No hablan de venganzas, pero tampoco de perdones, porque la historia reciente del socialismo nunca fue una historia de amor sino de odios. El pasado les duele y les puede. A todos. El olvido sería la única venganza y el único perdón, pero ahora llega el presidente del Gobierno, el candidato Pedro Sánchez, y lo recuerda todo. A su manera. Su verdad no es la verdad absoluta. En algunos pasajes ni siquiera es aproximada. Algunos se han sentido aludidos y algunos señalados, por lo que habrá, seguro, quien salte al ruedo para rebatir lo contado.

Manual de resistencia, el libro que Irene Lozano ha escrito para Sánchez, es un texto ligado a una estrategia, la de agrandar el relato épico de un presidente del Gobierno y un secretario general del PSOE que desafió a propios y a extraños y cambió para siempre el curso de la socialdemocracia en España. En lo político y en lo orgánico.

Como muestra de lo que llega y lo que pretende, basta con que lean la reseña de la portada: "Nunca una moción de censura ha triunfado en España"; "es imposible ganarle unas primarias al aparato de un partido"; "aquí nadie dimite para ser fiel a su palabra"… Uno tras otro, los lugares comunes de nuestra vida política han sido derribados por un hombre: Pedro Sánchez.

Y lo cuenta ahora, en plena campaña electoral, y sin tener todos los detalles que movieron a sus antecesores o correligionarios a hacer lo que hicieron antes de que él fuera por primera vez secretario general del partido: la dimisión de Rubalcaba; los motivos que llevaron a Susana Díaz a apoyar a Sánchez como candidato frente a Eduardo Madina; el porqué y quién conocía la decisión del exdiputado vasco sobre “un militante un voto”…

La historia reciente del socialismo nunca fue una historia de amor sino de odios. El pasado les duele y les puede

Tantos y tantos relatos que durante meses abrieron las páginas de todos los diarios y, en especial, el de la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del PSOE tras las elecciones europeas de 2014, que Sánchez atribuye con escaso conocimiento a la presión ejercida por Susana Díaz sobre el entonces líder de los socialistas. La versión durante años la alimentó y difundió por todas las redacciones la propia expresidenta de la Junta, y hoy vuelve a las páginas del libro del presidente del Gobierno, aunque nada fue como se cuenta.

Ni a Díaz le interesaba la marcha de Rubalcaba en aquel momento ni él se fue porque ella se lo pidiera ni por el pírrico resultado del PSOE en unas europeas, sino porque ya conocía desde hacía unas semanas la decisión de Juan Carlos I de abdicar en favor de Felipe VI y se temía verse en medio de un debate entre la decidida apuesta de renovación de la monarquía y la resistencia al cambio de un líder que ya estaba de salida porque todos sabían dentro y fuera del PSOE, menos al parecer Sánchez, que Rubalcaba no tenía intención alguna de repetir como candidato a las generales.

Así fue la historia nunca contada por el dimisionario y versionada tantas veces como él dejó que se diera pábulo a que Díaz fue la única causante de su marcha. Es lo que tiene que uno haya evitado siempre entrar en los verdaderos motivos de su último acto en la vida política, otros aprovechen para colgarse galones que no les corresponden y Sánchez no haya preguntado jamás a su antecesor por el episodio. Ni siquiera cuando decidió llevarlo a las páginas de un libro, del que lo más comentado el día que salió a la venta fue la confesión del autor de que su primera decisión como presidente de Gobierno fue cambiar el colchón de la cama de matrimonio del Palacio de La Moncloa. Así andamos…