Vaya, que no se enfade mi Señor, ¿y si encontrara diez justos?
Tampoco los destruiría, en atención a esos diez.”
Génesis 18, 20-31

Conocen el relato bíblico. Yahvé ha decidido destruir Sodoma y Gomorra por sus muchos pecados y Abraham empieza una especie de regateo con Dios para salvarlas. Pone ante él la injusticia de acabar con todos indiscriminadamente pudiendo haber entre ellos 50, 45, 20 o 10 hombres justos y el Señor, el juez universal, deja claro que sólo por no ser injusto con un puñado es preferible ahorrarles la aniquilación a todos. Es bíblico que proteger al hombre honrado es más importante incluso que castigar a los culpables. Poca gente en este país parece recordarlo, ni siquiera los jueces terrenales. Ahora lo cívico, lo de orden, es preferir que los derechos civiles sean pisoteados por los encargados de protegerlos a cambio de conseguir pírricas victorias, como multar a unos cuantos que hacen fiesta y ruido en un piso y que se ponen chulos. A eso hemos llegado.

Es de extraordinaria gravedad el hecho de que la policía de un estado democrático haya derribado las puertas de dos pisos para entrar sin mandamiento judicial en un lugar donde se estaba, a lo más, cometiendo infracciones administrativas. Para ello se han basado en lo que el profesor Manuel Maroto llama la “polisprudencia”, es decir, la elaboración e interpretación propia que hace la policía de las normas penales, interpretación que está estrictamente reservada a los jueces. En ese despropósito de argumento dicen que, dado que les dieron a través de la puerta la orden de abrir e identificarse y dado que no la cumplieron, se produjo un flagrante delito de desobediencia que les habilitaba para entrar. Por reducción al absurdo, verán claramente que si diéramos por buena tal aberración, decaería para siempre la inviolabilidad de los domicilios, dado que bastaría con que nos mandaran abrir y no quisiéramos para producir una desobediencia habilitante para entrar por la fuerza y sin mandato judicial. El Constitucional se cargó la ley Corcuera de la patada en la puerta y esta hablaba de casos de delitos contra la salud pública, ¡y ahora lo pretenden aplicar no ya para delitos, sino para infracciones administrativas!

Han dado también los maderos en explicar, a todo el que les compra el relato, que un piso turístico no es “morada” y que, por tanto, no allanaron nada y pueden entrar. Existe una clara jurisprudencia del Constitucional sobre el amplio sentido de la inviolabilidad y, en ese sentido, domicilio es todo lugar idóneo y cerrado que su morador destine a realizar actividades íntimas o al margen del conocimiento y miradas de los demás, incluidas habitaciones de hotel, caravanas y hasta, claro, miren ustedes, pisos turísticos. Si dentro estás tomando copas sin mascarilla, haciendo ruido o echando un polvo con un no conviviente, no cambia las cosas.

Hemos visto a una magistrada denegar el habeas corpus, avalando de alguna forma la violación del domicilio y, lo que es aún peor, hemos visto al Ministerio del Interior y a la portavoz del Gobierno más progresista que dicen ha tenido España, avalar tamaño desafuero

La acción no se sostiene. Es un pisoteo infame de los derechos civiles y abre una puerta peligrosísima en una deriva que podría acabar en un estado policial. En este caso, además, los atropellos no se han cometido ni por perroflautas ni por antisistema ni por independentistas. Eran turistas ricos y en el calabozo acabó una opositora a abogada del Estado, hija de un registrador de la propiedad. Lo digo porque a lo mejor esto nos permite que los bien pensantes, la gente de orden y hasta las derechas sean capaces de contemplar el suceso sin orejeras ideológicas. Es una barbaridad policial que no pueden tapar echando encima ningún saco de prejuicios.

 Ante esta sangrante salvajada contra los derechos civiles cometida por policías —en ambas actuaciones, con la presencia del mismo subinspector, con número xx666—, podríamos afirmar que tenemos un problema con la policía, que no tienen formación en derechos fundamentales, que se creen los amos del cortijo. Podríamos, pero resulta que hemos visto a una magistrada denegar el habeas corpus, avalando de alguna forma la violación del domicilio y, lo que es aún peor, hemos visto al Ministerio del Interior y a la portavoz del Gobierno más progresista que dicen ha tenido España, avalar tamaño desafuero. Es inconcebible. Sabemos que han puesto de ministro del Interior al magistrado que más condenas le ha costado a España por violación de derechos humanos. Sabemos que muchos jueces de instrucción se creen los jefes de los policías, motivo que debería animarnos a ir a una instrucción fiscal y a la creación de jueces de garantías. Sabemos que se ha puesto de moda en Españistán pensar que apoyar a la policía es lo guay y criticar sus excesos poco patriótico. Pero, ¿cómo consentir que la portavoz de un gobierno de socialdemócratas y comunistas nos venga a contar que está bien reventar las puertas de los pisos porque son turísticos? Ha dicho Montero que “no era morada, sino un apartamento turístico, contraviniendo la actual normativa sanitaria”. ¡Un gobierno con doctores en constitucional y con tres magistrados! ¡Un gobierno que debería ser un adalid de la defensa de los derechos fundamentales y de la pedagogía para que sean comprendidos! Va a ser que los socialdemócratas de aquí tienen un pequeño problemilla con la idea respaldar a la policía y con la de demostrarse gente de orden. Lo vimos con la patada en la puerta y con el apoyo a ciertas tropelías antiterroristas. No se enmiendan.

La democracia se está convirtiendo en una cuestión de meras mayorías de opinión y cada vez más está sucediendo que quedan menos personas capaces de detectar el olor sagrado de un derecho fundamental

Espero también que los liberales que en este país haya sean conscientes de la deriva antidemocrática que supone avalar este tipo de acciones policiales sin control judicial. Espero que salgan a decirlo porque en la defensa de los derechos civiles no hay ideologías, sólo hay demócratas y partidarios de un sistema policial incompatible con la democracia. Hasta el magistrado Ollero, con su sello opusino, fue capaz de plantarse ante sus compañeros del TC cuando estos se dispusieron a pisotear principios sagrados (véase voto sentencia “puta bandeira”). Si él pudo, ustedes pueden y deben.

Estamos llegando a un punto muy peligroso. No existe ni conocimiento ni sensibilidad sobre derechos y libertades en la ciudadanía. Hemos instruido ingenieros, bioquímicos, físicos nucleares y nos hemos olvidado de explicarles lo más básico. La democracia se está convirtiendo en una cuestión de meras mayorías de opinión y cada vez más está sucediendo que quedan menos personas capaces de detectar el olor sagrado de un derecho fundamental. Esto amenaza con convertir los principios básicos del estado de derecho en contramayoritarios. Ya hasta en la prensa huele a periodista que piensa que lo suyo no es fiscalizar al poder —también al de coerción policial— sino preservar a sus fuentes de forma servil y acrítica.

No sé con cuántos hombres justos, capaces de oler la degradación de los derechos y libertades, se salvará la democracia. Si dependiera de Yahvé, quizá bastaría con diez, pero siendo que no existe y que nos tenemos que defender solos, no sé dónde está la línea más allá de la cual la estulticia, la falta de fineza jurídica, el miedo y la desidia acabarán arrasando el ya deteriorado estado de derecho que nos va quedando.

Pinta feo, Marlaska. Huele mal, Sánchez.