El señor Esteve ha ganado. El país cínico, cándido y cobarde ha ganado las elecciones de calle, tanto en el bando independentista como en el unionismo. Catalunya le ha hecho un corte de mangas a Rajoy, pero Rajoy ha asegurado la unidad de España por muchos años, quizás para siempre.

Aunque Puigdemont y Arrimadas celebrarán hoy su victoria electoral, los vencedores históricos de estas elecciones son Jordi Pujol y Mariano Rajoy. El presidente español porque ha parado el independentismo y el expresident catalán porque ha demostrado hasta qué punto supo blindar el país de las injerencias de Madrid.

La obra maestra de Pujol no es Puigdemont, es Inés Arrimadas, una niña de Jerez que ha tenido que aprender a hablar catalán y hacer ver que lo abrazaba no como Jordi Cañas o Albert Rivera— para ganar. Ciudadanos ha barrido el PP y el PSC con un discurso españolista y menestral, tan pragmático y folclórico como el de la vieja CiU, que también pide el corredor mediterráneo y un nuevo pacto fiscal.

El tiempo demostrará que Ciudadanos es un partido catalán, con toda la capacidad que los partidos catalanes tienen para aprovecharse de las debilidades de Madrid y desestabilizarlo con sus pedanterías regeneracionistas. Aunque sea poco estético o justamente por eso, la victoria de Ciudadanos aleja Catalunya de Madrid, pero muy probablemente la atará por mucho tiempo a España.

El unionismo ha tenido su momento y si no ha ganado ahora difícilmente volverá a ganar. Los unionistas de extrema derecha y los más moderados han preferido votar una marca blanca que el españolismo original. Aun así, como dice el humorista Nacho de Sanahuja, el independentismo ha votado a Francesco Schettino, el capitán que abandonó el Costa Concordia el primero de todos.

Es difícil de creer que un presidente que embaucó a su pueblo y lo dejó indefenso ante el Estado español, en una opereta cargada de improvisación, pueda hacer alguna cosa para liberar el país. Ahora veremos si Puigdemont cumple su promesa de volver a Catalunya como si fuera Napoleón y en qué condiciones lo hace.

Mi apuesta es que si ERC no mejora mucho respeto de la campaña electoral, los jóvenes tiburones que han encaramado a Puigdemont para desplazar a Marta Pascal acabarán partiéndose el país con los jóvenes bárbaros de Ciudadanos igual que en las primeras épocas de la sociovergencia. Quiero decir que la heroica y sufrida victoria que el independentismo ha obtenido contra el Estado no pasará de dar un pujolismo 2.0.

Con la CUP marginalizada por la altísima participación, Puigdemont tiene suficiente con pedir un referéndum acordado, devolver Catalunya al 2010, y dejar que a ERC le salga barba mientras espera eternamente que le llegue su turno.