Cuando hoy se anuncie la fecha y la pregunta del referéndum ya sabremos qué táctica adoptará España para intentar reventar el resultado, en caso de que salga el sí. La deserción de Germà Gordó, anunciada desde dentro del PDeCAT justo hace diez días en un servidor por un estrecho asesor de Marta Pascal, es la última jugada de los españoles para abrir una brecha en el frente del .

Desde las elecciones del 27-S, los españoles buscan desesperadamente la manera de reintroducir la tercera vía en el juego político catalán. Aunque parezca mentira, el plebiscito de Mas estaba pensado para dar un sitio a la Unió de Duran y Lleida. Se trataba de dar a Madrid un medio para ir haciendo palanca contra el independentismo con la proverbial cobardía de las élites barcelonesas.

Duran fracasó y suerte que Antoni Castellà había visto la jugada a tiempo y se había marchado antes de que le hundieran con el barco insignia. Para ir pasando, hasta ahora los españoles han dado aire a Inés Arrimadas, pero la líder de Ciutadans sólo gusta a los camioneros y los mecánicos y el nuevo tonto útil es Germà Gordó, que tiene la misión de estabilizar una posición de centroderecha catalana al servicio del puente aéreo.

Con un amigo reíamos hace unos días. Es como si viéramos los españoles escuchando a escondidas las reuniones de los pobres hombres que han dirigido CDC los últimos 15 años. Los animales piensan con razón que Marta Pascal no conoce a nadie y que no podrá pagar la deuda de CDC cuando la justicia española lo arregle para hacer al PDeCAT responsable subsidiario del caso Palau y todo esto.

Es gracioso ver como, cegados por la vanidad, algunos hombrecillos se animan en conspiraciones de salón que sólo favorecen España, y que acabarán de destruirlos. Igual que no previeron que el 27-S saldrían unos resultados mejores de lo que se esperaban, ahora no ven que Antoni Castellà ya tiene medio ocupado el centroderecha y que los chicos de PDeCAT no son aquellos tontos comprados que había en la JNC de Jordi Cuminal.

El Estado necesita un centroderecha con un mínimo de solvencia para poder aplicar su táctica negacionista de siempre, por eso promueve burbujas de liberalismo pagadas con dinero de la tercera vía. Igual que durante siglos los españoles han negado que Catalunya es una nación y que el castellano haya sido una lengua impuesta, ahora dirán que el referéndum no es un referéndum, sino una vaca voladora de estas que anuncia La Vanguardia.

La batalla por la gestión del resultado de las urnas asesinas ha empezado y los españoles –que son muy racistas en cuestiones de poder– creen que necesitan la colaboración de unos cuantos asnitos con corbata y apellidos catalanes para legitimarse. La idea es crear un frente de comunistas y de gente de orden que defienda el discurso del referéndum pactado, que es la versión actualizada del famoso "hacer país" pujolista.

Apartad a las criaturas porque la carnicería será antológica. El Quijote y el conde de Santa Coloma volverán a morir en Catalunya. Costará, pero esta vez intentaremos que sea para siempre.