Tengo un amigo periodista que presenta un programa de radio que siempre dice que hay tres personas que han hecho mucho daño a Catalunya. No digo el nombre del periodista, porque llevo tantos años yendo a su programa que ya no sé si lo dice en público o en privado esto de que hay tres personas que han hecho mucho daño a Catalunya. No digo el nombre, pero vamos, es un programa de mucha audiencia. De hecho, es el programa que tiene más audiencia. Sus iniciales, las de mi amigo, son J.B. Bien, de hecho, es Jordi Basté, quien dice esto. Va, no voy a decir los otros dos nombres, pero uno sí. Uno de los que han hecho daño a Catalunya: Ferran Adrià. Eh, que quede claro que Basté también dice siempre que la gente no entiende la ironía. Quiero decir, que su comentario va con ironía, vamos. Lo que quiere decir, básicamente, es que Ferran Adrià es tan bueno que ha querido imitarlo todo el mundo. Pero que de Adrià sólo hay uno. A los otros dos, las otras dos personas que han hecho daño a Catalunya, las cita por el mismo motivo… Bueno, el caso es que Basté considera que todo el mundo quiere imitar a Adrià y que la mayoría son malos imitadores. Y vas al restaurante y en todas partes te encuentras tuétano con caviar de combinaciones imposibles con singular contraste de texturas y sabor.

Por eso me ha parecido una buena noticia —se lo parecerá a Basté, también, digo yo— que el plato preferido de los catalanes no sea ni el melocotón Melba, ni la omelette surprise con piel de leche de vaca, ni el aire de zanahoria con leche amarga de coco, ni el caviar esférico de melón, ni la gelatina caliente de trufa. No. El plato preferido de los catalanes, ya lo sabrá usted porque también es el suyo y el de todos, es la paella. Bien, la paella, la paella. A ver. Si hacemos caso a Quim Monzó, que niega que en Catalunya alguien haga paella, será el arroz que se parece a la paella. Pero el caso es que somos todos Vicent Sanchis.

Una vez sabido que los catalanes somos tan typical spanish como el resto de los españoles y que tenemos los mismos gustos que los guiris que nos visitan, ya podemos encarar con tranquilidad de espíritu la otra noticia: el gazpacho ha entrado en el Corpus de la cuina catalana

Pues sí, dice el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), que los catalanes preferimos la paella por encima del pan con tomate, la butifarra, las tapas, el sushi o el tofu. La lista va así: arroz y paella (21%), pasta y fideuá (15%), entrantes y tapas (12%), carnes y pollo (12%). Lo que haría indicar que deberíamos volver, por favor, a los restaurantes tradicionales. ¿Se acuerdan de cuando íbamos al restaurante y pedíamos cada uno su plato? ¡Un primero y un segundo! ¿En qué momento decidimos que ir a cenar era ir a compartir tapas en lugar de pedir un entrecot a la pimienta verde? Bien, pues, quizá sea momento de volver a ello. Al entrecot y al cóctel de gambas. Ah, y que la paella, como los jueves en los bares de menú, pueda ser para uno.

Una vez sabido que los catalanes somos tan typical spanish como el resto de los españoles —y que nadie se enfade, no hay nada más típicamente español que un independentista catalán— y que tenemos los mismos gustos que los guiris que nos visitan, ya podemos encarar con tranquilidad de espíritu la otra noticia que ha exaltado a los puristas: el gazpacho ha entrado en el Corpus de la cuina catalana. Sí, señor. Cumple los tres requisitos: existen referencias escritas de hace más de 50 años, la receta se hace en diferentes lugares del país y las personas encuestadas que preparan la receta no tienen ningún vínculo familiar. Admito que el último punto me cuesta de entender y constato que llega la época en que el gazpacho te soluciona el primer plato. Aunque sea de supermercado.

Aclarado todo esto, sólo queda una duda. Si la encuesta del CEO dice que el plato preferido por los menores de 50 años es la pasta y la fideuá, ¿comer paella es de boomer?