“La mayoría de las noticias policiales se hacen muy confusas y hasta insensatas por la obligación de relatar cosas sin relatar la cosa”

G.K. Chersterton

 

Llámenme viciosa, pero no puedo parar de hacerme preguntas. Puede que me hiciera periodista para que dejaran de reñirme por hacerlas y para que, encima, me pagaran por ello. Convierte tu vicio en tu vida; un consejo de esos de taza de desayuno.

Por eso no he parado de hacerme preguntas desde que empecé a tomarme el té el lunes con la noticia de que estaban registrando la casa y el despacho de Gonzalo Boye “por blanqueo de capitales” o incluso “por blanqueo del narcotráfico” o, si uno sigue con la máquina del fango que se activó, incluso ya por lucrarse del narcotráfico. La pera, como es habitual.

La verdad es que a mí el registro de la casa y, más extremo aún, del despacho de un abogado que se ha convertido en la bestia negra del mesetarismo por su diseño de la estrategia jurídica que ha mantenido a Puigdemont y los consellers fuera del radio de acción de la querella Maza, me plantea muchas preguntas. Preguntas que no voy a dejar de compartir con ustedes.

La cuestión es que un abogado penalista no tiene un sólo cliente. Ni siquiera sólo tres clientes. Afortunadamente para ellos, suelen tener más y más variados. Toda esta extraña historia no tiene nada que ver con los patrocinados de Boye que viven en Bruselas, pero ya hemos visto que en muchas de las noticias sobre la operación policial, de lo primero que se habla es de su relación profesional con los políticos catalanes y eso ya es una cosa extraña. Me recuerda mucho a las noticias publicadas que rezaban: “Imputado el hijo de Cándido Conde-Pumpido por blanqueo de capitales”, también es abogado, también de unos clientes determinados, pero que no se nos escape en un titular que es hijo de quien es.

Lo más extraño de toda esta historia, que permanece secreta en una pieza aparte, comienza cuando Manuel P.S, uno de los detenidos e ingresados en el marco de la Operación Mito, pide declarar voluntariamente en el juzgado el pasado mes de julio. Esta persona era defendida por el despacho de Gonzalo Boye. Bueno, él y casi toda su familia, su mujer, su suegra... Pero la cuestión es que no pagaba. No pagaba ni la provisión de fondos y se le instó a hacerlo. Ante ese ultimátum, lo que hizo fue cambiar de abogado y pedir declarar en enero. Esto es algo que sucede a veces, aunque siempre me he preguntado si no era una cosa extraña que el siguiente aceptara en tales condiciones. Cada uno es cada cual. En enero declara y no dice nada de todo esto. Extraña cosa.

El derecho de defensa es tan sagrado que ni un millón de euros puede servir para burlarlo. Espero que sean muchos los letrados que se hagan preguntas

Pues Manuel P.S., que está ingresado en prisión, pide volver a declarar de forma espontánea en la Audiencia Nacional ante la juez Tardón de nuevo en el mes de julio, cosa que efectivamente hace el día 24 en el contexto de la pieza principal de la que se ha levantado el secreto y en la que, por supuesto, están presentes todos los personados. Aquí es cuando a este señor le da por “cantar” que, cosa que no dijo nunca, los documentos presentados por el despacho de Boye para una recuperación de dinero de una incautación ante el Sepblac son una filfa preparada. Cosa extraña ya de por sí, ya que todo esto no lo había dicho antes, pero es que ahora estaba muy por colaborar con la justicia. Es más, lo está tanto que contesta a todas las preguntas que le realizan las partes excepto a cuando se le pregunta: “¿Ha recibido usted la visita de miembros de cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado en prisión?”. A eso no quiere contestar. Extraña cosa. Más aún cuando le cierran el cerco: “¿No habrá recibido usted alguna oferta a cambio de realizar esta nueva declaración?”. No, a eso tampoco contestó con una negativa y no deja de ser también motivo de preguntas. Cosa más extraña aún es que tras esta declaración bomba es puesto en libertad después más de 17 meses en prisión preventiva y teniendo además otra imputación, en otro juzgado, por la introducción de 9 kilos de cocaína en España.

Ante este novedoso e inesperado dedo humeante apuntado a Boye, éste presentó de modo voluntario un escrito ante la juez Tardón para ponerle en conocimiento de su participación profesional en esa reclamación de cantidad. Manto de calma. Hasta ahora, dos meses y medio después. Yo me pregunto, porque me parece extraña cosa, ¿por qué si pretendes encontrar pruebas materiales de un presunto delito de blanqueo en un despacho de abogados esperas más de dos meses a registrarlo a sabiendas de que el letrado en cuestión sabe que andas detrás? No es por nada, pero Boye debería estar muy indignado por lo estúpido que lo presuponen. Puestos en lo peor, ¿no hubiera debido hacer desaparecer cualquier rastro de esos supuestos manejos? Dos meses y medio. Tras ello un registro de 15 horas. Extraña cosa, cuando según dice el propio letrado, sólo volcaron el contenido de su teléfono móvil y el de su correo electrónico que, extraña cuestión, esperan que esté bullendo de referencias a unos papeles que se presentaron de forma legal ante una agencia estatal pero que eran, según apunta la mula arrepentida, falsos y creados por el abogado Boye y otro que no recuerda cómo se llama ni dónde vivía ni cómo localizarlo.

Otra cosa no menos extraña es que el narcotraficante Sito Miñanco también renuncia a la defensa de Boye pasadas las vacaciones. No sabemos si la pieza secreta nos explicará si tuvo visitas o si recibió ofertas. Extrañas cosas.

No lo es tanto que se hayan lanzado ya al cuello de Boye, que lo hayan convertido en un delincuente y que todo ello no pase sin la referencia explícita a Puigdemont. El recurso a su condena pasada es un clásico, aunque es muy fácil darle la vuelta porque si alguien va con pies de plomo, es el que ya ha sufrido las consecuencias una vez. Los correos y el teléfono, después de dos meses y medio. No cabe otra que exigir a la justicia que proteja los intereses de los clientes del despacho de Boye, que ni siquiera son sólo Puigdemont y los demás, aunque probablemente sea su estrategia la más suculenta de rebañar, sino muchas otras personas.

El derecho de defensa es tan sagrado que ni un millón de euros ―que nunca fue devuelto a nadie― puede servir para burlarlo. Espero que sean muchos los letrados que se hagan preguntas y que se respondan con aquel famoso poema de Brecht que ni siquiera era suyo.

Porque no es una extraña cosa que primero vayan a por unos y luego acaben llamando a tu puerta.