"La verdad se parece bastante a la falta de imaginación."
Jardiel Poncela

No le gustan las críticas al juez García-Castellón. No le gustan nada. Lo sé por experiencia, porque tuvo el detalle de contactar con alguno de los medios en los que colaboro para quejarse de mí. No crean que no hay peligro, porque te recrea en una de sus obras y te convierte en... ¿narcotraficante?, ¿falsificador de moneda? Tal vez en terrorista que es lo que más mola desde que no hay terroristas de verdad, porque cuando los había él se dio el piro y se fue al extranjero. Esta crítica tampoco le va a gustar y como remedio le ofrezco que mejore la calidad de sus ficciones, porque no puede suplir el crítico la trama que el autor ha sido incapaz de armar. 

García-Castellón es un cuentista flojo, peor que flojo, es pésimo. Ni siquiera es consciente de la necesidad, apuntada por Coleridge, de establecer las mínimas premisas para que el lector pueda suspender su incredulidad y lanzar su confianza en brazos del autor dejando que este le conduzca hacia donde sus designios imaginativos han marcado. No sigue la norma de Coleridge el magistrado, porque considera que su relato sufrirá un proceso de "cristalización progresiva", es decir, que nadie puede pretender que desde la misma incoación "queden perfectamente definidos los hechos sometidos a investigación e incluso las calificaciones jurídicas". Para qué. Él va a concluir con una imputación por terrorismo, pero ¿a qué pedirle que explique por qué y qué pruebas tiene? El autor es libre, parece decirse, confíen en mí. El perfecto ejemplo del narrador falible o sospechoso, que sabemos que nos hace trampas, con mayor o menor fortuna.

García-Castellón ni siquiera es consciente de la necesidad, apuntada por Coleridge, de establecer las mínimas premisas para que el lector pueda suspender su incredulidad y lanzar su confianza en brazos del autor

Así nos adentramos en un relato sobre el peligroso grupo terrorista "capaz de movilizar una masa que comprometiera la estabilidad económica, social, empresarial e institucional de España". No hace falta más descripción, todos sentimos temblar bajo nuestros pies España aquellos días; todos nos tuvimos que sujetar para que no cayeran las instituciones. La peligrosa organización comenzó sus primeras andanzas "abriendo un grupo de Telegram", nos cuenta para, con posterioridad, proceder a "pegar multitud de carteles". No contentos con ello, anunciaron su existencia nada más y nada menos que ¡en redes sociales! El perfecto manual del terrorista. [NOTA DEL SUPERVISOR DE GUIONISTAS: Esto, Manolo, ¿no te parecen raros estos grupos terroristas que empiezan por publicitarse?] No le critiquemos tampoco por eso, la cosa era aún más peligrosa, ya que tenían "una estrategia comunicativa planificada", con "campaña mediática" incluida y, como le alerta la Guardia Civil, "se cumplió el mandato de hacer llegar el concepto de Tsunami Democràtic (TD) a la ciudadanía" [NOTA: ah, pues ya si hicieron llegar el concepto esto es grave, Manolo, muy grave.] "Se lanzó en Twitter." ¡Qué me cuentas! Es que Puigdemont "contribuyó a la notoriedad". Hala, qué fuerte. Va más lejos el magistrado literato, porque Marta Rovira hizo unas declaraciones en prensa "corroborando la participación de los mencionados líderes en la planificación de TD". A veces hay que cargar las tintas y el narrador lo hace sin ambages, porque estos líderes, al parecer, según la prensa, se habrían reunido en Ginebra a hablar de esto ¡con la asistencia de Arnaldo Otegi! [NOTA: pues ya si estaba Otegi, blanco y en botella, me dejas convencido, Manolo. Oye, responderá, y lo voy a llamar para que haga un cameo.]

Había no sólo voluntad de protestar por la futura sentencia, sino "voluntad de permanencia" de la organización terrorista. [NOTA: ¿de dónde se deduce eso? No le das explicación ninguna al lector, parece un volatín de la trama. Bueno —dirá Manolo— necesitaba que tuviera las características de un grupo terrorista... la imaginación cuenta] y por si nos hacía falta más, nos introduce un comunicado en el que se dice que "TD somos muchos" y que "miramos hacia adelante". Este comunicado le resulta "especialmente revelador", porque permite "obtener una visión más amplia de la nueva organización, enmarcada en una serie acciones planificadas para la desestabilización encaminada al fin último de lograr la independencia del territorio de Cataluña".

