Con tal de vender su proyecto de acuerdo de claridad como factible ante los escépticos, nuestro pequeño Molt Honorable nos recordó que todas las negociaciones siempre empiezan con uno 'no' de la parte contraria. Con la etiqueta vacua y la ampulosidad afectada de los spin doctors, Pere Aragonès ya resulta indistinguible de un vendedor de enciclopedias; eso de la claridad, dijo el president, consistirá en un acuerdo "circular" (empieza y acaba en el Govern, como la etapa parisina del Tour de Francia) y será encabezado por un consejo académico con figuras de destacadísimo prestigio (así la españolota Àstrid Barrio, conocida liberadora de naciones) que tendrá que vehicular un debate social para "definir las reglas del juego" y llegar a una solución "que implique empoderar a la ciudadanía y se base en los valores más básicos de la democracia; que dé voz a los catalanes de la forma más inclusiva."

Como veis, la instancia más alta del país ya habla como la presentadora de un pódcast divulgador de feminismos. Seguimos, porque la broma no se detiene: si nos adentramos en la letra pequeña, esto de la claridad empieza con un listado de preguntas escritas por el Govern sobre los diferentes mecanismos democráticos que tienen que permitir superar el conflicto con los españoles (unas cuestiones "concisas, esenciales para poner en marcha este proceso", en palabras de Aragonès, que representarán el consenso del 80% de individuos catalanes favorables al referéndum). Cuando tengan las preguntas hechas (la administración catalana está a rebosar de filósofos que tienen el privilegio de saber cómo nos cuestionamos la vida), el consejo académico en cuestión hará aquello que define cualquier órgano de comodones: lo habéis adivinado, ¡¡¡un informe!!! Haciendo óptimo uso del manual del perfecto masista, a todo le seguirá... ¡¡¡una mesa de partidos!!!

Este ensayo de claridad del gobierno Aragonès no tiene ningún tipo de relevancia, por el simple hecho de que sus autores han perdido cualquier credibilidad con sus electores. Como recuerdan los sabios ilustrados, la claridad solo puede subsistir si tiene el cojín de la verdad como base. Y lo único que saben los líderes procesistas es seguir alimentando la mentira

Consciente de que todo queda muy convergente y que aquí habría que poner un poco de colauismo, Aragonès aclaró que todo esto de la claridad no solo lo pensarán un grupo de intelectuales y mandones. Como si la independencia fuera una exposición del Santa Mònica, la cosa vendrá acompañada de un debate ciudadano que, siguiendo el idiolecto de los cursis, contará con la ciudadanía no organizada, la organizada (es decir, la ANC y Òmnium; es decir, los partidos políticos) y varios focus groups que, para hacerlo más bonito, se organizarán en el ámbito de las veguerías. Sinceramente, Pere, no sé si podremos aguantar un nivel tan grande de PowerPoint y costaladas por metro cuadrado. Pero bueno; después de todo este larguísimo proceso de estudio será la hora... ¡¡¡del informe final!!! Por decirlo un poco más claro: el Govern redactará unos folios conclusivos, los enviará a Madrid y España se lavará el ano con ellos.

Sé que todo hace reír, porque a las desgracias nacionales hay que ponerles un poco de humor para ir tirando. Pero a menudo hay que hacer de tripas corazón, pues la vida te obliga a perder el tiempo rebatiendo a gente muy ignorante. Aquí lo importante de todo no es realizar un acto de fe con la fuerza negociadora del Govern, sino ver cómo esta pretensión ha funcionado atendiendo al pasado más reciente de nuestra desdichada historia. Manifestar cómo, para poner solo un ejemplo, Aragonès (y su amo Junqueras) ya vendieron la modificación del Código Penal enemigo como un primer round del futuro acuerdo con Madrid. ¿Cómo acabó la reforma en cuestión? Pues con el Tribunal Supremo y toneladas de jurisprudencia releyendo la legalidad española y negándose a aplicar invenciones ad hoc como la malversación atenuada a los independentistas. No es que no te creamos, Pere. Es que sabemos que no sabéis.

Como entiende cualquier bípedo mínimamente sensato, solo se negocia desde la fuerza. Los partidos catalanes renunciaron a ello hace tiempo, acatando el 155 y pactando los indultos con el único objetivo de salvar a sus líderes incumplidores y corruptos. Por muchos simposios e informes que se hagan, este ensayo de claridad del gobierno Aragonès no tiene ningún tipo de relevancia, por el simple hecho de que sus autores han perdido cualquier credibilidad con sus electores. Como recuerdan los sabios ilustrados, la claridad solo puede subsistir si tiene el cojín de la verdad como base. Y lo único que saben los líderes procesistas es seguir alimentando la mentira. Afortunadamente, su falsía resulta mucho más visible y se intenta vender mediante un lenguaje cada día más hortera. Se acercan las elecciones y toca recordarlo de nuevo: no los votéis, que solo avanzaremos a base de deshacernos de esta caterva de falsarios compulsivos.