Me gustan los catalanes porque hacen cosas”
Mariano Rajoy

No sé si recordarán aquel debate sobre el caso Bárcenas en el Congreso de los Diputados, allá por 2013, en el que Rajoy intervino citando repetidamente frases de Rubalcaba y otros políticos y añadiendo al final de cada una: fin de la cita, fin de la cita, fin de la cita… Aquello que inicialmente pasó por un ejercicio de retórica parlamentaria no fue sino una torpeza más del entonces presidente. Los periodistas parlamentarios tenían delante el discurso, proporcionado por la Moncloa, y vieron perfectamente cómo se trataba de anotaciones entre paréntesis (fin de la cita) para que el orador supiera dónde acababan las frases que eran de otros. Una anécdota más del gomoso gallego que volvió a caer de pie, aún después de haber cometido tan garrafal fallo. Viene a cuento porque un señor que casi consigue no declarar en el Caso Gürtel, que ha logrado que juristas y jueces afirmen que M. Rajoy no tiene por qué ser él y que ha puesto toda la inquina de un partido contra el magistrado que logró llevarle a declarar a un juicio, José Ricardo de Prada, no es un personaje que vaya a inquietarse por las imputaciones o peticiones de declaración de una juez andorrana.

No pongo en duda la gravedad de los hechos que se denunciaron en Andorra por parte de Drets y de los hermanos Cierco, no pongo en duda que las cloacas del Estado llevaran la inmoral máxima de que el fin justifica los medios hasta el final, no dejo de escandalizarme por ello. Lo que vengo a ser es pragmática y ya les avanzo que no le veo mucho recorrido a la imputación. Lo cierto es que hay un procedimiento penal contra Rajoy, Montoro, Fernández Díaz y otros en Andorra y eso les incomodará y no será plato de gusto, pero no tendrá muchas más consecuencias. En primer lugar, tenemos que ver qué hacen frente a la petición de la juez de que designen abogado para su representación en Andorra. Es previsible que Rajoy opte o bien por acudir al Ministerio de Justicia —como ya hizo Llarena, lo que sentó un precedente— para decirles: "¡oiga, que esto pasa mientras yo soy presidente!", de modo que exija que el erario público se haga cargo de la defensa o bien que haga caso omiso y no se dé por aludido.

Si la Justicia española lo cita a declarar en cumplimiento de esa comisión rogatoria, a él le basta con decir que no quiere declarar, que todo es mentira y que no va. Y también está la cuestión de las rogatorias que se quedan durmiendo el sueño de los justos, porque ya ven lo que le ha pasado al juez de Barcelona con Israel. Habrá que estar atentos a ver si es competencia de la Audiencia Nacional o de los juzgados ordinarios cumplimentarla. He consultado a la propia AN y no parece que esté muy claro que acabe allí. En todo caso, un tribunal que lo sentó a testificar en estrados y con una mesa, a la altura de los magistrados, y en el que casi le sacan brillo a los zapatos en vez de preguntarle, tampoco da mucha esperanza. Por cierto, el magistrado que presidía aquella bochornosa testifical está ya en la Sala II, que el PP siempre paga sus deudas, aunque sea en negro.

Es posible que con el procedimiento penal andorrano conozcamos más cosas, lleguemos más profundo en la podredumbre con la que Rajoy y el PP regaron las instituciones y solo por eso estará bien empleado el esfuerzo realizado por los juristas que han preparado la querella. De ahí a que esto vaya a poner en apuros al expresidente va un salto demasiado grande para que yo me atreva a darlo

¿Y qué sucedería en caso de no hacer ni caso a los requerimientos andorranos? Pues en España difícilmente pasará nada. Para la Justicia andorrana serán contumaces o rebeldes o incluso podrían decretar medidas cautelares contra ellos, pero dentro de Andorra. ¿Han visto cuántas veces han ido estos señores en su vida a Andorra? Pues lo mismo pueden no volver en el resto de su vida. O vamos a suponer que lanzan una OID, una orden internacional de detención, y entonces dependerá de la Interpol, que es un mundo en sí mismo y que parece difícil que persiga por el mundo al expresidente del Gobierno español por la petición de una jueza andorrana en un caso en el que el relato fáctico no apunta directamente a él, sino a él como inductor u ordenante, como la X, cuando no ha podido ser ni la M.

Lo que sucedió fue un escándalo. Que se utilizara el erario público y a funcionarios públicos para macarrear a los directivos de un banco con el fin de obtener datos de forma ilícita sobre políticos y cargos catalanes, solo demuestra la podredumbre de los que piensan que existe algún fin que pueda soportar tan asquerosos, inmorales e ilícitos medios. Que se utilizara un organismo creado en el injusto Patriot Act americano para represaliar a los dueños del banco andorrano que no pudo dar los datos que buscaban, porque no los había; que el Sepblac contribuyera a hundir un banco como el Banco de Madrid, del que seis años después, gobernando ya Sánchez, acabó reconociendo que no había blanqueo alguno, nos alerta sobre el uso torticero, malvado y corrupto que los gobiernos pueden hacer de organismos creados, precisamente, para luchar contra la corrupción. Probar judicialmente todo eso es más complicado que tener la profunda convicción y los indicios de que así se produjo. Probar en Andorra que Rajoy estaba al tanto o lo ordenó es casi misión imposible.

Lo que sí es posible es que con el procedimiento penal andorrano conozcamos más cosas, lleguemos más profundo en la podredumbre con la que Rajoy y el PP regaron las instituciones y solo por eso estará bien empleado el esfuerzo realizado por los juristas que han preparado la querella. De ahí a que esto vaya a poner en apuros al expresidente va un salto demasiado grande para que yo me atreva a darlo y menos con este calor, perdonen.

Pero Rajoy estará en cierto modo encantado. No en vano le gustan los catalanes porque son gente “que hace cosas”. A veces esas cosas que hacen consisten en interponer querellas contra él, pero así es la vida.