Así que en una descripción burda y poco precisa, características estas de un mal autor, nos lleva el narrador hacia lo que cualquiera veríamos como protestas, pero que él logra dotar de unas espeluznantes características con su peculiar visión creadora. "Bloquearon el aeropuerto usando para acceder billetes de avión que se habían hecho circular en redes sociales". [NOTA: ¿no crees, Manolo, que al relato le falta tensión? ¿Tú crees? Creo, parecen unos desórdenes como un piano. ¿Quieres un terrorista? ¡Agarra el cubata!] "En el marco de esta acción se produjo la muerte de una persona", ¿no me digas?, "tal y como dijeron los medios de comunicación". [NOTA: ¡pero si ni siquiera los familiares lo achacaron a eso porque fue un infarto y no hay nada que lo relacione! Bueno, oye, esto está por cristalizar, te lo he dicho, ya veremos.] Y es que luego está la peligrosa acción de Barajas "que produjo graves alteraciones de la paz social y el orden público" [NOTA AIRADA DEL JEFE DE GUIONISTAS: ¿de verdad quieres que el lector se trague eso porque unos cuantos se pusieron a circular despacio para crear un atasco? ¿Dónde pone en el Código Penal que es terrorismo conducir despacito?] Dijeron: "Hoy bloquearemos el país". Ah, bueno, entonces ya sí, tiene toda la lógica.

No se trata sólo de que el juez intente sabotear un proceso de pacto político o una eventual norma legislativa, sino de que lo hace de forma inadmisible en derecho y, cosa grave, todo el mundo traga, como si semejante argumentación permitiera imputar ni más ni menos que por terrorismo a un señor que estaba en Bélgica

Para culminar el nudo, no duda el narrador poco fiable en dar un golpe de efecto. "TD trató de influir en el proceso electoral". Un ataque a los cimientos de la democracia del grupo terrorista, terrible. ¿Y cómo lo hicieron? "Organizando durante la jornada de reflexión una serie de actividades culturales, políticas y festivas en ciudades y pueblos de toda Cataluña". ¡No fotis! Pero lo hicieron "pretendiendo con ello influir en el proceso electoral". ¿Tienes pruebas? "La afectación que pudo tener en el proceso electoral resulta imposible de determinar, pero es evidente que había una voluntad". [NOTA: si no cambia el tono lo tiro abajo, esto no hay quien se lo trague, Manolo. Espera, que hay más, ruega el creador.] Aún trataron de llevar a cabo "una afectación abiertamente transnacional" y es que querían internacionalizar su protesta. ¿Y qué hicieron? Cortar la AP-7, Hulio. Y no sólo, que luego se fueron al clásico Madrid-Barça y lanzaron pelotas amarillas al campo. ¡Tremendo! [NOTA DEL JEFE DE GUIONISTAS: esto es una basura, no nos da ni para una de serie Z, ¿te has creído que el público es lerdo, Manolo? El público, contesta convencido, está asegurado y los aplausos y la segunda temporada en Europa, también.]

García-Castellón no lleva bien las críticas y está a punto de explotar. Se hincha de potestas y grita: ¡no es una novela, es un auto judicial! El jefe de guionistas se queda boquiabierto, no conoce el género, pero sospecha que tampoco encaja en él. Entra un jurista por bambalinas y apostilla: "Pues si es un auto, es groseramente arbitrario y desde el punto de vista técnico está plagado de barbaridades. No se puede hablar de desórdenes terroristas si la organización no es terrorista previamente y por otros actos ni el convocante de una manifestación es responsable de lo que suceda en ella ni una huelga es terrorista porque alguien reciba una pedrada. Si es un auto, peor me lo pones, Manolo. No se puede ser tan burdo. Esto lo venís haciendo durante los últimos años en el tema de los catalanes. Se llama lawfare y, claro, luego os indigna que intenten remediarlo. No has hecho sino darle la razón a Puigdemont y compañía con una resolución que tú sabes que es injusta y deficiente en derecho".

Ahora llega mi crítica: no se trata sólo de que el juez intente sabotear un proceso de pacto político o una eventual norma legislativa, sino de que lo hace de forma inadmisible en derecho y, cosa grave, todo el mundo traga, como si semejante argumentación permitiera imputar ni más ni menos que por terrorismo a un señor que estaba en Bélgica. No tengo miedo de que la verdad le moleste al juez, yo no he hecho nada, ha sido él.