerte raramente era una patología cardiovascular en los exjugadores de fútbol, y su estado metabólico y físico había sido mejor. De hecho, la mortalidad antes de los 70 años era muy menor entre los jugadores retirados de fútbol que en el resto de la población. Por otra parte, el porcentaje de personas medicadas por enfermedades neurodegenerativas y el índice de mortalidad era una pizca más elevada en los exjugadores de fútbol a partir de los 70 años. No se observaron diferencias entre porteros y jugadores de campo con respecto a la mortalidad, pero sí en las medicaciones para la demencia, en la que había menos porcentaje de casos entre los porteros. Evidentemente, que el fútbol europeo no es equivalente con la intensidad del contacto físico con el fútbol americano, pero un jugador de fútbol puede recibir y tirar la pelota con un golpe de cabeza en torno a 6 a 12 veces por partido (sí, está calculado!). Y se ha asociado picar con la cabeza la pelota, durante muchos años de la vida, con una afectación neurológica que implica desde cambios en el metabolismo neuronal, una disminución de la sustancia blanca y algunos problemas cognitivos.

A ver, aquí hay que poner un poco de calma, porque no todo es blanco ni es negro. Está demostrado que el ejercicio físico y la práctica de deporte, sobre todo si es moderado pero continuo a lo largo del tiempo, es muy beneficioso para la salud, tanto si lo practicas joven como si lo practicas de mayor. Además de los beneficios cardiovasculares, la prevención de osteoporosis y de pérdida de demasiado muscular, la práctica de los deportes también revierte, en general, sobre una menor probabilidad de aparición de demencia prematura. Así que se entiende muy fácilmente el editorial de la revista New England Journal of Medicine de esta semana que comenta y pone en contexto las investigaciones actuales de forma ponderada, y aconseja a los padres y madres que tenemos hijos que juegan a fútbol que no empecemos a sufrir antes de tiempo. En primer lugar porque los estudios estadísticos siempre son más fiables cuanto más datos se analicen. También se podrán extraer conclusiones más ciertas y fiables. Los matices siempre son importantes, particularmente en epidemiología, porque la estadística nos habla de porcentajes, pero las personas somos individuos y siempre hay un contexto. Antes de hacer grandes titulares y quedarnos en los resultados superficiales, quizás nos tendríamos que concentrar en los múltiples beneficios para nuestra salud que proporciona la práctica de algún deporte, sobre todo con respecto a la calidad de vida, y seguramente, para los jugadores profesionales de un deporte de contacto, como lo es el fútbol (y muchos otros), habría que considerar hasta qué punto la encefalopatía traumática crónica, muy probablemente causada por golpes repetidos en la cabeza, puede constituir un riesgo laboral para su salud en edades más tardías, una vez retirados. A tener en cuenta.