Como que soy un terrorista subvencionado por el régimen separatista y por Venezuela (y también soy medio yihadista), me he permitido el capricho de gastarme parte de los millones que gano gracias al 3% comprándome la máquina definitiva: el verdadómetro.

El verdadómetro consiste en un aparato que, aplicado por vía rectal, permite escuchar lo que piensa de verdad la persona que nos está hablando. Le haré una prueba. Primero leerá lo que verbaliza la persona en cuestión y después, entre paréntesis, leerá lo que está pensando realmente mientras lo expresa. La persona que pasará ahora por la máquina podría llamarse Gargallo, pongo por caso.

–Eso del independentismo son cuatro gatos sin ningún apoyo que no merecen que les dediquemos ni un segundo de nuestra atención. Quizás sí que en un momento concreto hubo un pequeño brote radical que generó mucha espuma, pero ahora la situación ha vuelto a la normalidad. Y, naturalmente, en Europa el tema ni interesa ni despierta ningún interés. Y, no, de ninguna manera, nuestra representación en el exterior ha recibido ninguna instrucción al respecto.

(¡¡¡ALARMA, ALARMA!!! ¡¡¡Avisen a todas las embajadas y consulados del planeta!!! Sí, de la galaxia también. Cuando un catalán cruce la frontera para hacer una charla, una presentación o una conferencia, participe en un seminario o simplemente respire, cierren las puertas del país donde estén y tiren la llave. ¡¡¡Que no entre!!! Y si entra, llamen al presidente, al rey, al emperador o a quien mande en el país y díganle que hay un elemento peligroso que quizás puede empezar a transmitir Zika, gripe del pollo o las vacas locas, que violará a sus hijas y que les vaciará la nevera. Se trata de que no hable, no fuera que alguien lo escuchara...).

¿Qué, una máquina muy interesante, verdad? Y entretenida. Bien, pues ahora haremos otra prueba. Aplicaremos el sistema a un hipotético presidente en funciones de un hipotético país:

–Las esteladas generan violencia, caspa y dolor muscular, por lo tanto, las prohibiremos. Porque las esteladas son un insulto a las víctimas que tienen que soportar que un terrorista como Otegi se pasee por un Parlamento de extremistas que se comen a los niños con salsa Espinaler y que quieren imponer un gobierno que llevará España al caos y a la violencia de unos comunistas que robarán la pensión y la dentadura a los abuelos.

(A ver, las encuestas no nos van muy bien. ¿Qué tenemos para motivar a nuestro electorado? Va, provoquémosles miedo, que siempre resulta. Y después sacamos a pasear a Catalunya y los vascos malos, lo empaquetamos todo y, venga, a subir tres o cuatro puntos en intención de voto. Y mientras hablamos de esteladas no hablamos del caso Púnica, ni de la bancarrota de las autopistas radiales, ni del déficit que provocará un nuevo recorte durante del 2017 que se cagará la perrita Marilyn y, pim, pam... Vaya, ahora me llama Moragas. Disculpen.

¿Qué quieres tú ahora? ¿Ah, que eso de las esteladas se nos ha ido de las manos? Ah, que ni los del PP de Catalunya nos lo compran... Ningún problema, dejamos sola a la Dancausa esta y decimos que ella tiene la culpa de todo. Sí, sí, sacamos su currículum político e ideológico, que la tomen por facha sólo a ella y tema resuelto. Por cierto, ¿ya están abonadas las subvenciones a las asociaciones de víctimas? No, no, a las nuestras. Las otras me chupan un pie. ¿Sí? Perfecto. Venga, y no me molestes a esta hora que estoy viendo el Giro).

Como ve, esta máquina es muy útil. Si quiere, se la dejo. Y, ya que me lo pregunta, sí, también puede ser usada en la vida cotidiana. ¿La pasa a buscar o se la traigo yo?