Estoy convencido de que si Pere Aragonès convocara hoy elecciones tendría algunas opciones de ganarlas. Aún diría más. Creo que está ante su gran oportunidad. En mi opinión tiene más posibilidades ahora de las que tendrá en el 2025, si es que es candidato, después de un mandato del que difícilmente podrá presumir de muchas alegrías.

Las encuestas dicen que ganaría el PSC, pero a la hora de la verdad, el electorado catalán, en las elecciones catalanas, siempre ha procurado compensar al poder estatal para tener alguna fuerza negociadora en Madrid. Incluso cuando Felipe González era el rey del Mambo. De hecho, el PSC nunca las ha ganado las elecciones al Parlament. Pasqual Maragall tampoco ganó, pero sacó 42 diputados, suficientes para poder formar el tripartito, porque en ese momento representaba la gran resistencia catalana al PP de José María Aznar, que gobernaba en Madrid con el apoyo de CiU.

Puede que sí que la gente esté harta de los sainetes indepes y prefiera que Salvador Illa pase página de una vez, pero la gente no es tonta y sabe que si ahora hay que aprovechar la ocasión de los apoyos que necesitan el PSOE y Pedro Sánchez en Madrid, sería necesario en Catalunya un presidente dispuesto a negociar, pero no tan comprometido con el PSOE. Lo tendría difícil el candidato del PSC-PSOE para convencer al electorado catalán de que será el más exigente con el gobierno del Estado.

Además, si ahora Aragonés convocara elecciones, pillaría a contrapié no solo a algunos de su partido, sino también a Junts per Catalunya, que todavía no tiene candidato decidido y que decidirlo les llenará de dolores de cabeza, porque, como todo el mundo sabe, el presidente Puigdemont solo está interesado en renovar su escaño en el Parlamento Europeo.

A ver si no resulta incluso grotesco que para resolver el conflicto con Catalunya, por el lado español esté el Gobierno español y por el lado catalán, hasta cuatro delegaciones diferentes (y enfrentadas), en cada una de las comisiones de diálogo y/o negociación

Sin embargo, el president de la Generalitat, que es el único que tiene la potestad de convocar elecciones, está determinado a aguantar como sea la legislatura catalana, pese a no disponer de la mayoría necesaria para poder gobernar con todas los atributos. Políticamente, no, pero hasta cierto punto, es humanamente comprensible. Son miles de puestos de trabajo que están ahí... y vale más pájaro en mano que ciento volando. Ahora bien, todo apunta a que la nueva etapa política que dice Aragonès que se abre gracias a la investidura de Pedro Sánchez, no será muy nueva, sino que corre el riesgo de convertirse en un insoportable déjà vu, una repetición de lo peor de la politiquería catalana.

El Gobierno Aragonés no tiene mayoría, pero su prioridad es perdurar y sabe que puede conseguirlo porque, de hecho, tiene la estabilidad asegurada. PSC y Comuns le harán sufrir tanto como puedan, pero sin derribarlo, a cambio de que Esquerra Republicana no le complique lo más mínimo la vida a Pedro Sánchez y su gobierno de coalición, que ya la tendrá bastante complicada.

Esta simbiosis PSOE-ERC no permitirá a los republicanos catalanes presumir de grandes conquistas de soberanía, porque el PSOE da por hecho que aguantando a Aragonés en la silla ya es suficiente. Máxime si tenemos en cuenta que el cumplimiento de los acuerdos, tanto de ERC como los de JXCat con el PSOE, supondrán, como cantarían los Beatles, The long and winding road, una larga y complicadísima carrera de obstáculos, de incierto resultado. Se ha demostrado esta misma semana en el caso del traspaso de Rodalies y más en cuanto a la amnistía.

Así que para perdurar, ERC y el Govern Aragonés tendrán que tragarse todos los sapos que hagan falta. Y ahí estará Junts per Catalunya para denunciar la cantinela de siempre, que los demás son unos vendidos y ellos, no. Sin embargo, tampoco podrán hacer nada contra el Gobierno Sánchez cuando sean los jueces quienes boicoteen la amnistía. Y si lo hacen, si los diputados de Junts desestabilizan al Gobierno de Pedro Sánchez, no quedarían como unos valientes patriotas, sino como unos tontolabas incapaces de entender que la batalla estará centrada en cómo detener la ofensiva del búnker judicial y su brazo político, que es y será lo más importante de la legislatura.

Son tiempos difíciles, de lawfare y de sequía, pero todo apunta a que volveremos a aguantar, volveremos a sufrir y volveremos a perder el tiempo con las peleas de ERC y Junts que ya no interesan a nadie y amenazan con hundir la audiencia de los “Telenotícies”

Bueno, lo más probable es que la sangre no llegue al Manzanares. El espectáculo será inevitablemente autóctono. A ver si no resulta incluso grotesco que para resolver el conflicto con Catalunya, por el lado español esté el Gobierno español y por el lado catalán, hasta cuatro delegaciones diferentes (y enfrentadas), en cada una de las comisiones de diálogo y/o negociación que se ha acordado constituir. Y aún está por añadir la mesa de partidos catalanes, como si no hubiera suficiente con el Parlament. A Pedro Sánchez quizá ya le viene bien porque con tantas mesas y comisiones difícilmente se concretará nada. Y volveremos a aguantar, volveremos sufrir y volveremos a perder el tiempo con las peleas de ERC y Junts que ya no interesan a nadie y amenazan con hundir la audiencia de los Telenotícies de TV3.

Son tiempos difíciles que no pueden gestionarse desde la frivolidad. Por el lado político habrá que hacer frente y no nosaltres sols a la ofensiva de las fuerzas reaccionarias del Estado. Es muy grave lo que está pasando con el boicot a la amnistía y las acusaciones indiscriminadas de terrorismo a cualquier disidente y esta batalla no ha hecho más que empezar. Más allá de la política estricta, la sequía es una tragedia, y para hacerle frente será necesario un compromiso transversal de país. Si ahora los representantes que se llenan la boca con el nombre de Catalunya no se sitúan a la altura de las circunstancias, el riesgo no será el desprestigio de la causa independentista, que también, sino convertir el propio sentimiento catalanista en una angustia personal. Entonces sí que los socialistas ganarán las elecciones catalanas.