Hoy Pedro Sánchez se juega el cuello; Esquerra Republicana se juega la hegemonía territorial, y Junts per Catalunya casi su existencia como tal. Más allá de los resultados de cada municipio o comunidad, las elecciones locales y regionales suelen ser determinantes para el futuro político del país. Y en cuanto a Catalunya, los comicios empezarán a dibujar el mapa político del postprocés.

En cuanto a España, Pedro Sánchez ha tenido que echar el resto en forma de promesas y regalos electorales porque al PSOE le peligran prácticamente todas las mayorías en los parlamentos autonómicos salvo en Asturias y los expertos en demoscopia sostienen que las tendencias suelen ser bastante homólogas, es decir que si la Comunidad Valenciana vuelve a caer a la derecha, el desastre puede extenderse a Aragón, Baleares e incluso a Extremadura. Todo va del canto de un duro, pero según caiga la moneda, el resultado de las generales estará servido. Los resultados no son extrapolables, pero ni el PSOE ni el PP pueden ganar unas elecciones generales con el mapa autonómico dominado por los adversarios. El líder del PP, Núñez Feijóo, pone también a prueba su liderazgo. Si todo queda como estaba, en el ámbito de la derecha habrá nervios y no faltarán los que empujen a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, como la gran esperanza azul.

En Catalunya la incógnita más interesante será la respuesta de la base electoral independentista a la apuesta de ERC de acuerdos con el PSOE. No hace falta esperar al escrutinio para saber que los republicanos, con 804 candidaturas presentadas, ganarán en número de votos y concejales las elecciones en el conjunto de Catalunya, pero el gran desafío político de los republicanos es revalidar las victorias de 2019 en Barcelona, Tarragona y Lleida, que las encuestas ponen en duda. La disputa en estos casos es con los socialistas. Quien gane esta batalla partirá como favorito para ganar las elecciones al Parlament de Catalunya y si son los socialistas quizá tengan prisa por forzar elecciones catalanas anticipadas, sobre todo si el PSOE hace un mal resultado, porque para el PSC es determinante que los comicios catalanes se celebren con el PSOE en el Gobierno del Estado.

Los resultados de las elecciones de hoy no serán extrapolables pero fijarán una correlación de fuerzas determinante para el resultado de las elecciones generales y empezarán a dibujar el mapa político de la Catalunya postprocés.

Para acabar de dibujar el mapa de la Catalunya postprocés falta la variable Junts Per Catalunya. El partido de Puigdemont, Borràs y Turull... y de Trias, Giró y Victoria Alsina está pendiente del resultado para determinar su estrategia como partido centrista y soberanista. Si como prevén las encuestas, la candidatura de Xavier Trias en Barcelona logra el sorpasso a ERC, se cargarán de razones a los partidarios de la opción pragmática, que significa hacer política centrándose en la gestión y abrirse a pactos con los socialistas. El PSC está por la labor porque su rival electoral es ERC y no Junts y porque podría ocurrir que los escaños de JxCat resulten a final de año decisivos para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa. Ahora bien, si en el conjunto del territorio los resultados de hoy no son mínimamente satisfactorios, el próximo congreso tendrá efectos catárticos e imprevisibles, dado que existe un president en el exilio que sigue siendo referente, los tribunales europeos se decidirán pronto y su veredicto puede provocar un nuevo cataclismo.

Hay un aspecto también interesante en Catalunya que afecta a España, como es el resultado del Partido Popular y Vox. Catalunya siempre ha sido determinante en las mayorías socialistas en el Congreso. El PSOE gana cuando en Catalunya el PSC triplica el número de escaños del PP y pierde cuando el PSC solo saca menos del doble que la derecha. La incógnita es quien se lleva el botín de Ciutadans, porque la correlación entre PSC y PP-Vox en Catalunya será también determinante en las elecciones españolas.

Y de la batalla de Barcelona basta decir que los cuatro candidatos principales se disputan la alcaldía y su pervivencia política. Los tres que no ganen no continuarán en el Consistorio y sus respectivos partidos tendrán que gestionar la crisis con nuevos liderazgos, que bienvenidos sean.