Honestamente, iba a empezar el artículo de hoy con un mensaje de esperanza. Esperanza en que saldremos adelante. Esperanza en la respuesta de muchos colectivos que están dando lo mejor de sí mismos, como todo el sector sanitario y muchos trabajadores. Confianza en la ciencia y los científicos, que encontrarán cómo hacer frente a esta epidemia, porque se está trabajando a muchos niveles diferentes y tenemos a los mejores cerebros del mundo buscando diferentes maneras de afrontarla. Pero también creo que una vez dado este mensaje de esperanza, es muy urgente hablar de la crisis grave en la que nos encontramos inmersos. Y no hablo de la pandemia, ni del virus, sino de la grave crisis de desinformación que nos está invadiendo.

No sé si es que hay mucha gente en casa pendiente de las redes sociales, pero a la que te distraes, te llegan más de 100 mensajes de todo tipo, entre Whatsapp, e-mail y Twitter, con mensajes que son extremadamente perniciosos, totalmente equívocos y que confunden a la gente de forma absolutamente malintencionada. Desde gurús que proclaman que los virus no existen y son un subproducto de células moribundas (esta gente no deben saber ni qué es un microscopio), a los que proclaman que estamos viviendo una histeria colectiva porque no existe ninguna epidemia, a los que proclaman que nos tenemos que intoxicar y envenenar tomando lejía para curar el cáncer (probablemente lo debes "curar" todo porque provocas la muerte directa del paciente), que la Tierra es plana, las vacunas promueven el autismo y los alienígenas están a punto de abducirnos. Y al final, la gente está mareada de tantos datos aparentemente contradictorios. Entre tantos iluminados cuesta encontrar a quién creer, y las personas que son o muy crédulas o muy desconfiadas toman partido rápidamente por cualquier persona que parece que habla con una cierta autoridad, charlatanes y impostores que necesitan el foco mediático a fin de que la gente caiga de lleno en sus falacias. Hay que ser muy soberbio, muy necio o ambas cosas para negar la evidencia e ir dispersando mentiras.

Basta de partisanismo político que se basa en datos erróneos o manipulados y es incapaz de rectificar a tiempo en medio de esta crisis mundial. Necesitamos tener altura de miras, buena información y mucho criterio para saber distinguir dentro del ruido mediático

Por ejemplo, una de las ideas que corría por las redes es que esta pandemia se ha originado por un virus artificialmente creado en el laboratorio, ¡venga va! Esta idea ni siquiera tiene el mérito de ser original, sino que se encuentra en muchos libros y películas del género catastrofista. Pues bien, la secuenciación masiva del genoma del virus de diferentes lugares del mundo, demuestra que todas las muestras analizadas derivan de la misma cepa de virus en China, y que esta cepa de virus ha surgido de forma natural. El tipo de mutaciones que observamos en el genoma no serían las que un ingeniero genético incorporaría en un virus para hacerlo más infectivo. De hecho, los programas de predicción muestran que no son unas mutaciones óptimas, sino que presentan un patrón que se ha producido por mutación al azar y después selección natural en huéspedes animales previos a la infección en humanos. Podéis leer la explicación científica en un artículo que se acaba de publicar en Nature Medicine, y encontrar todas las novedades de la secuencia de nuevas muestras del Sars-Cov-2 en Nextstrain. Si queréis una explicación un poco más sencilla, podéis consultar el blog del director del NIH americano, Francis Collins, explicándolo y, además, dando una dirección web que da información para combatir los mitos, rumores y noticias falsas que se están extendiendo sobre la Covid-19.

No soy de naturaleza malpensada, de hecho, los que me conocen consideran que soy bastante ingenua, pero esta repentina ebullición de fake news en los últimos años parecería más bien una acción concertada para mantener la mayoría de la población permanentemente desinformada, y sobre todo, maliciosamente en contra de cualquier conocimiento y dato que se presente por parte de científicos. Y aquí llegamos a otra crisis grave de desinformación. La crisis de cómo se nos presentan los datos. Hay perfiles de Twitter que son falsos (nombre falso, perfil falso, foto falsa) y que envían datos falsos o maquillados. Gente que se arroga un perfil de una cierta solvencia, pero que nos "engañan" enviando cualquier dato o gráfica que tiene pinta ser cierta. Y muchas veces no nos paramos a pensar si aquellos datos tienen sentido o no, y los vamos pasando a los contactos, multiplicando la desinformación. Parece que no sepamos que cualquier programa de análisis de datos, incluso el programa Excel que todos tenemos en los ordenadores, puede hacer gráficas. Lo que es importante NO es la gráfica, sino la veracidad de los datos que se utilizan para hacer una gráfica. Una gráfica con datos falsos o manipulados es falsa. No hay más, por mucho que nos caiga muy bien la persona que nos la hace tragar.

Por último, quería mencionar unos comentarios que he leído de un científico norteamericano, Carl Bengstrom, que se dedica al análisis de datos de epidemias y a hacer modelos matemáticos de propagación. Comenta que hace más de diez años que trabaja en este tema, y que, como todos los modelos, son más o menos minuciosos según los datos sobre los cuales se basa, tanto durante el desarrollo teórico del algoritmo, como después cuando se aplica para hacer predecir la progresión de una infección. A partir de la pandemia de coronavirus, de la noche a la mañana, recibe un montón de mensajes cada día que están hiperpolarizados: o lo bendicen por su tarea de investigación o le desean todos los males y las plagas de Egipto porque no están de acuerdo con las predicciones que resultan de su modelo. Él lo llama hiperpartisanismo, la gente no discute si el modelo matemático es más o menos bueno o los datos son más o menos minuciosos, sino que la gente sólo acepta y aplaude aquellas predicciones que encajan con el partido político o el líder político que ellos han decidido seguir. Y eso también lo estamos viendo aquí, con nuestros científicos. Sin ninguna argumentación científica, la gente se posiciona, porque son de un bando o de otro, cuando lo que hay que tener en cuenta, en estas circunstancias, en esta sociedad global, es que todos tenemos que remar hacia la solución de la pandemia. Y hay que tener criterio científico, crítico y flexible, para argumentar y conocer los puntos fuertes y puntos débiles de las decisiones que se tomen, y saber aceptar que los datos de la epidemia son dinámicos y cambian diariamente dentro de cada país y dentro de cada zona, y eso también pide algoritmos flexibles para hacer predicciones científicas más detalladas. Basta de partisanismo político que se basa en datos erróneos o manipulados y es incapaz de rectificar a tiempo en medio de esta crisis mundial. Necesitamos tener altura de miras, buena información y mucho criterio para saber distinguir dentro del ruido mediático.

Somos una sociedad madura, educada e informada, ¡demostrémoslo!