“Atendiendo a las circunstancias del/la condenado/a, concurren razones de justicia y equidad”

Coletilla a los decretos de indulto añadida por los gobiernos del PP

Sé que hay amantes de lanzarse de cabeza a las aguas sin haberse humedecido siquiera las muñecas —¡venga, sí, nos acordamos de que eso pasaba!— pero eso no significa que no haya una inmensa mayoría partidaria de irse metiendo poquito a poquito, con gritito y saltito incluido para alejar el ombligo del frío sajador, y que el final en ambos casos es el mismo: gente feliz acariciada por las aguas.

Lo recuerdo porque cada vez más se ve y se oye en Madrid a las gentes probar con la punta del dedo gordo el agua de un más que posible indulto a los presos catalanes del procés y cada vez se oyen menos gritos y más grititos y es posible que con la costumbre de la inmersión incluso, cuando llegue, dejen de oírse en absoluto. Eso lleva tiempo. Yo tenía una tía que se llevaba su buena media hora antes de dejarse acariciar completa bajo las olas. Suena, lo cierto es que cada vez suena más. Iglesias, que es el más activo en esta cuestión, lo suelta cada vez que puede y, añade, “que sea antes de las elecciones catalanas”, lo cual nos lleva a concluir que la discusión en el seno del Gobierno no es tanto que se produzca a la larga, y que son los podemitas y los comunes, unidos a los partidos catalanes que van a revalidar los presupuestos, los que presionan con la fecha. No son los únicos. Yo cada vez veo menos resistencia real a que ese sea el final de este bochornoso episodio. Evidentemente será sin la aquiescencia de los fiscales del Supremo y del tribunal sentenciador, pero ellos mismos reconocen que será así y se vienen arriba: “Que los indulten, es lo que pueden hacer, nuestra oposición no cierra nada”. La postura es una suerte de resistencia numantina a reconocer que se condenó por sedición como mal menor, dado que la rebelión era un disparate aún más monumental, y que todo fue en defensa de la integridad sacrosanta de la patria.

Todo fue un despropósito, pero no se va a conseguir que los implicados lo reconozcan. Los jueces y los fiscales niegan que se puedan utilizar los cauces legales para hacer inoperativa su sentencia —y están cerrando todas las vías— y los condenados consideran que no cometieron delito y que todo quedó bloqueado tras la aplicación del 155. Lo curioso es que eso mismo lo dice la sentencia, que todo se controló por el 155, y por eso me pregunto si alguna vez sabremos a quién se le ocurrió la increíble idea de ir a la vía penal, después de haber detonado la bomba atómica constitucional . Es absurdo pensar que el difunto Maza hiciera nada de eso por él mismo. ¿Rajoy, Cospedal, Soraya, todos juntos? Un misterio para la historia.

Gustará más o menos, pero la gracia del indulto está en que será la única forma de volver a su cauce las aguas que se vieron anormalmente desbordadas al considerar que el problema catalán podía resolverse por la vía penal

Cada vez el indulto se abre como la vía de reparación del entuerto más fácil y rápida, a pesar de todas las oposiciones que se presenten. La vía de la modificación del delito de sedición es incompleta, al menos para los condenados también en concurso medial con la malversación, en una interpretación que quedaría, de nuevo, en manos del Tribunal Supremo. El indulto es fácil, rápido, adecuado, pero tiene un coste político. Creo que por eso desde dentro del Supremo algunos mascullan: "¡que los indulten, si quieren que los indulten!”. Porque saben del coste que esto tendría para el gobierno y de la pólvora que se le daría a la oposición para hacer salvas, ya que no sangre, durante una temporada.

Por eso es difícil que esta decisión se tome antes de las elecciones catalanas. Los comicios del 14-F, que ha provocado el propio sistema con el TS como último baluarte, constituyen un argumento político ante el que todos los partidos, también los nacionales, se tientan las ropas antes de tomar posición. Así no sólo los indultos quedarán para después —incluso por cuestión de tiempo de trámite— sino que hasta la renovación del CGPJ, que lleva pactada tiempo, quedará en suspenso hasta que no pase la convocatoria electoral. Nadie quiere bajas en las urnas y no darán un paso que crean que puede provocarlas.

Eso sí, ya van preparando el terreno, aunque a veces sea de forma errónea. El ministro de Justicia se ha descolgado diciendo que endurecerán el delito de desobediencia al Tribunal Constitucional y es seguro que lo hace para esgrimirlo como contrapartida a la anunciada reforma del delito de sedición y hasta de los probables indultos. Se trata de una prueba más de como, cuando se comete una aberración, aunque sea por el adversario, todos los que llegan detrás acaban asumiéndola y utilizándola a su conveniencia. La decisión del PP de compeler al Constitucional a la ejecución de sus decisiones, siendo que el TC no es un tribunal ordinario, que sólo interpreta la Carta Magna pero que no es su garante, que ni juzga ni ejecuta lo juzgado, no sólo no va a ser enmendada sino que nos cuentan ahora que la van a reforzar. Lo dicho, dejar pasar una tropelía significa comérsela y aumentada por los siglos. El incontenible avance del Constitucional por convertirse en una nueva última instancia parece irrefrenable, siendo como es un órgano de naturaleza política, y se hace cada vez más patente desde que sus puestos han sido copados por personas procedentes de la judicatura en detrimento de los juristas de la cátedra o de otros ámbitos. Los magistrados “ascienden” al Constitucional y no están dispuestos a mandar menos, lo cual pervierte el sistema con la inestimable ayuda de los políticos de turno, sean del signo que sean.

Gustará más o menos, pero la gracia del indulto está en que será la única forma de volver a su cauce, sin poder reparar el daño de la prisión, las aguas que se vieron anormalmente desbordadas al considerar que el problema catalán podía resolverse por la vía penal forzando todos los límites del derecho.

Al final sólo un gobierno progresista puede enmendar ese entuerto y yo creo que lo hará, no de forma perfecta, y no quizá en el plazo que algunos esperan, pero la gracia del indulto será necesaria para que los políticos catalanes vuelvan a estar en libertad y para que los expatriados puedan volver a sabiendas de que no pasarán por prisión. Todo al tiempo y a sus tiempos, que son demasiado largos, tal vez, pero que son realistas y necesarios.