El Ibex moderó sus matutinos deseos de subir en la apertura tras la última tanda de buenos datos de la economía europea y americana (a la que hoy se ha sumado la mejoría de la confianza de sus consumidores), constreñido entre la farsa de un enamorado despechado que desvió un avión egipcio a Chipre donde buscaba un encuentro con la ex, y el abandono definitivo de César Alierta de la presidencia de Telefónica en puertas de una nueva época por venir, la era digital.

Y es que no hay bien que por mal no venga en bolsa, donde el juego de equilibrios y contrapesos es más complicado que en la política o el fútbol, donde esta semana tendremos importantes novedades, y cuando la economía mejora, por ejemplo, puede que te encuentres con un discurso de la Yellen en el que te dice que, al mejorar las perspectivas, la prudencia no debe ser exagerada abriendo la puerta un poco más a una subida de los tipos de interés. Eso es lo que daba a entender Wall Street y lo que Europa ha cotizado. O sea, que por haber cambiado de horario no hay por qué ponerse estupendos.

La cotización de Telefónica con Alierta, un clásico del Ibex incluso antes de ocupar la presidencia de "las matildes", no ha sido la soñada por los accionistas y de la misma manera que hay grandes cambios estratégicos en las multinacionales europeas el hecho de la "disruption" digital ha sido excusa para el abandono del chairman.

Así que el mercado hubo de conformarse con OHL, que salió de México no tan mal parada como se temía, y con Abengoa, que ha sido la gran piruleta con la que los especuladores se han endulzado la boca tras conocerse que un 75% de los acreedores le han dado un margen para que reestructure su deuda. Y entre risas, farsas  y lágrimas  acaba la sesión de hoy a la espera de que el oráculo de Janet Yellen profiera sentencia sobre la situación del mundo.