¿Qué te imaginas que son los espías: sacerdotes, santos y mártires?”
John le Carré

Si uno se deja llevar por las palabras de Margarita de España ―que se ha ganado el remoquete aunque no sea más por número de repeticiones―, parecería que aquí lo que está haciendo es su relevo de trámite entre dos probas funcionarias del Estado, que se produce tras “algún error”, dentro de ese inconmensurable centro de todas las virtudes que es el CNI. Curiosa forma de proceder a un cese si no fuera porque le han torcido la mano a medias y Presidencia le ha obligado a cercenar la cabeza de Paz Esteban permitiéndole nombrar en su lugar a una mujer de su total confianza, Esperanza Casteleiro. Lectura para apresurados: Bolaños gana, pero no del todo; Margarita pierde, pero no mucho.

La traducción de tan extraña rueda de prensa, con su loa al servicio a España, a sus funcionarios de todo signo, incluidos los judiciales, es que ha estado trufada de todo menos de la transparencia de la que presume la ministra portavoz. Aquí lo que hay sobre la mesa es ni más ni menos que uno o varios espionajes masivos de origen desconocido y un espionaje difícilmente justificable a políticos catalanes con la firma de un juez y resolución “motivada” ―insistió mucho la ministra en defender a su colega―, de la que nadie podrá valorar la motivación si Sánchez no es consecuente y desclasifica ese documento, cuyo conocimiento, a estas alturas, para nada puede afectar a la seguridad del Estado. Podría, sin embargo, darnos a conocer cómo se actúa y bajo qué premisas se considera que puede violarse sin ningún tipo de gradación la intimidad toda de cargos públicos o parlamentarios.

Aquí hay un espionaje legal cuya naturaleza real, motivación y proporcionalidad es difícil de comprender y del que seguimos sin saber quién lo ordenó y a quién informó de tal actividad. ¿Es por esto por lo que se ha cesado a la directora del CNI? ¿Actuó por su cuenta? ¿Informó puntualmente a su ministra o al presidente del Gobierno?

Aquí hay un espionaje a miembros del Gobierno y a su propio presidente, de una naturaleza gravísima y del que seguimos sin saber a quién culpar: ¿potencias extranjeras?, ¿corporaciones privadas españolas?, ¿cloacas policiales? Es inasumible que, en cualquiera de los casos, el CNI no haya detectado estas actividades como parte de su contrainteligencia. Es un fallo morrocotudo. Es la prueba de que mientras espiaban a políticos catalanes para ver si se iban a poner unas barricadas ―o tal vez, en la extraña creencia, como apuntan una y otra vez los mentideros rancios, de ver si los rusos en vez de a Ucrania iban a entrar por el cabo de Creus― se dejaban ir algo tan grave como la violación de datos del presidente del Gobierno. ¿Es por esto por lo que se ha cesado a Paz Esteban? ¿Siguen a por uvas del origen del ataque?

Los círculos de análisis del centro de Toronto se van ampliando y puede que a no mucho tardar tengamos noticia de más personas espiadas con nombre y apellidos: miembros de otros partidos, periodistas y vaya a saber usted quién más. ¿Espiados por quién?

Aquí hay un espionaje aún más amplio que ha sido detectado a través de un análisis concienzudo llevado a cabo por The Citizen Lab, en Toronto, una entidad, por cierto, a la que los analistas de mesa del CNI citan mucho en sus informes. Hay 45 personas del independentismo catalán, más abogados, más diputados vascos que han visto violada su intimidad, su inmunidad y su secreto profesional mientras se niega que hayan sido los servicios secretos españoles. Hay aún más. En el bloque de teléfonos violados que fue llevado a analizar a Toronto, por el propio Facebook, figuran en torno a mil números que comienzan con +34, el prefijo español. Los círculos de análisis del centro de Toronto se van ampliando y puede que a no mucho tardar tengamos noticia de más personas espiadas con nombre y apellidos: miembros de otros partidos, periodistas y vaya a saber usted quién más. ¿Espiados por quién? Dado que el Gobierno parece no querer darse por enterado de este número ingente de espiados, ¿quién va a investigar?, ¿qué tipo de fallo de un servicio de inteligencia es que haya agentes, internos o externos, operando en tu territorio y llevando a cabo un espionaje masivo de tus ciudadanos? Margarita de España ha repetido que el CNI y sus funcionarios trabajan “por España y por sus ciudadanos”. Desde mi punto de vista, esos más de mil ciudadanos tienen derecho a ser protegidos de quien quiera que sea que ha violado todo su derecho a la intimidad de forma ilegal. Esto último lo solucionan algunos negando la mayor y pretendiendo que los datos no son buenos. Al tiempo, porque todo irá saliendo.

Y junto a estas preguntas —estos “fallos” que según Margarita de España se producen y se seguirán produciendo porque la tecnología es así— tenemos a ese curioso tipo de políticos, periodistas y ciudadanos que se ponen en primer tiempo de saludo y en postura genuflexa ante el sacrosanto CNI, como si la decencia fuera unida a tomar por santos a los miembros de un servicio que, como todos, debe responder a controles democráticos. Héteme aquí que controlar a este servicio en particular es antipatriótico para muchos, entre los que se incluye el jefe de la oposición.

Feijóo se ha revelado de nuevo como un digno sucesor de Casado. Para el jefe de la oposición, es un “esperpento” cesar a la directora del CNI porque es “entregársela a los independentistas”. Mire, señor Feijóo, a los independentistas, a los miembros del gobierno, o a cualquiera de los agraviados, porque es entregársela a la democracia. Es potestad del presidente del Gobierno cesar al director del Centro Nacional de Inteligencia y si la gravedad de este asunto no es suficiente, supongo que lo que nos está diciendo es que sólo la derecha está habilitada para esos relevos. Feijóo habla de “debilitar al Estado” consagrando la idea de que ese “estado” al que se refiere está por encima de cualquier control democrático.

Yo diría que no ser capaz de proteger a tu gobierno o a tus ciudadanos de ataques de este tipo y autorizar el espionaje a cargos electos, con un paripé de legalidad, sí que debilita bastante a un país. La cabeza de la directora del CNI debía entregarse para mantener una mínima dignidad de principios democráticos, algo que el jefe de la oposición debería comprender. Ahora queda aclarar lo que ha pasado —lo que no sucederá— y estudiar una gran remodelación de los servicios de inteligencia españoles para proceder a la separación de la acción de información dentro del país de la realizada en el exterior y frente a otras potencias. Justo como en el resto de países democráticos que no han heredado de una dictadura al “enemigo interior”. No lo harán porque, en el fondo, la derecha ha logrado que cale la idea de que la izquierda no está legitimada para realizar este tipo de cambios que afectan “al Estado”.

Una democracia no sólo es votar —hasta a Putin le votan—. Una democracia es sobre todo un sistema de contrapesos para asegurarse el cumplimiento de los principios democráticos y el respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Y de ahí no me muevo.